capítulo 9

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La señora Brumble volvió a asomar la cabeza por la puerta y la llamó en un susurro. -No dejes que se te escape, niña. Fue un comentario embarazoso, pero también amable. La hizo sentirse como si las barreras sociales entre ellos no fueran tan importantes. La puerta volvió a cerrarse. - ¿Te apetece un té? -preguntó, aunque en el fondo estaba segura de que él diría que no y solo estaba esperando una oportunidad para decir adiós. No volverían a verse. No era un buen final para un cuento de hadas, aunque sí era realista. Pensar en no volver a verlo llenó a Demi de una extraña tristeza. A pesar de su clase, parecía algo poco común: un buen hombre. -Me encantaría -respondió él girándose y mirándola. -Entonces dame el abrigo. Él se lo quitó y, durante un instante, Demi lo miró fijamente, con el abrigo suspendido en el aire entre ellos. La prenda había ocultado gran parte de su atractivo masculino. Joe Jonas emitía una sensualidad casi eléctrica. Llevaba una camisa blanca inmaculada, de seda; en algún momento durante la noche había debido de quitarse la corbata y la americana. La camisa estaba desabrochada en el cuello, por donde asomaba un poco de vello oscuro, y enrollada en las mangas, mostrando sus antebrazos fuertes y musculosos. La parte apasionada de Demi, que tan a menudo había aflorado en el pasado, apareció de nuevo, justo cuando ella había creído dominarla. Pero allí estaba esa sensación en su estómago, ese deseo que le dejaba la boca seca. Agarró de un tirón el abrigo de Joe y se dio media vuelta. Sentía las mejillas ardiendo. Tardó mucho tiempo en colgar el abrigo en la percha. Incluso cuando terminó, se quedó unos instantes detrás de la puerta abierta del armario, con miedo a salir, con miedo de que lo que estaba sintiendo se viera reflejado en su cara. -El cuadro es muy bueno. ¿De dónde lo has sacado? -De un mercadillo -contestó Demi, cerrando la puerta de golpe. -Una buena compra -dijo Joe, y entonces la miró con seriedad-. Dime si estoy siendo demasiado impertinente, ¿pero es difícil ser madre soltera? -Al menos es anónimo. Él pareció sorprendido y luego sonrió. Eso le quitó años de encima y lo hizo parecer incluso más guapo. -Tienes razón. No es tan divertido como se pueda pensar que te reconozcan en todas partes y que tus problemas familiares anden en boca de cualquier sargento Crenshaw y señora Brumble -volvió a sonreír, de forma infantil y encantadora-. Por otro lado, si pertenecer a la realeza es mi mayor problema, deberías acercarte y darme una bofetada por quejarme. -No creo que mi vida sea tan difícil como tú imaginas -afirmó Demi con dignidad-. He disfrutado de cierto éxito como escritora. Acabo de terminar un libro que he escrito sobre niños. Si se publicara, me daría mucha libertad -explicó, sonrojándose al instante, ya que no le había contado a nadie lo del libro-. Por supuesto, hay aspectos duros al criar sola a una niña. Pero hay otras cosas maravillosas que compensan cualquier desafío. Joe miró a la niña, ocupada de nuevo vaciando la cesta que acababa de llenar. -No tengo que preguntar qué es lo bueno, ¿verdad? ¿Y lo duro? -En realidad creo que las mismas dificultades que cualquiera. Nunca hay bastante tiempo ni dinero -explicó, y entonces se dio cuenta de que él no podía tener ese tipo de problemas-. ¿Tienes hijos? Él la miró. -Mi esposa, Sharon, estaba embarazada de nuestro primer hijo. Un niño. Los dos murieron. -¡Oh, Joe! Lo siento muchísimo -declaró Demi visiblemente emocionada -. No debí preguntar. -Sinceramente, es un alivio cuando alguien no lo sabe. Como te dije, todo el mundo parece saberlo todo sobre mí. Algunas veces veo en una revista algo sobre mi vida que ni siquiera yo conozco. -Yo no las leo. No tengo televisión. No sé nada de ti que no sepas tú. Él se rió. -Vamos a tomar el té. Y luego quiero hacerte algunas preguntas sobre tu hermana. Demi se marchó y él sacó su teléfono móvil para llamar a Phillip. Le dijo dónde estaba y le pidió que fuera a recoger la llave del coche de Demi. Cuando guardó el teléfono, se dio media vuelta y casi tropezó con la niña vestida de rosa. -No deberías fisgonear -la riñó. Ella lo miró y movió las pestañas que rodeaban unos ojos del mismo tono verde que los de su madre. La ropa que llevaba la hacía parecer un osito de peluche. -No intentes engatusarme -dijo Joe -. No funcionará. Ella se rió y levantó los bracitos hacia él. -Arriba.

Una Boda Real- Jemi "Terminada"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora