Amor creciente. (Parte 2): Okami.

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Transcurrió otro mes.
Las hojas de los árboles casi habían caído por completo, anunciando el final del otoño.
Realmente las últimas semanas habían pasado rápido, pero habían cambiado muchas cosas en ese tiempo.
Koga y Ayame realmente estaban distintos el uno con el otro: ya no peleaban todo el tiempo y cuando había algún disgusto, ambos trataban de arreglarlo en buenos términos, pero la mayor parte del tiempo estaban juntos y en total calma.
Juntos paseaban por el bosque cada mañana, siempre y cuando Ayame se sintiera bien.
Koga hacia lo posible por no ausentarse demasiado tiempo, cosa en lo que Hakkaku y Ginta le resultaban de gran ayuda, ya que ellos lo cubrían en algunas tareas, dejándole más tiempo libre para cuidar de Ayame.
El lobo había tomado gusto por pasar tiempo con su compañera. Resultó ser que en verdad le agradaba. Disfrutaba conversar con ella acerca del trabajo, los deberes e incluso sobre algún recuerdo o historia... Ella hacía que se sintiera reconfortado. Como si no importara nada más en el mundo que aquel momento.

Ella por su parte, se sentía segura al lado de él. Le hacía sentir segura el tener a alguien que la acompañara en los malos momentos, como aquellas mañanas en las que no se sentía para nada bien y también la reconfortaba compartir los buenos ratos... Era todo lo que siempre había deseado... Todo lo que ella había querido era que Koga le diera una oportunidad...y ahora la tenía.

Era el ocaso.
Las luces del atardecer llenaban el cielo de colores cálidos, aún cuando el clima era un tanto frío.
Koga se encontraba fuera de la aldea, atendiendo unos deberes mientras que Ayame, había aprovechado ese momento para pasar un tiempo a solas.
La joven matriarca estaba recostada en una ligera pendiente sobre la cima de la montaña que era su hogar, justo en el mismo lugar en que Koga la había hallado aquella noche estrellada.
Miraba fijamente al horizonte, observando el sol ocultarse mientras las primeras estrellas comenzaban a aparecer.
Tenía tantas cosas en la cabeza, pero por primera vez en no sabía cuánto tiempo, todas eran buenas y ninguna le preocupaba. Estaba feliz.

Miro la primera estrella sobre ella, un tanto opacada por la luz anaranjada del ocaso, pero brillante e imponente, como si aún siendo tan pequeña se hiciera ver con su bello resplandor...
Ayame suspiro profundamente y de manera casi inconsciente llevo su mano derecha a su bajo vientre por sobre las gruesas ropas que la cubrían y protegían del frío...

-----Has logrado lo que incluso yo creía imposible...-----Habló la joven aparentemente para sí misma, pero dirigiéndose a la vida en su interior. ------Ni siquiera has nacido y ya hiciste algo maravilloso. Tú... Nos has unido a tu padre y a mí... Gracias, mi pequeño lobito. -----La joven sintió un enorme regocijo llenarla de adentro hacia afuera, como si el pequeño no nato le expresara también felicidad.

Se quedó ahí otro rato, hasta que el sol se ocultó por completo, dejando únicamente los recodos de su luz viva...

-----Bueno...-----Volvió a hablar Ayame mientras se incorporaba. ------Será mejor que volvamos, lobito; tu papá volverá pronto y no quiero que se preocupe. ----Así pues, y con una amplia sonrisa en su rostro, la joven bajo de la montaña.

Se encontraba tomando un baño bajo la cascada. El agua termal estaba fresca gracias al clima otoñal, cosa que le encantaba.
La joven abrazo su cuerpo sintiéndolo relajarse con el contacto del agua sobre el mientras pegaba sus ligeras ropas algodonadas a su cuerpo.
Masajeó con sus manos su cabeza, pasando a su hombro izquierdo su larga cabellera rojiza; después a su cuello, sus hombros y sus propios brazos para después rodear su torso como si se abrazara a sí misma. Descruzó los brazos y pasó sus manos por su abdomen descendiendo lentamente sobre él y justo cuando estuvo sobre su ombligo, algo llamó su atención como un timbrazo.
Abrió los ojos abruptamente saliendo de su relajante trance mientras palpaba lo que había bajo las palmas de sus manos y su corazón dio un vuelco.

Agacho la cabeza , dirigió la mirada a donde sus manos se encontraban y ahí lo notó: sus manos rodeaban una protuberancia en su vientre, el cual antes era completamente liso...
Ahí, justo por el límite de su ombligo podía ver sobresalir su abdomen ligeramente. Podía verlo a travez de su ropa empapada que se pegaba a ella y podía sentirlo con sus manos...
Aquel repentino descubrimiento hizo que su corazón latiera con fuerza y un sentimiento que era todo menos malo la invadió... No daba cabida a lo que veía y tocaba... Cayó en cuenta de repente en que real y verdaderamente, había estado llevando vida en su interior. Un ser viviente y sumamente frágil había estado creciendo dentro de ella y ahora lo veía más que claro.
Abrazo con sus manos lo sobresaliente de su vientre y sintió lo cálido que era... Sintió que el amor que en ese momento la llenaba no cabía dentro de ella, así que salió por sus ojos en forma de lagrimas que el agua de la cascada se llevó y como palabras por su boca:

-----Hola tesoro...-----Lloro ella dirigiéndose a su hijo no nato. -----Finalmente me saludas...-----sonrió.----- No sabes qué gusto me da ver que estás bien... Porqué lo estás, verdad?-----La joven froto su barriga con dulzura. ----- Sabes que te amamos, no es así? Y te esperamos con muchas ansias... Mi pequeño Okami...

Te veo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora