capítulo 3

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-¡No lo es! -gritó sin poderlo evitar y desmoronándose-. Por favor -pidió con manos temblorosas-. Por favor, ayúdame. Y la ayuda llegó. De repente, sintió una mano sin guante sobre la suya. Una mano fuerte y cálida. La sensación fue muy fuerte y agradable. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que alguien le había ofrecido consuelo? ¿Cuánto tiempo hacía que no la tocaban? Demasiado. Toda la tensión y el estrés acumulados desde que decidió afrontar la maternidad en solitario palpitaron detrás de sus ojos. La ternura de ese extraño rompió la barrera que se había construido alrededor del corazón. Sintió la primera lágrima resbalar por su mejilla. Quitó la mano de debajo de la de él para secársela. -Sargento -declaró el hombre, disgustado-, un poco de sensibilidad no estaría de más. Crenshaw pareció a punto de rebelarse, pero sacó un papel de un cajón y empezó a rellenarlo con los dedos regordetes manchados de nicotina. Demi buscó desesperadamente en su bolsillo un pañuelo, pero sus dedos solo tocaron un mordedor de bebé y un gorrito, y tan angustiada estaba que pensó en sonarse con la prenda. Entonces, alguien le puso un pañuelo en la mano. Levantó los ojos y la amabilidad en la expresión de ese hombre casi la hizo llorar de nuevo. -Gracias -dijo, limpiándose la nariz y los ojos, y deseando hundir la cara para siempre en ese pañuelo suave y fragante. -Demi-dijo Crenshaw-, necesito que me des tu dirección completa. Ella contestó y esas preguntas tan rutinarias ayudaron a que se controlara. -Estoy bien -le dijo al príncipe, y miró el pañuelo usado sin saber qué hacer, aunque era consciente que no podía devolverlo en semejante estado. -Quédeselo -dijo él, leyéndole la mente. -Gracias. Pero el príncipe Jonas no se marchó y ella lo agradeció, ya que estaba segura de que los modales atentos de Crenshaw desaparecerían en cuanto él se marchara. Pero el sargento también se dio cuenta. -¿Ha terminado su informe, señor? -Sí -contestó Jonas sin inmutarse. -Haremos lo posible por encontrar a los vándalos que atacaron su vehículo. Posiblemente sea uno de esos Thorton. Ahora está en su territorio -Crenshaw soltó una risita-. Quizás sea el propio Duque. Se dice que sus familias no se pueden ni ver. -Estoy seguro de que el gran duque de Thortonburg tiene cosas mejores que hacer que seguirme y romper la antena de mi coche -replicó Jonas irritado. -Solo intentaba frivolizar un poco, señor -se defendió Crenshaw-. Sería graciosos si fuera él, ¿verdad? -No lo creo. Y ahora, ¿qué va a hacer por esta señorita? -¡He rellenado el informe! -¿Y luego? -Lo enviaré, claro. -Quizás no fuera mucha molestia si usted fuera a la casa de... ¿Victoria, verdad? y le hiciera algunas preguntas a los amigos y vecinos -dijo Jonas, con expresión fría y dura en sus ojos. Crenshaw bajó la mirada. -Haremos lo que podamos. -Gracias -dijo Jonas, girándose hacia ella, de nuevo con ojos amables-. ¿Está bien? -Sí, sí -contestó Demi, dándose cuenta horrorizada de que le temblaba la voz. Miró angustiada su reloj-. Dios mío, llego tarde. Debo irme. -No va a conducir en este estado -dijo él despacio-. La llevaré donde necesite. -No es posible. Mi coche... -Haré que alguno de mis empleados se lo lleve. -En serio, no. - ¿Es porque no nos conocemos?

Una Boda Real- Jemi "Terminada"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora