11. Tormenta

118 13 0
                                    

Estamos en casa. A salvo.

Mi compañero me ayuda a bajar de Ridar y me acompaña hasta la cama.

–No hace falta –le digo, –ya estoy mejor, de verdad.

Me siento y me apoyo en la pared. Él se sienta en su cama, delante de la mía y me mira.

–¿Estás mejor? ¿De verdad?

–Que sí, no te preocupes más que me sentiré mal –reímos.

–¿Qué ha pasado? –su mirada es triste y transmite preocupación.

–No estoy segura... Después de leer la nota, empezó a dolerme la cabeza –ladeo la cabeza un poco. –Es difícil y extraño de explicar, pero conocía algunas cosas que ponía en la carta y me vinieron algunas imágenes a la cabeza –frunzo el ceño desconcertada.

–¿Crees que puede tener relación con nuestro pasado o nuestros recuerdos?

Su pregunta me hace pensar en algo que hasta ahora no me había planteado. La primera nota que encontré no me dió ningún tipo de problema. ¿Por qué ésta sería diferente? Sé que es todo muy extraño y vivimos aquí perdidos en el mundo y perdidos en nosotros mismos.

Hasta ahora lo que hemos hecho ha sido construir un refugio para no morir y tener un dinosaurio aliado para poder explorar.

–¿Crees que nuestras familias estarán ahí afuera? –me pregunta.

–Claro que sí. Simplemente estamos perdidos –sonríe y le devuelvo la sonrisa.

–Y, ¿cuál es el plan ahora?

Me quedo un poco pensativa y digo:

–Imagino que podremos encontrar cosas más fácilmente desde el aire.

–¿Eso significa que...?

–Sip, intentaremos domesticar uno de los pájaros que sobrevuelan la montaña.

–¿Cómo lo vamos a hacer?

Teniendo en cuenta que no recuerda nada, voy a explicarle cómo funciona todo, en conseguir las flechas narcóticas y alimentar al animal hasta que nos coge confianza y se domestica.

***

Después de explicarle todo el proceso, empezamos a trabajar. Tenemos que ir a cazar algunas criaturas para conseguir carne y hacer que se pudra. Mientras él va a cazar, yo voy con Ridar a conseguir bayas narcóticas en cantidad. Todo parece tranquilo de momento.

Cuando he recogido suficientes bayas, cojo mi arco y mis flechas de piedra y ayudo a mi compañero a recolectar carne.

Por el camino le voy dando algunas bayas lilas a Hopi, quién está en mi hombro, y ella se pone como loca de contenta. Estamos juntos dando caza a un Parasaurio, cuando de repente Hopi empieza a emitir un sonido agudo mientras parece ladrarle al cielo.

–¿Qué pasa chica?

Él sigue yendo tras nuestra presa hasta que cae, mientras yo sigo preguntándome qué le pasa a Hopi.

–¡Ey! Vuelve. No sé qué le pasa.

Viene trotando con la carne en el inventario y mira preocupado y extrañado a Hopi. No ha dejado de emitir estos agudos sonidos desde hace un buen rato, siempre ladrando al cielo.

Nos dirigimos hacia casa cuando de repente oímos el claro sonido de una tormenta, pero no una tormenta cualquiera. Vemos las nubes oscuras y marrones a lo lejos y a los pocos segundos la tormenta de arena empieza a zarandearnos.

 Vemos las nubes oscuras y marrones a lo lejos y a los pocos segundos la tormenta de arena empieza a zarandearnos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

–¡Mierda¡ ¡Corre!

No vemos nada y nos cubrimos los ojos con el brazo, aunque de poco sirve. La tormenta hace dificultoso el seguir avanzando y la arena pica al rozar nuestra piel bruscamente.

–¿Dónde estás? –me grita.

Me giro con dificultad y veo una borrosa mancha oscura detrás de mí. Me acerco un poco hasta alcanzar su brazo y le cojo de la mano. Avanzamos juntos lentamente hasta que ya vemos nuestro refugio.

Al entrar, cerramos la puerta rápidamente y nos tumbamos en el suelo, exhaustos. Hopi nos mira y se frota las orejas.

–¿Estás bien? –me pregunta casi sin aire.

–Sí... –digo sin fuerzas. –¿Y tú? –asiente.

–¿Nos avisaba de la tormenta?

–Puede ser... Habrá que esperar a la próxima para comprobarlo –nos ponemos a reír.

Mientras pasa la tormenta, aprovechamos para hacer algunas flechas y flechas narcóticas y repasar nuestro plan. En unos minutos iremos a lomos de Ridar hacia una de las montañas que tenemos en frente de casa e intentaremos domesticar un pájaro. Ahora mismo no logro recordar cuál era su nombre, pero presiento que si lo veo de cerca podré recordarlo.

Después de fabricar unas cuantas flechas, nos sentamos cada uno en su cama y empezamos a charlar.

–Se siente un poco extraño estar tan solos, ¿no crees? –me pregunta.

–Un poco, aunque no creo que dure para siempre. Cuando consigamos sobrevolar el cielo podremos encontrar a nuestras familias y volver a casa, nuestra casa de verdad.

–¿Crees que estarán muy lejos? ¿Cómo de grande es esta zona?

–No tengo ni idea...

ARK: Tierra ArdienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora