capítulo 21

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Llegó la comida. Joe sabía que Demi se hubiera sorprendido al saber que a él le gustaban sus modales, perfectos y sencillos, sin fiorituras ni pretensiones. Y por supuesto, Carly comió con una energía encantadora, llenándose de ketchup de la cabeza a los pies. Después de comer y de haber limpiado a Carly, Joe sugirió un paseo por alguna de las tiendas. Deseaba comprarle a Demi y a la niña algunos vestidos y caprichos. -No sé -declaró ella incómoda y con cierto orgullo. -Demi, dentro de muy poco tiempo, si todo va bien, y creo que así será, te convertirás en mi esposa. ¿Vas a insistir en pagar la comida y el alojamiento? Además, para cuando lleguen las facturas, ya estaremos casados. -Joe, nunca he aceptado nada de nadie. Incluso de adolescente gané dinero cuidando niños y cosas así. No puedo depender de ti. -¿Qué estás sugiriendo, que vas a buscar trabajo después de que nos casemos? Entonces no podrías ocuparte de Carly y, además, para ser sincero, no supondría mucha diferencia, créeme. Ella se quedó callada. Joe respiró profundamente. -Piensa en esto como en un trabajo. Yo te he contratado para hacer un trabajo. Y no te pagaré en dinero, sino en vestidos, joyas y un bonito lugar donde vivir. ¿Puedes considerarlo así? -Difícilmente. -Demi, realmente eres testaruda. Ella sonrió. -Es mejor que lo sepas ahora. No me gustaría que te sorprendieras más adelante. -Vamos de compras. Solo compraremos algunas cosas básicas. Un par de vestidos para ti y para Carly. La ropa para Carly fue lo que la convenció. Joe conocía bien las tiendas de Thortonburg, ya que Roxbury era demasiado pequeño para ir de compras. Y a Sharon le gustaba la tienda Rosalitta. Él nunca había estado allí. Nunca antes había ido de compras con una mujer, excepto una vez con Sharon a una tienda de antigüedades que ella adoraba para buscar los detalles finales para el cuarto del niño. Rosalitta era un lugar muy formal. Entre los elegantes vestidos había sofás, estanterías y mesitas. A pesar de que Joe nunca había estado allí, lo reconocieron al instante. Con timidez, Demi eligió finalmente algunas prendas y una vendedora los llevó hasta los probadores, en la parte trasera subiendo unas escaleras. Al avanzar por la tienda, cruzaron la zona de lencería, y Joe vio un camisón blanco que le quitó la respiración cuando imaginó a Rachel con él puesto. Aunque sabía que nunca conseguiría que ella se lo comprara. Los probadores estaban en una sala con una gruesa alfombra rodeada de espejos, con unos elegantes asientos para los acompañantes. Demi desapareció detrás de una puerta de caoba, aunque a Joe le encantó poder ver sus tobillos por debajo. Le dijo a la vendedora que siguiera llevando prendas para probarse. Rachel parecía disfrutar. La vendedora montaba mucho alboroto diciendo lo bien que le quedaba todo y Rachel estaba maravillada. Durante tres o cuatro minutos, Carly se había contentado con quedarse sentada en la rodilla de Joe. Durante otros tres o cuatro, habían jugado a que la rodilla era un caballito. Después, él se tiró al suelo con la niña y la vendedora lo esquivó con gesto indulgente. Demi salió con una falda larga y una túnica a juego sin mangas, de un tono verde jade, igual que sus ojos. Él la miró mientras ella se contemplaba en el espejo con asombro. -Estás preciosa -declaró él. Carly intentó ponerse de pie sobre el estómago de Joe, perdió el equilibrio y terminó en el suelo. Como un experto, él la levantó y la sentó. -Joe, ¿cuánto cuestan las cosas aquí? -Susurró -. No hay etiquetas. -¿Dejas las etiquetas en los regalos que haces? -Claro que no, pero... -Son regalos. ¿No puedes simplemente aceptarlos? Carly, con esfuerzo, se puso de nuevo de pie sobre el estómago de Joe y volvió a caer. Joe la sujetó y volvió a mirar a Demi, que estaba con la vendedora, la cual tenía los brazos llenos de vestidos. -Solo me probaré dos más -le anunció-. Y entonces me decidiré por uno. Uno -recalcó, mirando a Joe. Él bostezó. Carly gateó sobre su pecho y también bostezó. Joe se sentía cansado y feliz. Había estado despierto la mayor parte de la noche pensando en la enormidad de lo que había hecho. Se cerró la puerta del probador. La vendedora pasó junto a él y sonrió al verlo tirado en el suelo. -Se llevará todo lo que le quede bien -le dijo Joe en tono bajo-, y eso -señaló el camisón blanco. -Señor, todo le queda bien. Es asombrosa, tanto por su belleza como por el hecho de que no se da cuenta de ello. Él sonrió. -Lo sé. -No es lugar para decir esto, y espero que me perdone si está fuera de lugar, pero conocí muy bien a su mujer. Soy Rosalitta. -Ella siempre hablaba de usted con cariño. -Todos la echamos mucho de menos. -Gracias -dijo Joe. -Normalmente no me atrevería a darle consejos, pero me hago mayor y a veces soy capaz de ver lo que otros no pueden. Su bella isla necesita una princesa y su corazón necesita compañía. Y pienso que ella -hizo un gesto hacia los probadores la apropiada. Rosalitta tenía razón. Estaba fuera de lugar. Pero él la perdonó, porque solo se había dado cuenta de lo mismo que él. Demi estaba hecha para él, unida a Roxbury, una mujer de un poder y gracia poco corrientes que iría creciendo con el paso de los años. -Mire a ver si puede convencerla para que se pruebe un par de cosas más dignas de una princesa -le dijo Joe a la vendedora. Y fue recompensado con una de las sonrisas más radiantes que nunca había visto.

Una Boda Real- Jemi "Terminada"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora