capítulo 12

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La taza de té cayó de la mano de Demi y el líquido caliente se derramó por su falda blanca. La taza fue directamente al suelo y se hizo añicos. -Soy una torpe -dijo, sin mirarlo a la cara-. Me pareció que habías dicho... Se calló. Era demasiado ridículo repetir lo que le había parecido entender. Joe se moriría de risa. -Lo he dicho -confirmó Joe-. Lo siento. Te he pillado desprevenida. Entonces ella lo miró y empezó a temblar. -¿Lo... lo has dicho? ¿Me... me... has pedido que me ca... case contigo? -Oh, Demi, te he alterado. Ve a cambiarte y yo me ocuparé del suelo. Estoy seguro de que con una niña pequeña hay que tener cuidado con estas cosas, ¿verdad? ¿Dónde está la escoba? ¿O tienes aspiradora? Eso será mejor. Su preocupación por Carly la conmovió, incluso a pesar de estar atontada. Quería preguntarle por qué la había pedido en matrimonio, pero al mismo tiempo necesitaba unos momentos a solas. En una neblina se levantó y lo llevó al armario donde estaba la aspiradora. Lo dejó allí, mirando, obviamente sin saber cómo funcionaba una aspiradora. Demi miró por encima de su hombro antes de subir las escaleras. Y entonces supo lo que había sucedido realmente. Le había fallado la cabeza. Por supuesto. Joe Jonas no estaba de pie en el centro de su salón intentando averiguar cómo funcionaba una aspiradora. Y aunque así fuera, no la había pedido en matrimonio. Entonces él la miró y sonrió. Una sonrisa blanca y radiante que le iluminó los ojos desde dentro, una sonrisa que pareció más real que nada de lo que ella había experimentado en toda su vida. La cabeza no se iba así de fácil, ¿verdad? Antes daba algún aviso y además la suya parecía ser una mente fuerte y práctica. La había necesitado durante toda su vida, con su madre tan débil y su padre y Victoria siempre peleando. La había necesitado cuando su padre le había dicho que se librara del bebé cuando ella más había necesitado su apoyo. Demi llegó a su habitación, en lo alto de las escaleras, y pensó que su historial familiar debería ser suficiente para que Joe reconsiderara su propuesta. Pero él ya conocía algunas cosas, y también que había tenido una hija fuera del matrimonio. Y eso no lo había disuadido. Con el ceño fruncido, Demi se quitó la falda y le echó agua fría a la mancha, intentando no pensar en el dinero que le había costado. La mancha parecía rebelde y ella no supo hasta dónde llegaba el protocolo. ¿Debía dejar a un príncipe esperando en el salón mientras ella intentaba quitar una mancha de una falda nueva? Oyó el ruido de la aspiradora. Y tuvo la sensación de que la limpieza tampoco era algo protocolario. Trabajar en algo tan mundano y corriente como intentar quitar las manchas de la falda, le aclaró la cabeza. La fuerza volvió a sus piernas y su corazón se calmó. Escurrió la falda y la colgó con cuidado sobre la barra de la ducha. ¿Por qué la había pedido a ella, entre todas las mujeres, en matrimonio? ¡La conocía desde hacía menos de una hora! Parecía ser un hombre muy sensato. ¿Qué tenía en la cabeza? Demi abrió el armario y buscó entre su escaso vestuario. No tenía ningún sentido fingir ser algo que no era, así que sacó unos pantalones vaqueros desteñidos pero limpios, y se los puso sobre sus esbeltas piernas y caderas. Vio su imagen reflejada en el espejo junto a la puerta y se detuvo. Le pareció que parecía más joven de lo que se sentía, especialmente con pantalones vaqueros. Se metió el pelo por detrás de las orejas y se miró la cara. Sus ojos se veían enormes y la piel muy pálida. Una mujer debería estar maravillosa en el momento de su primera proposición de matrimonio, ¿verdad? Demi se sentó en la cama. Obviamente, no era esa clase de proposición. Él debía tener algún plan en mente. Joe no era el príncipe que se había enamorado al instante de Cenicienta en el baile. Se trataba de algo distinto, y el único modo de que ella lo averiguara era bajando las escaleras. Escuchó el ruido de su vieja aspiradora y se imaginó a Joe pasándola. Era un hombre tan seguro de sí mismo que imaginó que podría hacer cualquier cosa sin parecer fuera de lugar o ridículo. Se dijo que apenas lo conocía. Aunque de nuevo las acciones hablaban más que las palabras, y sí sabía cosas importantes sobre él, sabía que era un hombre amable, una buena persona. La aspiradora dejó de sonar. Oyó las ruedas recorrer el suelo mientras Joe la devolvía al armario. Respirando profundamente, Demi se levantó y se miró al espejo una vez más. Se vio delgada, cansada, asustada. Más bien un perrito abandonado que una damisela en apuros. Volvió a respirar profundamente, abrió la puerta y bajó los peldaños hacia su futuro.

Una Boda Real- Jemi "Terminada"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora