Capitulo 1

411 48 5
                                    

Jungkook

Canela. Olia a canela. Aquel humano que me había alimentado con un trozo de pan, que me trajo cargando hasta su casa y hasta se tomó la molestia de secar mi pelaje con una toalla, todo a pesar de recién habernos conocido. Él olía a canela.

Es cierto que los hibridos, en especial los omegas, tenemos un aroma característico bastante intenso, ya que, es nuestra naturaleza. Aunque los humanos tambien tengan un aroma característico de cada uno, ninguno lo nota porque es bastante suave, los animales si llegan a notarlo pues tienen el sentido del olfato mas sensible. Por eso las mascotas humanas reconocen a sus dueños, aunque estén recien llegando a sus casas y les falten varios metros para llegar a la puerta de entrada, su mascota ya sabe que está cerca.

Tae olía a canela. El aroma mas dulce que habia llegado a sentir en mi vida. Aunque algunos amigos me dijeron en varias ocasiones que yo llevaba el aroma mas dulce de todos, segun ellos, mi aroma era a galletas de chocolate. Pero se equivocan, nada mejor que la canela. Eh dicho!

Aquella noche que llegué a la ciudad, y mas especificamente, a la casa aroma a canela. Tae me dejó pasear libremente por la casa, él iba siguiendome de cerca, sonriente. Mientras yo olfateaba todo en las habitaciones y en la sala, estornudando de vez en cuando porque me topaba con algo de polvo. La casa tenía un leve aroma a canela. También alcanze a sentir otros aromas, no supe muy bien de qué eran, pues se notaban demasiado suaves en el ambiente. Seguramente otras personas, amigos o familiares, que habían visitado a Tae alguna vez.

Luego del pequeño recorrido, Tae sacó una manta de uno de los cajones de su habitación y la estiró al lado de uno de los sofás de la sala. Asumí que era para mí asi que me acerque, la olisqueé un poco, me subí, di un par de vueltas para acomodarme bien y me acosté. Si, la manta era suavecita y olía a canela. Él me sonrió.

-'Te dejaré dormir ahí porque afuera aún hace bastante frío, pero no puedes quedarte dentro de la casa todo el tiempo -se sentó a un costado de mi y empezó a acariciarme suavemente la cabeza, me relajé.

-'Tengo la sensacion de que oyes y entiendes todo lo que digo -rió leve, me miró ladeando ligeramente la cabeza. Lo imité, mirándolo de la misma forma, y sonrió.

-'Suponiendo que realmente fuera así, te explicaré. Yo salgo algunos días, a veces de mañana, otras veces durante la tarde, a buscar trabajo. Si te quedas aqui encerrado todo ese tiempo, tu solo, temo que algo pueda pasarte -sonó sincero. Realmente, aún no me creía que se preocupara tanto por mí, a pesar de recién haberme conocido.

-'Podría prepararte algo en el patio, pero eso ya lo veremos mañana, ya es tarde -se puso de pie- Descansa 'Tata' -me acarició por última vez y subió por las escaleras al segundo piso, hacia su habitación.

La casa quedó en un silencio un tanto incómodo, y la luz de los faroles en las calles llegaba a iluminar tenuemente la sala donde yo me encontraba.

Pasados varios minutos, cuando creí que Tae ya no volvería a bajar, tomé mi forma humana y me estiré un poco. Estar tanto tiempo transformado en lobo, terminó entumeciendo un poco mis músculos de brazos y piernas. Solté un suspiro.

¿Qué debería hacer ahora?

Tae creía que yo podía ser su mascota, y quería cuidarme como tal. Por mi no había ningún problema, sentía algo tan extraño, diferente y a la vez especial cuando él estaba conmigo, que no me importaría pretender ser un 'perro' por el resto de mi vida sólo para estar con él, yo estaba completamente dispuesto a hacerlo. Pero no quería aprovecharme de él, de su bondad, de... su cariño. Me dió de comer, me dió un hogar, me ofreció su amistad. Aún así, yo sentía que sólo lo estaba utilizando, pero no podía contarle la verdad, mi verdad.

¿Cómo hacerlo? Si lo hago... ¿Y si me entrega a las autoridades humanas? ¿Y Si trata de venderme? ¿Qué tal si me odia por lo que soy? ¿Y si no lo vuelvo a ver? No, eso no lo soportaría.

¿Qué hacer? ¿Qué hacer?

Me volví a transformar en lobo y me acomodé en la manta, suavecita y canela. Con aroma a él.

¿Qué hacer? ¿Qué hacer?

Pasados varios minutos con la misma pregunta rondando por mi cabeza, me quedé dormido, no soñé nada, seguramente estaba demasiado cansado.

A la mañana siguiente, me despertaron algunos ruidos que venían de la cocina. Levanté la cabeza, vi a Tae, seguramente preparaba su desayuno para luego salir, tal como me había explicado la noche anterior. Volví a acostarme y di una vuelta por la manta para estirarme un poco. A los pocos minutos, oí como Tae se acercaba. Me incorporé rápidamente y me senté, observándolo atentamente. Él estaba con su sonrisa habitual y traía algo en sus manos.

-'Buenos días -saludó acariciandome la cabeza, sin borrar aquella sonrisa- Ya tengo que salir. Pero antes de irme quería dejar esto, es para ti -dejó algo en el suelo, me dió una caricia rápida y se puso de pie encaminandose a la salida- Adiós 'Tata' -se fue.

Un tazón, lleno de comida, para mi. Con letras negras, a un costado del tazón, se leía 'TATA'. El apodo que Tae me había dado, escrito en una letra cursiva bastante elegante. El apodo al que tendría que acostumbrarme si quería quedarme aqui. Con él.
Y enserio lo quería.

Empecé a comer despacio, no estaba acostumbrado a comer tanto durante el día, con una sola comida tenía que bastarme y sobrarme en la aldea. En el orfanato. Donde a veces incluso me quedaba sin comer por un par de días. Donde no tenía amigos, porque era muy tímido, porque estaba asustado. Me escondía de las parejas que venían a adoptar, entre alfas betas y omegas, venían a diario, pero yo tenía miedo de que nadie me quiera, por eso prefería no arriesgarme. Cumplí 19 largos años en aquel orfanato, el solo recuerdo de ese oscuro, frío y vacío lugar hizo que me estremeciera y me dieron escalofríos.

Ahí, en la casa que olía a canela, frente a un plato lleno de comida, que jamás creí que podría tener solo para mí. Delante de las letras en negro que señalaban mi nuevo apodo.
Ahí, me juré a mi mismo que me quedaría. No regresaría a la aldea, no tenía sentido hacerlo, no les haría falta mi presencia, ni les importaría mi ausencia.
Ahí, juré, que a pesar de tener que darle la espalda a mi raza, a pesar de tener que esconder mi naturaleza, me quedaría. Tae quería un amigo, yo podía dárselo. Yo quería quedarme con él, y así sería.

No importaba si yo no volvía jamás. Si no llegaba nunca a conocer a mi alfa predestinado, a un alfa que me ame. Aunque después de todo, nunca tuve muchas esperanzas de encontrarlo.

No importaba.

Si nunca llegaba a tener cachorros, a pesar de poseer la capacidad de tenerlos. Yo adoraba a los niños, naturaleza de omega. Pero no llegaría a tener uno.

Ya no importaba.

Y sobre todo, me juré a mi mismo, proteger a quien me dió protección, cueste lo que cueste.
Seré un simple omega, pero después de todo, soy un lobo, sé cómo defenderme y defender a aquellos que me importan.

Una extraña sensación recorrió mi cuerpo por un instante, empecé a sentirme... diferente. ¿Qué me había pasado? No tenía idea, pero no le di mucha importancia entonces.

Eso si, si alguien se atreve a hacerle algo a MI Tae, se las tendrá que ver conmigo.

Llegue a Enamorarme [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora