–¿Ha ido bien el viaje?
–Sí. Aburrido, ya sabes, estamos en el desierto y no hay nada interesante.
–Cierto, pero eso no quita que hayan peligros. Hay que ir con cuidado.
–Tranquilo, siempre tengo cuidado –menuda mentira más grande le acabo de soltar.
–La próxima vez que salgas te acompaño. Como tú dices, es un desierto. En otras palabras, me aburro muchísimo –nos reímos.
–Oye... He estado pensando –digo mientras subimos a la terraza, –que tal vez sea mejor empezar de cero, siendo solo amigos. No sé si es porque somos las únicas personas desde hace meses, pero a lo mejor hemos ido muy rápido.
–Te entiendo y me parece bien, si con eso podemos mejorar nuestra relación –dice muy seguro. –De amistad, obviamente –un escalofrío me recorre el cuerpo.
Nos sentamos un rato viendo como diferentes animales inofensivos pasan por delante de nuestras vallas y empiezo a aburrirme, necesito hacer algo.
–No puedo estar sin hacer nada –él me mira extrañado. –Nos morimos de calor, es inevitable, ¿no?
–Supongo.
–¡Pues no! Si ponemos las paredes de adobe estaremos más frescos y además podríamos ampliar la casa.
–Sí que te aburres, sí... –nos reímos un rato y empezamos a coordinarnos para ir a buscar los materiales.
No puedo seguir quieta sin hacer nada. Necesito hacer cosas y también podría domesticar más animales. Miro las recetas para hacer el adobe y necesitamos madera, fibra, paja y arcilla, que ésta última se fabrica en el mortero con arena y savia de cactus... Ya me estoy arrepintiendo.
Pasan unas dos horas insufribles en las que hemos recolectado lo suficiente para hacer poco más del suelo de casa. Vamos taaaan lentos... Ésto será eterno a no ser que tengamos ayuda extra y estoy 100% dispuesta a conseguirla.
–Reúnete conmigo arriba.
Con una rama de carbón y un papel empiezo a anotar los pasos que seguiremos y las cosas que necesitaremos para conseguir evolucionar nuestra casa.
–Primero, con el metal que conseguiste el otro día, haremos una hoz de metal, suficientemente efectiva para sacar kilos y kilos de fibra. Segundo, picos de metal para extraer más fácilmente paja de los árboles. Y tercero, usar ese mismo pico de metal para conseguir savia de cactus. Esa es la parte fácil, ahora viene la complicada. ¿Preguntas? –niega con la cabeza mientras me mira abrumado. –Bien, para conseguir grandes cantidades de arena y madera vamos a domesticar dos dinosaurios nuevos.
–¿En serio?
–Calla y escucha, hombre. Madera: Diablo Espinoso, arena: Doedicurus.
–¿Diablo Espinoso no era el que expulsaba unos pinchos?
–Ese mismo –suspira, preocupado. –Escúchame, no va a pasar nada. Me he enfrentado a cosas peores –intento calmarlo. –Tú encárgate de crear las herramientas y ponte a picar como un loco. Tenemos armarios de sobra para dejar todos los materiales. Yo me encargo de los dinosaurios.
–Pero... –le dedico una gran sonrisa y me pongo en marcha.
Tenemos carne podrida de sobras gracias a los Argentavis y algunas bayas narco, pero no serán suficientes. Pongo a hacer narcóticos en el mortero mientras salgo a exterminar con Ridar todas las plantas de bayas que hay por la zona. Al poco rato ya tengo suficientes bayas para unas cuantas flechas. Mientras se siguen haciendo los narcóticos, sigo recolectando más bayas para tener de sobras y ayudo a recolectar fibra con la hoz.
Poco a poco los armarios se llenan de material y yo estoy preparada para irme. Me deben quedar unas horas antes de que se haga de noche, suficiente para capturar al menos uno de los dos. Y me decanto por el Doedicurus. Cojo todas las flechas narco que he creado y me monto en Ridar. Salimos de nuestro terreno y empezamos a explorar los alrededores en busca de un Doedicurus. Veo muchos Parasaurios y Morellatops, pero ni rastro de la bola. Hasta que nos acercamos a una zona rocosa y nos topamos con uno, tranquilamente caminando. Blanquito como una perla con algunas escamas negras y unos pinchos rojizos. Precioso.
Me aseguro de que la zona sea tranquila y dejo a Ridar a un lado. Tenso el arco y disparo la primera flecha. El Doedicurus se gira y carga hacia mí, por suerte, es bastante lento. Sigo disparándole hasta que está cerca de mi y me aparto a tiempo antes de que me parta la cabeza con un golpetazo potente de la bola de pinchos que hay en su cola. Tendré que ir con más cuidado. Intento dispararle en la cabeza y la cola ya que, no creo que le afecte mucho cuando las flechas quedan clavadas en su caparazón. Poco a poco va quedando como un erizo hasta que al fin, empieza a huír y se queda clavado en el suelo, convertido en bola y escondiendo todas las partes blanditas. Desde luego una buena estrategia de defensa. Me acerco a Ridar para comer algunas bayas mientras espero a que vuelva a salir. Los minutos pasan lentamente y me aburro de tanto esperar. Agarro las riendas de Ridar y decido esconderme detrás de unas rocas.
Al cabo de un rato, Ridar me avisa y veo como el Doedicurus sale de su caparazón. Instantáneamente le empiezo a lanzar flechas de nuevo hasta que por fin cae. Me acerco a él y le acaricio la cabeza mientras le pongo bayas en el inventario. Por fin podremos recolectar arena suficiente para la casa, y justo a tiempo, la noche está cayendo.
***
–Mira a quien traigo –grito desde fuera de casa.
–¡Wow! Es más grande de lo que me imaginaba.
–Es una bolita adorable.
–¿Le has puesto nombre?
–Eeeeh... ¿Rocky?
–¿Lo acabas de decidir ahora? –arquea una ceja.
–Puede ser –me hago la loca y entro en casa. –¿Cómo llevas la recolección?
–De momento bien.
En nada cenaremos algo e iremos a dormir, es entonces cuando por fin podré leer sus notas, siempre y cuando las lleve encima...
–Buenas noches –me dice.
Cada uno se tumba en su cama y me pongo de cara a la pared. No sé qué haré para mantenerme despierta tanto rato hasta que se duerma. De momento acaricio a Hopi pero, es tan suave que no ayuda.
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ARK: Tierra Ardiente
FanficUna vez más, Diana se ve envuelta en un extraño suceso que la lleva a Scorched Earth, otro mapa de ARK. Un viaje salvaje y peligroso la espera, y más todavía estando en un gigantesco desierto.