5. No te enamores

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"No te enamores de mí. No, no, no"

Laura

Una de mis peores pesadillas se volvió realidad cuando Justin y Vanessa entraron juntos al salón de clases. Corrí la mirada, ¿cómo podían ser tan insensibles? Me costaba creer que algunas relaciones que parecen ser importantes pueden ser tan efímeras y superficiales. Pasamos de hablar todos los días, y besarnos como locos cada vez que nos veíamos, a nada. Pasé de ser la novia, a una compañera más.

Ojalá todos tuviésemos un botón con el que apagar nuestros sentimientos cuando no son correspondidos, me habría ahorrado bastantes lágrimas y el dolor constante en el pecho.

—¿Vamos por algo para comer? Empecé una nueva dieta y creo que moriré de hambre —dijo Abril, acariciándose el estómago.

Con Emma compartíamos un cuerpo parecido, ambas éramos delgadas. Abril, en cambio, siempre había sido más rellenita; y cada vez que podía empezaba una nueva dieta. Según ella, le estresaba que sus amigas fueran tan delgadas, sin embargo, a ella no le sobraba nada de ninguna parte, era perfecta así tal cual era. Era de esas chicas que derrochaba confianza, y sus curvas impactantes hacían que varios chicos cayeran a sus pies. De las tres, era la que más éxito tenía con los chicos, porque finalmente lo que más llamaba la atención era la personalidad chispeante y brillante que ella tenía.

—¿Por qué haces dietas? Eres perfecta así como eres —le dije, mientras con mi mano señalaba su cuerpo.

—Cualquiera quisiera tus curvas —agregó Emma, soñolienta. Bostezó escandalosamente—. Creo que necesito dormir, me estoy quedando hasta tarde leyendo. Laura, no te hago más caso con un libro. Nunca en mi vida he estado con más ganas de besar a alguien.

—Me van a sonrojar —respondió Abril, abanicándose con su mano—. Está bien, no haré ninguna más. ¿Besar o algo más? —agregó, picarona. Nos hizo un gesto para que la siguiéramos.

—Yo... vayan ustedes, yo tengo que hacer algo —respondí, al ver que mi celular marcaba las 10:50.

—¿Qué? —quiso saber Emma.

En ese momento, Vanessa pasó junto a nosotras y me miró despectivamente.

—¿Qué cosa? —pregunté de vuelta.

Se llevó ambas manos a la cabeza.

—¿Que, qué tienes que hacer?

Tragué saliva y quedé en blanco. Me puse tan nerviosa que ni siquiera se me ocurrió una mentira cualquiera. Nos quedamos mirando detenidamente, mientras las neuronas que recién se estaban recuperando del alcohol ingerido volvían a trabajar con normalidad.

Dime la verdad [+18] - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora