El hermano Raymond tenía el típico aspecto de fraile, con su hábito marrón atada a la cintura con una cuerda. Parecía algo preocupado. Cuando Joe le puso el anillo, la miró de un modo que ella no supo descifrar, como embrujado y distante. Así no era como una novia quería que la mirara su novio, aunque fuera simplemente un trato de negocios. Y cuando llegó su turno y Rachel repitió las palabras del fraile, su voz tembló, mientras se hundía más y más en un territorio del que no podría regresar. -Puedes besar a la novia. Las palabras la pillaron por sorpresa. Joe la miró inseguro y ella supo que tenía que hacer una excepción a su regla. Demi se inclinó hacia él y se puso de puntillas. Sus labios se rozaron y se quedaron allí. Debió ser un beso rápido, sellando el acuerdo, pero no fue así. Y ella no lo rompió. Cuando el viejo fraile se aclaró la garganta, los dos se separaron y lo miraron. Demi se ruborizó. Miró de reojo a Joe, que parecía menos distante, y notó que el fraile les sonreía y había perdido su mirada preocupada. „ Los bendijo y los dos se alejaron de él. Fue entonces cuando ella notó que había dos personas, obviamente sirvientes, de pie en las sombras, testigos del matrimonio. Salieron fuera, el sol brillaba. Demi se fijó en los narcisos que florecían en los jardines alrededor de la iglesia y respiró profundamente. Joe parecía tenso e incómodo a su lado, la primera vez desde que ella lo conocía que no parecía seguro de sí mismo. -¿Qué te ocurre, Joe? Él intentó serenarse para que ella no notara su agitación. Hasta que no había estado frente al hermano Raymond y había empezado la ceremonia, no había sabido de la existencia de un sentimiento en su interior que solo había experimentado una o dos veces en su vida. Era la sensación de estar haciendo algo terrible, en contra de su alma. La sensación de estar traicionando su sentido de la integridad. Cuando la miró, sintió que casarse con ella era lo correcto. Y de nuevo la parte que pensaba que estaba mal lo asaltó. Era una mentira. Él no estaba realmente casándose con ella sino fingiendo casarse. No importaban sus razones. La verdad lo golpeó en la cara. Estaba mintiendo. Y lo peor era que estaba mintiendo delante de Dios. Ayudó a Demi a entrar en su Jaguar. Sabía que lo enredaría todo más al intentar ocultar a su esposa sus verdaderos sentimientos. -Nos han preparado un pequeño almuerzo -le dijo-. Tendremos un picnic antes de regresar. ¿Te parece bien o estás preocupada por Carly? -Aún no. -Podemos ir a buscarla. -No hace falta. Joe la llevó a un bosquecillo y de camino le fue contando historias de su juventud. Cuando detuvo el coche, fue a abrirle la puerta y luego sacó una cesta de mimbre del maletero. Extendió un precioso mantel de lino sobre la hierba y sacó fresas, champán, pan y salmón de la cesta. Demi se sentó, sirvió el champán y propuso un brindis. -Por el futuro. -Por el futuro -dijo él. Joe sintió que era la mujer más sensual que había visto nunca y, por él, su futuro incluía el celibato. En lugar de verse como a un novio, se vio como lo que era. Y se sintió horrorizado. Era un ladrón que le había robado el futuro a esa maravillosa mujer. Joe eligió una ruta distinta para volver al castillo, por una carretera serpenteante que recorría la parte alta de la isla. Seguía sin ser él mismo. Demi sentía una tensión que no había existido antes. Así que cuando ella vio la pequeña casita de piedra al final de la carretera entre un grupo de árboles, le pidió que parara. No sabía si fue por no poder soportar la tensión o porque le parecía la casita de sus sueños. -Este lugar me recuerda a algo -dijo Demi-. Un sueño que tuve. Tenía una casita en el campo, con Carly. -¿Te gustaría echar un vistazo? -Pero, ¿y si vive alguien ahí? Él se rió. -La casa pertenecía a uno de mis primos. Lleva años vacía. Este lugar está muy alejado. Detuvo el coche y ella salió. La casita era preciosa y, efectivamente, estaba vacía. Demi la recorrió, pensando dónde pondría el columpio y el tobogán. -¿Quieres entrar? -No estará abierta. Él se rió. -Obviamente has confundido Roxbury con un lugar mucho más emocionante. Aquí no tenemos muchos crímenes. Seguro que está abierta. Fue estupendo oírlo reír, ver animarse su expresión seria. Demi subió los peldaños y puso la mano en el pomo dorado. La puerta se abrió. El suelo era de piedra y madera; las paredes, color crema. Era más grande de lo que parecía, con un salón, un comedor, una gran cocina y tres dormitorios. La casa se veía vacía y desamparada con las motas de polvo bailando por el aire y las ventanas sucias. Pero ella podía imaginar perfectamente cómo quedaría con muebles, cortinas, flores y risas. Finalmente, miró a Joe, sonriendo. -Es un lugar precioso. Ya podemos irnos -dijo, sin poder evitar aprensión al pensar en regresar al castillo. -Es tuyo -dijo Joe cerrando la puerta tras ellos. -¿Qué? -Demi le miró. -Te lo doy. Mi regalo de boda. -Ya me has regalado el vestido. Joe se rió. -Cierto. Pero he pensado que quizás fuera más fácil para nosotros vivir aquí que en el castillo. Ella pensó en el tenebroso y enorme castillo, lleno de sirvientes, y sintió como si él le hubiera regalado el sol. -La verdad es que prefiero vivir aquí. -Entonces está hecho. Los dos se sobresaltaron cuando Phillip entró. -He estado buscándolo por todas partes, señor. Vi su coche en la carretera. Tuve problemas con su encargo de anoche, señor. Pasé unas horas desagradables con los de seguridad en el palacio Thorton, pero finalmente vi a Roland Thorton y le di su nota personalmente. El príncipe Roland me dio esto para usted. Joe abrió el sobre, leyó la nota dos veces y la guardó en su bolsillo. -Me pidió que le comunicara que quiere que usted y la señorita Rockford concierten una cita con un tal señor Lance Grayson, jefe de la División de Investigación de Seguridad. -Ya no es la señorita Rockford, aunque de momento, Phillip, me gustaría que guardara el secreto. ¿Puedo presentarle a mi esposa? El rostro de Phillip, siempre inalterable, registró sorpresa y luego alegría. -Los felicito a los dos -se adelanto, tomó la mano de Demi y se la llevó a los labios-. Princesa. -Por favor, ocúpate de que el helicóptero nos lleve a Thortonburg antes de una hora. -Joe, ¿qué ocurre? -Preguntó Demi-. ¿Por qué te envía un mensaje uno de los príncipes de Thortonburg? ¿Por qué el jefe de seguridad quiere vernos a los dos? Phillip salió en silencio y Joe respiró profundamente. -Tengo que decirte algo sobre tu hermana.
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Una Boda Real- Jemi "Terminada"
RomancePrologo Demi Lovato necesitaba un caballero de brillante armadura... y el príncipe Joe Jonas precisaba una esposa. En otra época, este lo había tenido todo, pero aprendió que los príncipes no estaban por encima del dolor... ni a salvo de perder a lo...