Hemos estado todo un día sin dirigirnos la palabra. Él no ha dormido en su cama y yo, a pesar de estar en la mía, no es que haya dormido mucho. Doy golpes contra la pared de vez en cuando, intentando aliviar mi frustración, pero no me calma en absoluto. Me falta información y me guste o no, tengo que salir ahí afuera a encontrarla. Y lo peor de todo, sola no puedo hacerlo.
Me levanto de la cama decidida y salgo fuera de casa. Me acerco a Haru y empiezo a acariciarle por alrededor del pico. Su plumaje sigue igual de sedoso que el primer día. Hopi se asoma a la puerta y Ridar pasta tranquilamente. Alzo la vista hacia la terraza de arriba y veo la cabeza de mi compañero. ¿Estará durmiendo? Entro de nuevo en casa y subo las escaleras despacio y con cuidado. Me asomo levemente y veo que sus ojos están cerrados. Al dar un par de pasos más, la madera cruje, muy oportuna, y lo despierta.
–Hola –digo un poco tímida.
–Hola –me responde él intentando desperezarse sin que se note mucho.
Me sigo acercando hasta sentarme en la silla que hay a su lado. Nos quedamos mirando el horizonte un rato sin articular palabra y dejamos que el tiempo pase. Es una situación un poco incómoda, pero necesaria.
No pasa mucho rato hasta que ambos estamos dispuestos a hablar y a decir prácticamente lo mismo.
–Perdóname.
–Lo siento.
Ambos sonreímos, pero no es una sonrisa agradable, es más bien, una de esas sonrisas tristes que la gente pone para simular que todo va bien y esconder tu malestar y tristeza.
Seguimos mirando al horizonte. Pienso en todo lo que ha pasado estas semanas y es una locura. El calor inhumano que hace, las notas y recuerdos... Se podría decir que todo es una pesadilla, pero sé que estando junto a él, incluso el más árido paisaje como éste puede ser bello. Noto el roce de su mano en la mía. Nos acariciamos los dedos hasta que acaban entrelazados. Es la única compañía que tengo, y doy gracias a Dios por tenerle, la verdad. No creo que hubiera sido capaz de llegar muy lejos estando sola. Fijo que habría perdido la cordura.
–Tenemos que seguir –digo sin mirarlo. –Esas notas son nuestra salvación.
No dice nada. Sigue mirando al horizonte, sin moverse. De repente se gira hacia mí. Mueve los labios sutilmente, como si quisiera decir algo importante, pero acaba callando y acompaña el silencio con un suave "Sí".
Entramos en casa y nos abastecemos de nuevo. Primero iremos a por un Argentavis para él. y después saldremos de aventura.
–Sigue haciendo las tranquilizantes. Voy a crear la montura.
Ambos seguimos trabajando, como siempre, pero el ambiente es un poco incómodo todavía. Le miro de vez en cuando, y sé que él también me mira a mí. Hopi se sube a mi hombro y casi ni me doy cuenta, creo que ya me estoy acostumbrando a ella. Bebo agua antes de irnos y relleno los odres. Me subo en Haru y él se sube detrás mío, agarrándome por la cintura. Se sienta bien sentirlo, pero a la vez es extraño, no puedo explicarlo.
Damos un pequeño rodeo por una de las montañas de enfrente de casa hasta dar con un grupo de Argentavis. Hay bastantes dinosaurios peligrosos alrededor y vamos a tener que llamar la atención de uno para poder domesticarlo.
–Ese de ahí –dice.
Casi cegados por el brillo del sol en sus plumas blancas, intentamos seguirlo con la vista. Volando de un lado a otro hasta que al fin aterriza, nos acercamos lo suficiente para que nos vea y nos siga. Sería un suicidio dormirlo aquí, así que lo más sabio es atraerlo hasta una zona segura. Vamos volando despacio para que no nos pierda de vista y él se va girando para asegurarse de que sigue detrás nuestro. Diviso una zona apartada y segura, lejos de la montaña y me dispongo a aterrizar, cuando antes de hacerlo, él salta al suelo con la ballesta entre las manos preparado para darle. Me apresuro a aterrizar y sacar mi ballesta del inventario y empezamos a disparar. Se acerca a nosotros con las garras y el pico preparado e intentamos esquivarlo. Haru está tranquila a una distancia un tanto alejada para no ser atacada. Las rocas y los árboles de la zona nos ayudan a protegernos, y al ser dos, nos es más fácil disparar, uno hace de cebo y el otro dispara y antes de que pueda pegarnos se gira a por el que le ha disparado y así todo el rato. Esta vez no nos alcanzará con sus temibles garras.
–¡Se escapa! –grita señalando en la dirección en la que intenta huir.
–Tiene que estar a punto de caer. Un par de flechas más, ¡vamos!
Disparamos unas cuantas, fallando, pero por suerte o por destreza, él consigue acertarle una última flecha en la lejanía.
–¡Ha caído! –dice lleno de energía y alegre.
Saltamos juntos de la emoción, abrazandonos y dándonos un fugaz beso que hace que nos separemos al instante y nos sonrojemos dejándonos mudos. Casi sin saber cómo reaccionar, corremos hacia el lugar donde está y vigilamos que no venga nadie. Se acerca a él y le mete carne en el inventario.
–Es un macho –dice
–Uuuh. ¿Has oído eso Haru? –digo en un tono pícaro, pero ella se limita a mirarme fijamente sin entender nada.
Sus alas son blancas y plateadas y en la cabeza tiene un mechoncito verde clarito. La verdad es que al ser blanco, sus alas deslumbran un montón. Me acerco a él y le acaricio. Su plumaje es igual de suave que el de Haru.
–Espero que tengas un buen nombre pensado, sino, ya puedes pensarlo.
Me siento junto a él y nos miramos fijamente con una sonrisa de oreja a oreja. Aparto la mirada un segundo y me río.
–¿De qué te ríes? –me dice curioso.
–De todo, de la situación.
–¿Qué le pasa a la situación? –dice dándome un ligero golpecito de hombro.
–Sigue siendo... rara –bajo la mirada y me pongo a jugar con la arena del suelo.
–Oye... –levanto la mirada hacia él y me sujeta dulcemente la barbilla con sus dedos.
Nos quedamos mirándonos sin decir nada y al poco rato, vuelvo a agachar la cabeza y me muerdo el labio inferior sin que se de cuenta. Al mirarlo de esa forma, siento unas tremendas ganas de besarle, pero a la vez, es como que algo me echa hacia atrás. Y sin darnos cuenta, de golpe una sombra se cierne sobre nosotros. El Argentavis.
Él se levanta del suelo, le acaricia el plumaje y articula su nombre:
–Silver.
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ARK: Tierra Ardiente
FanfictionUna vez más, Diana se ve envuelta en un extraño suceso que la lleva a Scorched Earth, otro mapa de ARK. Un viaje salvaje y peligroso la espera, y más todavía estando en un gigantesco desierto.