Al abrir los ojos, un dolor tenso se acumula en mi cuello y otras zonas. Parece que me quedé dormida en una pésima posición. Me levanto para poder estirarme un poco y aliviar el dolor y veo como mis dinosaurios hacen lo mismo. Me paseo para saludarlos a todos y me sorprende el tamaño que ha cogido Arándano.
–Sí que creces rápido, ¿no? –tal vez pueda montarlo más pronto de lo que pensaba.
Cojo un trozo de carne y bayas, para variar, y como junto a la hoguera apagada, sentada en el suelo. Al acabar, me dirijo a la mesa de trabajo y fabrico el pico y la lanza de metal nuevamente. Ya vuelvo a estar equipada al 100%. No, espera. He aprendido algo muy importante: ¡¡PARACAÍDAS!! Me fabrico unos cuantos y sonrio complacidamente. Después de aquel horrible susto, no tengo ninguna prisa por volver a salir. Creo q tomarme uno o dos días de descanso no será malo. Necesito recuperar fuerzas y dejar descansar apropiadamente a Haru.
Así que la única cosa que se me ocurre que pueda hacer, es ir recolectando todos los materiales de la zona.
Después de tanto picar y picar, una buena parte de la cueva está totalmente limpia de recursos. Me ha llevado más tiempo de lo que pensaba, pero al fin y al cabo es lo que quería, que los días vayan pasando.
***
Nuevo día. Nada nuevo.
Seguimos descansando, entrenando un poquito de vez en cuando para no perder la fuerza y aguante y yo sigo recolectando materiales. Tengo suficiente para crear cualquier cosa.
Hoy estaba aburrida y me he puesto a dibujar y cotillear mi inventario para ver qué puedo fabricar. Una jarra de agua que sustituya al odre no me vendría mal, tiene mucha más capacidad y mantiene el agua fresquita más tiempo.
Ya no es solo un pensamiento. Adiós al odre y hola a la jarra.
Me dirijo a la charca para rellenarla y de paso me doy un remojón en el agua. Está fresquita, lo cual es raro dado el calor que hace siempre, así que se agradece. Vuelvo dentro del refugio toda empapada y me quito el traje del desierto para secarlo un poco cerca de la hoguera.
Picoteo bayas de vez en cuando y recolecto otras con Ridar poco a poco. Salgo a cazar pequeñas presas con mi arco o escopeta y relleno el comedero de carne y los armarios de piel y otros materiales.
Entro en mi tienda de campaña y me tumbo en la cama con Hopi encima. Vuelvo a mirar la lista de crafteos. Una ballesta tal vez sería más eficaz que mi arco... Me quedo dormida.
Después de un profundo sueño, salgo de la tienda. El horario lo llevo bastante mal, ya es de noche. La hoguera está apagada después de haber consumido toda la madera y mi ropa está seca. Picoteo más bayas y carne y me acerco a la herrería para fabricarme una ballesta. Dentro del armario dejo mi primer arco junto con otras herramientas antiguas y ropa que ya no utilizo.
Los dinos parecen tranquilos. Todo está en orden.
Vuelvo a entrar en mi tienda y abro la caja que tengo ahí: me quedo observando los dos Artefactos que hemos conseguido hasta ahora y giro la cabeza al escuchar a Hopi dar sus característicos saltitos entrando en la tienda.
–¿Qué te pasa? –le digo alegremente mientras le acaricio.
***
Vuelve a ser de día.
Bostezo y me levanto, cansada. Salgo de la tienda y veo a los dinos durmiendo o comiendo. Ninguno parece inmutarse al verme. Salgo hacia la charca para lavarme la cara y vuelvo a entrar corriendo un poco. Me acerco al comedero a recoger algo para desayunar y me siento en el suelo. Éstos días están siendo la mar de aburridos. No hago nada ni pasa nada interesante. Solo puedo pensar en salir de aquí.
Al terminar de comer, veo a Haru empezar a dar saltitos y batir las alas. ¿Qué le pasa? Se acerca y me empuja suavemente con el pico. Me pongo de pie y empieza a empujarme hacia la salida.
–¿Qué te pasa? ¿Quieres salir?
Ella alza el vuelo y empieza a dar vueltas en el aire, todo lo alto que el techo de la cueva le permite. Supongo que ya han sido suficientes días de descanso. Ma acerco a Arándano, quien está muchísima más grande, y veo como tiene la mirada fija en Haru. No aparta la vista de ella e inconscientemente va moviendo las alas de vez en cuando.
–¿Quieres volar?
Sus ojos se clavan en los mios, brillando, y Haru aterriza a mi lado. Creo que ya va siendo hora de que este pequeñín no tan pequeño se estrene. Vamos los tres a la parte más alta de la cueva y Haru se vuelve a alzar en el aire. Arándano la mira y da un gran salto hacia arriba a la vez que despliega sus enormes alas y empieza a batirlas. Del aire que ha generado al abrirlas y moverlas, pierdo el equilibrio y me caigo de culo al suelo. Pero casi ni me entero ya que me quedo embobada viendo la belleza del vuelo de ambos juntos.
Veo a Haru dirigirse a la salida de la montaña y él la sigue ansioso. Me levanto rápidamente y voy corriendo hacia la salida y me detengo en seco hasta llegar a los muros de pinchos.
–¡Tened cuidado!
No sé si me habrán oído o si me habrán entendido siquiera, pero espero que no les pase nada, al fin y al cabo, ¿quién iba a atacar a un dragón? Me doy media vuelta y vuelvo hacia mi pequeña base mientras saco de mi cabeza un problema menos: Arándano puede entrar y salir de sobras por la salida de la montaña, incluso tiene metros extra por si todavía crece un poco más.
Al llegar a la base, decido crear una silla y una mesa y las coloco. Crafteo también una antorcha de pie y la coloco al lado de la mesa para que me alumbre. Cojo papel y carboncillo y me pongo a dibujar y hacer garabatos, es lo único que puedo hacer ahora. Hopi se queda a mi lado jugueteando con el carbón, manchándose las patas y dejando sus huellas en un papel. Se la ve feliz y asombrada. La verdad es que es una escena la mar de tierna.
Las horas pasan y yo sigo aburrida y preocupada, Haru y Arándano no han vuelto. Doy vueltas de arriba abajo, recorriéndome toda la cueva una y otra vez, me tumbo en la cama y me levanto a los cinco minutos, vuelvo a hacer garabatos, vuelvo a caminar, acaricio a los dinos... ¡No puedo más!
Al poco rato veo cómo se adentran en la cueva Haru y Arándano hasta llegar a la base. Corro hacia ellos y cruzo los brazos.
–¡Estoy muy enfadada! ¿Sabéis lo preocupada que estaba? ¿Tanto rato teníais que estar fuera?
Ambos agachan la cabeza, entendiendo la negatividad de mis palabras y yo sonrio y corro a abrazarlos con fuerza. Parecen no entender nada pero me arropan con sus enormes alas.
–Y bien, ¿cómo ha ido?
Enciendo la hoguera, puesto que empieza a anochecer y está oscuro. Nos ponemos todos alrededor y Haru empieza a graznar y dar volteretas en el aire como queriendo explicar el viaje. No entiendo sus graznidos, pero tenemos un suficientemente fuerte vínculo como para saber que está la mar de contenta y se muere por volver a salir. A Arándano también se le ve muy contento y con ganas de batir las alas, pero ya sabe que su fuerza es descomunal y saldríamos todos volando.
Sonrío de oreja a oreja sin poder evitarlo y seguimos todos juntos alrededor de la hoguera hasta que los párpados empiezan a caer y poco a poco cada uno se acurruca a su manera. Antes de apagar la hoguera, me fijo en cómo se han acurrucado juntos Haru y Arándano y me voy a la cama inmensamente feliz junto a Hopi.
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ARK: Tierra Ardiente
Hayran KurguUna vez más, Diana se ve envuelta en un extraño suceso que la lleva a Scorched Earth, otro mapa de ARK. Un viaje salvaje y peligroso la espera, y más todavía estando en un gigantesco desierto.