Joe volvió a guardar la aspiradora en el armario. No sabía cómo había podido guardarla Demi allí. El tubo no dejaba de salirse por la puerta, y entonces pensó que su vida carecía de esas pequeñas experiencias que para otras personas eran normales. Tras conseguirlo al fin, se inclinó sobre Carly y la miró. De vez en cuanto chupeteaba ruidosamente su pulgar y suspiraba dormida. La aspiradora había parecido un tren, pero ella había seguido dormida. Joe oyó un ruido detrás de él y se giró. Demi estaba bajando las escaleras, despacio, con la mano en la barandilla. Llevaba pantalones vaqueros y el mismo jersey blanco. A primera vista parecía una esbelta adolescente, pero había en ella algo profundo. Joe notó una gracia innata en el modo de moverse, la forma orgullosa de levantar la cabeza, el encanto de sus enormes ojos. Parecía una princesa más que cualquier mujer de las que él había conocido, y había conocido a muchas de sangre real. Algo salvaje despertó en él. Pensó en ir al pie de las escaleras, tomarla en brazos y darle vueltas por la habitación hasta que riera igual que había hecho la niña cuando su madre la había levantado. La miró y vio que sus ojos estaban muy grandes y brillantes, y supo que era por el miedo. Decidió que no era el momento de ahondar en su lado salvaje y ser tan insensible. Así que se quedó donde estaba, lejos de ella. -Siéntate, Demi. Traeré el té -le dijo con suavidad. Ella pareció a punto de protestar, pero no lo hizo. Tenía la cara tan pálida que él no creía que pudiera aguantar de pie mucho más. Así que Joe se llevó la bandeja del té y fue a la cocina. Era la cocina más pequeña que había visto. En realidad no sabía preparar té, pero si había conseguido pasar la aspiradora, también se las arreglaría. Después de mirar la tetera unos instantes, pensó que hacía falta agua caliente y, por lo que él sabía, del grifo salía agua muy caliente. Levantó la tapa y vio, para su alivio, que aún estaban las bolsas. Abrió el grifo de agua caliente y llenó la tetera. Aún quedaba leche y azúcar en la bandeja, así que solo necesitaba una taza más. Vacilando, abrió un armario. Todo estaba colocado y ordenado, con el espacio aprovechado al máximo. El armario que abrió contenía alimentos, así que lo cerró y abrió el siguiente. Allí encontró tazas y platillos, todos diferentes, y sacó uno de cada para reemplazar a los que se habían roto. Cargó la bandeja y abrió la puerta con la cadera. Ella estaba en la puerta principal hablando con su ayudante, Phillip Page. Los ojos de Phillip recorrieron la pequeña habitación y descansaron momentáneamente en el bebé, y luego se fijaron en él, que llevaba la bandeja. Phillip abrió mucho los ojos, pero hizo un saludo con su sombrero. -Buenas noches, señor. Joe dejó la bandeja en la mesa, sacó la llave del coche de Demi, se la dio a Phillip y luego cerró la puerta detrás de él. Ella lo miró. Su cara no estaba tan pálida. Estaba sonriendo un poco. Realmente parecía una adolescente. Si levantara los brazos, él podría verle el ombligo, y pensar en ello le dejó la boca seca. -Parece que tus empleados no están acostumbrados a verte servir el té. -Menos mal que no llegó cuando estaba pasando la aspiradora. Ella se rió. -Gracias por hacer que Phillip recoja mi coche. Cuando se lo describí, dijo que era como uno que él tuvo hace años. Demi había averiguado más cosas sobre Phillip en treinta segundos que él en tres años. Joe pensó que ella podría enseñarle muchas cosas sobre la vida y la gente. Cosas que él necesitaba saber si quería ser efectivo, responsable y compasivo cuando ocupara el papel de su padre como dirigente de la pequeña isla de Roxbury. Y tenía la sensación de que encontrar a Demi no había sido algo accidental, sino parte de la disposición del universo. Se sentaron y, esa vez, ella lo hizo en el sofá, a su lado. Él sirvió el té. Ella tomó la taza al instante entre sus manos, como buscando alivio en su calor. Él bebió de su taza y casi se puso bizco. Estaba horrible. Entonces le quitó a Demi su taza. -No lo tomes. Confieso que lo he hecho con agua del grifo. -Nunca habías hecho té antes, ¿verdad? -No. En ese momento, el armario de la aspiradora se abrió y el tubo se salió. -Ni habías pasado la aspiradora -sonrió Demi, y de cerca, él notó los dos dientes frontales un poco torcidos. -No, pero no seas duro conmigo, Demi. Tengo algunas cualidades excelentes. Ella lo miró recelosa.
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Una Boda Real- Jemi "Terminada"
RomancePrologo Demi Lovato necesitaba un caballero de brillante armadura... y el príncipe Joe Jonas precisaba una esposa. En otra época, este lo había tenido todo, pero aprendió que los príncipes no estaban por encima del dolor... ni a salvo de perder a lo...