10. Ruinas

133 16 11
                                    

–Yo... No recuerdo nada... –dice aturdido.

–¿Qué? ¿Tú tampoco? –me mira extrañado y preocupado. –Desperté hace tres días sin recordar prácticamente nada, pero a poco ya voy recordando. Me he asentado aquí porque fue la primera veta de agua que encontré, y estaba buscando el lugar del cual provengo, pero... –dejo de hablar y lo miro.

–Yo... no sé cuánto tiempo llevo aquí, tal vez lo mismo o tal vez más. Aparecí en el desierto y perdí la noción del tiempo. Y cuánto más tiempo pasaba caminando, más borroso veía y cansado estaba... Hasta que me desmayé y por suerte tú estabas cerca –mira al suelo, confuso.

–Bueno... Me llamo Diana, por cierto –digo extendiéndole la mano para saludarnos.

–Te diría el mío, pero tampoco lo recuerdo...

Le paso la mano que había extendido por la espalda, consolándolo.

–No le des vueltas a eso ahora, vamos a intentar dormir un poco y mañana hablamos con calma.

Apago la hoguera y nos metemos en casa. Nos tumbamos cada uno en una cama de las que he puesto y empezamos a dormir. Doy vueltas y vueltas en la cama. Tengo curiosidad por explorar las ruinas de la ciudad y ver si encuentro alguna pista sobre lo que era. Tal vez encuentro alguna pista sobre mi familia o mi hogar. Lo que sea.

Los párpados empiezan a caer y poco a poco me quedo dormida sin darme cuenta.

***

Al despertar, me giro y veo que mi invitado no está en su cama. Al salir de casa lo veo sentado frente a la hoguera.

–Buenos días –me dice con una sonrisa.

–Buenas días. ¿Qué haces aquí fuera? Pensaba que te habías ido y estaba preocupada.

–Tranquila, si me fuese, al menos me despediría.

Sus palabras me reconfortan, y su presencia también. Saber que no estoy sola se agradece y tener la compañía de otra persona me hace sentir más segura. Tal vez si nos ayudamos mutuamente podremos llegar a nuestros poblados o ciudades y conseguir que vengan a nosotros nuestros recuerdos uno a uno. Juntos somos más fuertes.

Me siento a su lado y me quedo mirando a la nada.

–Quiero volver al sitio donde te encontré.

–¿Para qué?

–Quiero explorarlas, necesito ver si encuentro alguna pista del sitio de donde provengo.

–Comprendo... Puedo acompañarte si quieres. A lo mejor encontramos algo que me ayude a recordar a mí también –asiento con la cabeza.

–Me parece bien. Puede que Ridar pueda llevarnos a los dos.

Me pongo en pie y cojo algunos materiales de casa por si acaso. Ridar tiene varias bayas en el inventario que podemos coger cuando tengamos hambre o sed, y antes de partir, le hago un arco y algunas flechas a mi compañero.

–¿Crees que sabrás usarlo? –le digo mientras le doy el arco.

–No lo sé.

–Puede que lo usaras antes de perder la memoria como yo. Tal vez tienes buena puntería y todo y no te acuerdas.

–¿Quién sabe? Ja ja ja ja ¿Vamos? –me dice alegremente.

Me subo encima de Ridar y ayudo a mi compañero a subir. Espero que pueda con los dos, pero de momento no tiene quejas y parece que el ritmo es el de siempre.

Ridar camina entre las rocas y árboles que vamos encontrando y vamos rodeando algunos dinosaurios pasivos y esquivando a los agresivos con el radar de Ridar.

Cada vez que salgo de casa recuerdo más y más cosas. Los nombres de los diferentes dinosaurios envuelven mi mente y eso me hace sentir bien. No debe quedar mucho para que lo recuerde todo.

Llegamos a la zona de desierto y ambos empezamos a estar alerta con el arco preparado, por aquí hay varios dinosaurios peligrosos. Veo las ruinas a lo lejos y mi corazón se acelera. Sin pensarlo dos veces, bajo del Parasaurio y voy corriendo con el arco en la mano hacia las ruinas.

–¡Diana espera!

Al llegar a la zona, me freno en seco y miro hacia arriba, son construcciones enormes y parecen bastante antiguas. Mi compañero camina a mi lado y ambos empezamos a caminar por entre medio de las ruinas. Ridar nos sigue detrás y hace ruidos nasales cada vez que presiente a un enemigo. Los dos estamos embelesados con lo que ven nuestros ojos.

–Esto parece muy antiguo, no tiene pinta de ser el lugar del que procedemos –digo mientras seguimos caminando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

–Esto parece muy antiguo, no tiene pinta de ser el lugar del que procedemos –digo mientras seguimos caminando.

–Ey. Ven, mira.

Me acerco a donde él está y veo delante suyo una cajita de madera, tal como la que yo encontré el otro día. La cajita en cuestión, está cubierta de arena y es prácticamente igual que la anterior. La cojo con cuidado, el corazón me va a cien. La abro con cuidado y ahí está, otra nota. La cojo y empiezo a leer en voz alta:

Que ingenua fui... Los he puesto a todos en peligro... Muchas personas han muerto por matar al Dragón. Furia casi me mata a mi y por poco no salimos vivos de ésta. La lluvia y la ceniza lo cubre todo, los cadáveres. Todos nos agachamos y estamos juntos a nuestros amigos o dinosaurios caídos. Esperaremos a que el resto vuelvan y los enterraremos.

–¿Qué crees que significa? –me pregunta.

–No tengo ni idea... ¿Había una dragón que atacó la ciudad? ¿Serán mensajes de nuestros antepasados?

Empieza a dolerme la cabeza. Me llevo la mano a la frente y noto que me tambaleo. Mi compañero me coje por los hombros y me pregunta si estoy bien, pero oigo su voz como si estuviera lejos de mí. De repente empiezo a presenciar imágenes rápidas que dan vueltas por mi mente. Una bestia sin igual, peligrosa y terrorífica. Sé que esa bestia es Furia, el nombre de la nota. Pero no sé qué es ni porqué de repente la veo en mi cabeza. ¿Por qué estoy tan segura de que esa bestia es Furia? ¿Qué tipo de dinosaurio es?

–No sé qué me pasa... Necesito volver a casa y tumbarme.

Mi compañero me mira preocupado y asiente. Se sube esta vez él primero a Ridar y me ayuda a subirme detrás suyo. Mientras pone rumbo a nuestro pequeño hogar, yo miro hacia atrás desconcertada, con una mano en la cabeza y la otra en el pecho, sujetando la nota.

ARK: Tierra ArdienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora