Chica rubia

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Un sol saliente en el horizonte, las montañas que se adornaban y daban el toque de especial al lugar, daba otra vez la misma sensación de alegría a una gran ciudad, pacífico y a la vez una emocionante vida estar en un lugar tan especial, tal y como lo era Francia, en la capital de París, cubierta de casas y edificios bien diseñados, y que daba el agrado de verlos con sus vivos colores, pero allá, a lo lejos, existía un gran territorio, rodeo de muros blancos, con dos postes de oro, hay gente que dice que son de oro sólido, una entrada que solo se abría a la gente más importante. En su interior era adornada por flores de varios tipos, arbustos que algunos daban forma de laberinto y otros tenían formas muy peculiares, pero agradables a la visión de uno.
Una mansión a lo lejos se podía ver, un camino de piedras bien diseñadas, bien puestas, bien elegidas por su color que daban el toque de clase. Su mansión contaba con una gran puerta de madera, en el interior de esta se podía ver unas alfombras de tercio pelo de color rojo, un piso de madera, y un par de escaleras que llegaban al centro del piso de arriba, mayordomos elegantes iban de un lugar a otro, una sala, un comedor, una cocina, eran los sitios donde estos con sus trajes elegantes iban, mientras que las sirvientas usaban escobas o aspiradoras para limpiar el piso, otras iban cocinando lo que seria un buen desayuno.
Cuando uno entra a un cuarto, se encontraba con una pieza muy grande, adornada con flores, con una librería, una estantería, y muchas cosas más, era como si hubiese sacado de un sueño, el sueño de un decorador profesional y su mejor trabajo.
En otros se podía ver librerías, o un balón, pero muy elegante, más grande que un cuarto normal de una persona con recursos económicos más bajos.
Cuando la luz del sol que entraba a un cuarto, lo primero que hacía era brillar el rostro de una bella joven de 15 años, se podía notar que su sonrisa dibujada en su rostro cuando los rayos del sol tocaron su cara daba a significa un día especial, ella tenía el cabello muy largo, y era de color rubio, ella empezó a abrir los ojos, sus ojos daban tomaba el color azul, como las de un lago de sirenas cantando en quien sabe donde, cuando abrió los ojos, sus cejas tomaron un aspecto de enojo, y una sonrisa sincera, combinada a la perfección. Un día especial sería para está chica de cabellos largos.
  - Hoy es el día- dijo segura de si misma. 
La chica de cabellos rubios que respondía al nombre de una chica adinerada y famosa ahora en varios lugares, Pacifica Northwest.
Se levantó de su cama en un segundo, se puso sus pantuflas cómodas como las de un millonario, y se dirigió a su armario de ropa.
Su armario de ropa que media mas de dos metros de largo y tres de ancho, al abrirlo se puede ver varias secciones como abrigos, camisas, jeans, poleras, y entre otras prendas de vestir, mientras que en otra parte tenía adornos como gafas oscuros y bien detallados, manillas de varios colores y combinados a la perfección, incluso unos cuantos relojes. En la sección de abajo tenía zapatos y tenis de varios estilos, era el sueño de cada persona.
De una caja saco unas maletas, y de su armario sacaba ropa y prendas que le ayudaban a vestir bien, acomodándolas metiéndola en la maleta con tal de que no se arrugue.
Sus maletas ya llenas, se preparó para un viaje, emocionada, se empezó a cambiar de ropa por una mas formal, hay que decir que también empacho muchas ropa de dormir. Ya preparada,  agarro sus maletas y camino por toda la mansión hasta llegar a la puerta.
Justo antes de abrir la puerta, una mano gruesa le detuvo en su dicha acción. Pacifica en ese momento reconoció la mano de quien era, un hombre el cual empezaba a despreciar pero a la vez en tomar en cuenta lo que hizo por ella en pocas ocasiones.
  - ¿Dónde crees que vas, Pacifica?- era su padre, Preston Northwest, un hombre adinerado, pero todo ese dinero, Pacifica lo consideraba sucio, robado de pobres personas.
  - Padre, tu me prometiste que cuando sean vacaciones y cumpla 15 podré volver a Gravity Falls,  y tus promesas jamás lo rompes, padre- dijo la chica de cabellos rubios
  - ¿Y piensas irte a estas horas de la noche?- dijo su padre señalando a su lado
  - Pa, ese es una pintura de la noche, no una ventana
  - Okey, pero tenemos que hablar, vamos al comedor, tu madre te está esperando a que desayunemos
Preston dirigió a su hija junto con sus maletas  al comedor, donde le esperaba sentado su madre, ambos se sentaron en la mesa innecesariamente grande, Pacifica puso sus maletas, y los mayordomos empezaron a servir los platos de desayuno. La cara de disgusto se le dibujaba a Pacifica, el silencio se volvió incómodo, lo único que hacía ruido eran los sonidos de los utensilios para la comida chocando con el plato de porcelana.
  - ¿No creerás ir de vuelta al pueblo sin desayunar?¿No?- dijo su padre, haciendo que Pacifica deje de jugar con su comida, y empieza a cambiar su rostro de disgusto por uno de alegría y felicidad.
  - ¿Estas hablando en serio?- pregunto Pacifica un poco emocionada.
  - Aquí están los boletos al aeropuerto más cercano, te estará esperando una limosna al llegar.
  - ¿En serio?- dice alegre y emocionada- gracias, gracias pa.- Pacifica corre donde su padre para tomar los boletos, pero en ese momento, su padre lo guarda diciendo...
  - Pero, antes de que vayas, te diré, hice que construyeran otra mansión, cerca del bosque y del lago, el conductor te llevará hasta ahí, tu tarea es supervisarla, si completas lo que te pido, podrás salir cuando tu quieras a conocer mas París, y te quitaré el castigo.
  - Entonces solo debo supervisar una mansión ¿Sólo para mí?- pregunto Pacifica
  - Así es, bueno, habrá uno que otro mayordomo limpiando, recuerda que solo te quedaras el resto de las vacaciones en Gravity Falls.- dijo Preston entregó los boletos del avión,
  - Okey, entonces solo iré, nos vemos al fin del verano, hasta la próxima padre y madre
  - Si, si, lo que tu digas- dijo su madre sin parar de bajar un espejo que utilizaba para completar su belleza
  - Cuídate. - dijo su padre fríamente.
Aun así, Pacifica no le importó la frialdad que tuvo su padre, porque ella regresaría al pueblo, y tiene aún más las esperanzas de que alguien especial que fue en su vida este en ese lugar.
Para ella sería algo que fue cumplido.
Se fue  en un taxi, Pacifica aprendió a hablar francés, se fue al aeropuerto, y tomó un viaje largo al aeropuerto más cercano a Gravity Falls.
Una vez que llego al aeropuerto, al salir lo estaba esperando un señor, traje elegante, con bigote largo y de color plomo, con un cartel en las manos que decía Northwest.
Pacifica entró a la limusina, fue llevada a un lugar, hubo muchos árboles que decoraban el lugar, la limusina se dirigía a dicho lugar por su padre, no pensaba que el lugar sería en un sito un tanto lejos del pueblo, una mansión un poco mas pequeña que su primera, pero aun así ella se sintió en casa, rodeada de árboles, y un camino que llegaba al  pueblo, esa era el comienzo de un nuevo verano que jamás olvidaría.

Gravity Falls: aventura inolvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora