Demi estornudó y buscó otro pañuelo de papel. Debió imaginar que el bañador sería un error. En su intento por estar atractiva, se había resfriado. Y en ese momento tenía los ojos y la nariz rojos. Encontró sus álbumes de fotos y empezó por el más antiguo, el que le dio su madre cuando ella se marchó de casa. Era muy viejo. Un papel salió de su interior cuando ella lo levantó. Lo volvió a meter con cuidado entre las páginas y se llevó el pesado álbum a un cómodo sillón que había entre la cuna de Carly y su cama. La primera página era una foto de bebé de Victoria, que estaba algo amarillenta. El álbum presentaba la imagen de una familia feliz y armoniosa. Había fotos de meriendas y cumpleaños. Pero cuando Demi miró más detenidamente, le pareció ver que la infelicidad de sus padres siempre había estado allí. Algo distante en los ojos de su padre al mirar a la cámara y algo desesperado en los de su madre. Incluso cuando estaban juntos sosteniendo a su nueva hijita, Victoria. Pero quizá hubieran mentido a todo el mundo para proteger su dignidad y hacerle la vida más fácil a la niña. Luego había muchas fotografías de Demi y Victoria juntas, riendo, de la mano, siempre juntas, con idénticos bañadores, preparadas para ir a la iglesia con vestidos iguales... Demi suspiró, dándose cuenta de lo mucho que la echaba de menos. Pasó la página y se cayó el mismo papel que había caído antes. Estaba amarillento por el paso del tiempo. Con cuidado, Demi lo desdobló y encontró el certificado de matrimonio de sus padres. Todos los datos estaban bien, menos uno. Ese documento decía que sus padres se habían casado un año después de lo que ellos siempre habían dicho. Lo que significaba que Victoria había nacido seis meses después de la boda, para ser exactos. ¿Habría sabido Malcolm antes de casarse que ella esperaba un hijo de otro hombre? ¿Lo habría sabido y le habría ofrecido protección? Demi se puso pálida al ver el parecido con su propia situación. Pero Malcolm no era Joe. ¿O habría sido un hombre tan bueno como él al principio? En realidad, a Rachel le costaba trabajo creer esto último. Y la otra posibilidad también le parecía improbable. Era que su dulce madre hubiera sido capaz de casarse con un hombre sin decirle que estaba embarazada. Según los datos de ese certificado, ella estaba embarazada de tres meses, lo suficiente para no tener ninguna duda sobre su estado. ¿Y qué significaba que Maribelle le hubiera puesto a su hija el nombre del hombre que no se había casado con ella, un hombre importante que estaba casado con otra mujer? ¿Era debido a que amaba al Gran Duque y deseaba que algo de ese amor viviera en su interior? Había sido muy fácil ver siempre a Malcolm como un hombre frío y sin piedad, aunque Demi se preguntaba en ese momento si su madre habría tenido algo que ver. Malcolm no era ningún estúpido. ¿Cuánto tiempo habría tardado en descubrir que el corazón de su bella esposa no le pertenecía? Demi pensó en la ternura especial que su madre siempre había demostrado a Victoria, una ternura que Demi había deseado compartir, pero había sido excluida, a pesar de los esfuerzos de su madre por tratarlas igual a las dos. Pero ella había tenido el favor de su padre. Y era porque era suya. Demi no sabía si la historia era así, pero sospechaba que se estaba acercando a descubrir los secretos que habían provocado que su infancia fuera infeliz. En ese momento entró Joe. Se sentó a su lado y la miró muy serio. -Por favor, no me digas que algo va mal -le suplicó Demi. -Todo lo contrario. -Necesito buenas noticias. -Eso imaginé. Phillip abrió esto por accidente -dijo, dándole la carta del editor. Demi la leyó dos veces y sintió una enorme alegría nacer en su interior. Lo miró y sonrió, y deseó abrazarlo y que juntos dieran vueltas por la habitación. -¿Significa esto que he vendido un libro? -Sí -dijo Joe, esforzándose por parecer feliz sin conseguirlo. -Joe, ¿qué ocurre? No habrás oído algo de Victoria, ¿verdad? -Claro que no. Te lo habría dicho. Pero la estaba mirando como si memorizara sus facciones, corno si una parte de él se estuviera despidiendo. A ella le entró el pánico. -Demi, creo que he cometido un error. Ella se quedó muy quieta. Había imaginado que ese momento llegaría. Pero no había pensado que él notara tan pronto que ella no era la mujer apropiada. Claro que no lo era. En cualquier momento, su padre sería detenido como secuestrador, un hombre que había raptado a la mujer a la que había criado como a su hija. Joe podría haberse casado con una princesa o una duquesa, y seguro que su madre se lo habría dicho. Una mujer cuya historia, cuando fuera expuesta a la prensa, no incluyera un operario de telesillas en Canadá a quien le gustaba fumar cosas variadas. Pero Demi no quería que él viera el efecto que tenían sus palabras. Levantó la barbilla y se echó el pelo hacia atrás, esperando parecer despreocupada. ¿Por qué se le rompía el corazón? Apenas conocía a ese hombre.
Pero entonces recordó el momento en que lo vio entrando en la comisaría, cómo se acercó a aquel pobre hombre y le ofreció consuelo. Recordó cuando pasó la aspiradora y el modo en que jugaba con su hija y hacía castillos de arena. Quizás no supiera cosas de él. No sabía a qué colegio había ido ni en qué trabajaba en su despacho. No sabía si jugaba al ajedrez o le gustaba el arte. Esas cosas tardaban tiempo en averiguarse. Pero sí conocía su corazón. Había visto su alma y su bondad desde el primer momento. -Demi, he sido muy injusto contigo. Ella no se atrevió a hablar. Él apartó la mirada, confundido, fijándose en la niña que dormía. -He sido increíblemente egoísta y me disculpo por ello. Ella no dijo nada y bajo la mirada al álbum. -Demi, pensé que me necesitabas... -Joe señaló la carta-. Te he insultado al insinuar que me necesitabas para cuidarte, que yo podría darte más de lo que tú podrías conseguir. Me equivoqué. ¿Cómo podían herir tanto unas palabras que sonaban tan bien? Por supuesto, era parte de su regio entrenamiento, saber deshacerse de una situación incómoda con elegancia. -Quiero que te quedes aquí todo el tiempo que desees -añadió con suavidad-. Al menos, hasta que aparezca Victoria. Y luego te daré la casita del campo. Para ti y para Carly. Durante un instante, ella tuvo esperanzas. Seguiría viéndolo, vivirían en la misma isla. Sus caminos se cruzarían. Quizás llegaran a conocerse mejor. Pero sabía que no podía aceptar la casita. Era un regalo demasiado extravagante. Su orgullo no le permitiría aceptarla. -Demi, vi en ti la solución a mi problema, y en mí la solución a los tuyos, pero eso... -señaló la carta-creo que significa que todos tus problemas están resueltos. Todos menos los de su corazón, que se había roto. Y entonces, Demi supo la verdad. Lo amaba. No sabía cuándo había ocurrido ni dónde. Pero lo amaba. Y sería mejor que todo terminara en ese momento, ya que sentía que ese amor crecería día a día. ¿Y qué ocurriría cuando no fuera algo recíproco? ¿Se convertiría en una mujer como su madre, débil y desesperada? ¿Se convertiría él en lo mismo que su padre, un hombre amargado? No. Era mejor terminar cuanto antes. Demi estaba necesitando todas sus energías para no perder la compostura y desmoronarse. Pero el álbum de fotos cayó de sus manos temblorosas. Joe lo recogió. Se había abierto por una página y se lo puso en las piernas, con el ceño fruncido. -Demi, mira esta foto. Ella lo hizo. -Oh, siempre ha sido una de mis favoritas. Se tomó hace años, cuando Ginger era joven. Mi padre decía que iba a ser una perra de caza. Y ahí está, durmiendo bajo el sol, mientras los faisanes pasan por delante. Siempre pensé que era una foto de concurso -explicó, intentando mantener su tono jovial. -Demi, mira el fondo. Ella lo miró confundida y luego lo hizo y se quedó boquiabierta. La perra estaba en el porche de una cabaña hecha de troncos. Colgado de los troncos, se veía un rifle. Demi lo miró, se levantó y fue por el sobre que le había enviado Lance y sacó las fotos. Las estudiaron juntos, comparándolas. No había duda. -Ahí está tu hermana -dijo Joe, tomando su mano. Y entonces hicieron exactamente lo que ella había deseado cuando leyó la carta del editor. Joe la levantó por la cintura y la subió por el aire. -¡Ahí está Victoria! Se rieron juntos y ella pensó que su corazón iba a desbordarse de alegría y amargura a la vez. Pero memorizaría ese instante. Y cuando los días le parecieran solos y tristes, volvería a ese momento. -Me había olvidado de ese lugar -dijo, cuando finalmente Joe la bajó-. Es una cabaña de cazadores que perteneció al tío de mi padre. Lo había olvidado. -¿Pero sabes dónde está? -Sí, sí. -Voy a llamar a Grayson ahora mismo. Ella respiró profundamente. Deseaba más que nada que apareciera su hermana, aunque significara separarse de Joe. Él había dicho que la dejaría en libertad. Pero ella sabía que nunca volvería a sentirse libre. Parte de ella siempre querría volver a esos días mágicos en los que había sido la princesa de un cuento de hadas. Joe la observó con cuidado cuando ella le transmitió su decisión. Quería ver en su cara algo que indicara que no lo deseaba así, pero no apareció nada. Ella sabía, igual que él, que la carta lo había cambiado todo. -Sí, llamaré ahora a Grayson -repitió. El teléfono estaba junto a la ventana y cuando lo descolgó, vio que el sol se estaba poniendo. Tiró del cordón y cerró las cortinas. -Grayson, por favor. Soy Joe Jonas. Se giró y miró a Demi. Estaba muy blanca, pero le sonrió como si no le importara nada que su matrimonio hubiera terminado antes de comenzar. Joe se dijo que tenía que dejar de ser egoísta. Estaban a punto de encontrar a su hermana. Ella tenía derecho a estar feliz. Lance Grayson se puso al teléfono. -Demi ha encontrado una fotografía en un álbum familiar. El fondo es igual que el que enviaste. Te la paso para que te diga dónde está. Ella se acercó al teléfono. Joe la vio moverse con elegancia y belleza. En su interior había un grito que quería suplicarle a Rachel que lo amara, que se quedara, que compartiera la vida con él. Le dio el teléfono, le tocó la mejilla con suavidad y luego dio media vuelta y se marchó, cerrando la puerta en silencio.
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Una Boda Real- Jemi "Terminada"
RomancePrologo Demi Lovato necesitaba un caballero de brillante armadura... y el príncipe Joe Jonas precisaba una esposa. En otra época, este lo había tenido todo, pero aprendió que los príncipes no estaban por encima del dolor... ni a salvo de perder a lo...