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- No lo entiendo, Hoseok. ¡Incluso le di un regalo! ¿por qué me evita?

Ya había pasado una semana de aquello y Yoongi no entendía qué había hecho mal. Jimin lo evitaba, si lo veía se daba la vuelta y buscaba la manera de desaparecer. Su enojo se hizo más grande cuando pudo ver de nuevo al chico del carro lujoso, ¿quién es?

O más importante: ¿qué son?

Mejillitas se había convertido en su meta personal, tanto así, que ni siquiera le importaba el sexo con otras chicas, tenía a una en la mira y no iba a parar hasta hacerla suya.

- Seguro ya se enteró de tu gran racha, Yoongi. Es normal que no quiera ser usada.

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Yoongi pasó todo el fin de semana pensando en aquello, ¿será que mejillitas piensa terrible de él? Eso estropeaba todo.

Y por algún motivo, eso mismo le hacía sentir intranquilo, no quería verse como mala persona ante sus bonitos ojos.

Ah... sus ojos. Brillantes y llenos de dulzura, una dulzura tímida que se esconde detrás de sus hermosos parpados cuando tienes el honor de ver una de sus sonrisas.

Y sí, lo estuvo espiando... bien, se escucha mejor "lo estuvo observando de lejos".

Pudo ver cuanto reía a lado de sus dos amigos. Aunque le molestaba un poco que estos fuesen un poco pesados con ella.

También vio que un par de días su broche estuvo adornando su hermoso cabello.

Pobre Yoongi, cada noche soñaba con poder hundir su nariz en esa cabellera tan hermosa. Sonreír y darle un besito en la frente y luego en los preciosos labios que Jimin portaba.

A veces llevaban brillo, otras eran de un color rojizo natural y en otras, y sus favoritas, estaban llenos de postre.

Se sentía tan envidioso de la servilleta...

Yoongi casi se golpea contra la pared hasta formar un hueco.

No, Jimin no podía gustarle de esta forma. No.

Tenía que olvidarse de una vez por todas de ella y la mejor manera sería obteniendo lo que quiere y seguir su camino.


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Paracetamol 〔Yoonmin〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora