"Sentimientos extraños"
POV: William.
¡¡Carajo!! me encuentro frente a Ginebra esa maldita doncella que me ha robado el aliento, estamos en el comedor esperando a que la cena se nos sea servida, no puedo dejar de mirarla esos ojos tan azules como la inmensidad del mismo mar. Es tan bella, su piel es tan blanca que me apetece a besar cada rincón de su cuerpo. Esos labios color cereza carnosos y apetecibles me incitan a querer probarlos morderlos y que lleguen más allá de lo que la mente de un hombre puede imaginar. Esa inocencia que deseo corromper llevarla hasta los limites, arrastrarla a mi infierno por que eso es lo que soy, un demonio.
En eso me convirtió Isabella, en un bastardo sin sentimientos el día en el cuál me abandono y se largo con el que consideraba mi mejor amigo a pesar de que yo la amaba con locura. Desde ese día solo busco mujeres para follar prometerles un mundo entero para después dejarlas votadas como nada o por lo menos era lo que pensaba antes de que esta mujer se metiera a mi casa... a mi vida.
Pero todo cambio desde el primer momento en el cuál mire a Ginebra en el salón, me cautivó por completo. Tan tímida y observadora a la vez, en ese instante la quise solo para mi, de solo pensarla sin ese hábito me pongo duro, miles de pensamientos apoderándose de mi mente. Ginebra de rodillas entre mis piernas dándome placer. Y lo más jodido es este deseo que siento por ella crece cada vez más, estas ganas de tenerla en mi cama, de hacerla mía de una y mil maneras me vuelve loco, y sé que ella también siente esa atracción hacía mí. Ya que las dos veces que la he tocado he notado la tensión que se forma entre nosotros, puedo sentir a su inocente cuerpo temblar y me hace sentir orgulloso por que sé que el motivo soy yo.
Nos entregan la cena y comemos en silencio es tanta la tensión entre ambos que se podría cortar con unas tijeras. Ginebra evita que su mirada choque con la mía pasan los minutos el silencio es sepulcral ella se nota sumamente tensa ya que no dejo de mirarla, muerde su labio inferior, luce tan apetecible me encantaría probar su sabor.
La forma en la cuál bebe de la copa con agua es tan excitante, la forma en la cual relame sus labios inocentemente sin doble intención es jodidamente enfermo para mi, por que no la puedo tener no puedo hacerla mía y eso me molesta. No lo soporto me pongo de pie y tiro la servilleta sobre la mesa con enojo. Paso por su lado dirigiéndome a mi despacho, dejándola sola en la mesa ya que mi madre está indispuesta para bajar a acompañarnos. Me adentro a mi despacho azotando la puerta con rabia no sé lo que me pasa con esta mujer.Me dirijo al mini bar tomo una vaso y le agrego hielo y whisky, lo bebo todo de un solo trago esto me está afectando trataré de pasar todo el día en la empresa será lo mejor. Ella no merece que le haga un daño, paso la mano por mi cabello desacomodando las hebras. Tomo asiento en mi escritorio, me quedo pensativo mirando hacía ningún punto en específico pensando en esa intrusa monja que ha entrado a mi hogar. Solo para desestabilizarme emocionalmente, no puedo con esta tensión ya se a quien llamaré, tomo mi móvil seleccionó el número en pantalla, y la llamo al segundo tono responde.
─Emily te quiero en mi casa en 20 minutos, ya sabes donde se encuentra mi recámara.
Corto la llamada sin esperar su respuesta, salgo del despacho dirigiéndome a mi habitación, antes de llegar a los escalones mi instinto me hace buscarla con la mirada. Volteo hacía el comedor y no se encuentra, siento una punzada de decepción en mi pecho. Creo que ya ha de estar en su recámara, subo las escaleras como alma que lleva el diablo me dirijo a mi habitación tomo el picaporte y entro. Me despojo de mi camisa tirándola en la cama, desabrocho mi pantalón de vestir dejándolo caer por mis piernas quedando solo en bóxer, me adentro al baño abro el grifo hasta que el agua agarra temperatura. Me quito el bóxer y entro a la ducha, dejo que el agua tibia caiga por mi cuerpo relajando al instante mis músculos contados debido a la tensión que se ha acumulado en estos días desde que llego esa condenada monja a mi casa. El agua hace su trabajo y poco a poco me comienzo a sentir relajado aplico shampoo sobre mi cabello y enjabono mi cuerpo, quito el jabón menos mal la tensión se ha ido solo un poco, recargo la frente sobre la pared cerrando mis ojos, imaginando a la dulce Ginebra. ¿A que sabrán sus labios? quisiera tenerla junto a mi pero eso es imposible, se me ha metido a la cabeza la estúpida idea de lograr mi cometido lo único que sé es que la quiero en mi cama.
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Sentimientos Ocultos
RomantizmElla es Ginebra Bianchi dulce, pura, inocente y hermosa. Enfermera de profesión, chica de piel blanca y tersa con unos ojos azules que son capaz de volver loco a cualquiera, su inocencia la hace diferente a todas. Huérfana de padres, abandonada al n...