Por fin me he recuperado y estamos a unos días más o menos de llevar un mes aquí. Hoy podré quitarme las vendas definitivamente y ver lo que mi compañero ha hecho. Y estrictamente me ha dicho que no me mueva hasta que él esté conmigo y ya me haya quitado las vendas. Que emoción.
–Bueno a ver, vamos a quitarte eso por fin.
Con cuidado se acerca a mí y empieza a retirarme las vendas. Una a una van quedando en el suelo, y al terminar, me inspecciona con delicadeza e intento hacer movimientos para adaptarme. Duele un poco, pero no es nada. Él sonríe al verme bien y me extiende una mano para ayudarme a levantarme. Una vez en pie, Hopi trepa por mí hasta llegar al hombro. Le hago unas caricias y frota su mejilla contra la mía.
–Madame –me dice mientras coloca su brazo para que lo entrelace con el suyo.
Paso mi brazo por el hueco del suyo y juntos recorremos nuestro pequeño hogar. Salimos fuera y lo primero que veo es que la veta de agua ya no está, en su lugar hay un pozo que almacena mucha más agua.
–¡Dios, esto es genial!
–No te emociones tanto a ver si te vas a hacer daño.
Juntos nos acercamos al pozo y bebemos un poco de agua. El clima ahora mismo está bastante tranquilo y se puede disfrutar en el exterior. Después de beber y jugar con el agua, me fijo en los enormes muros de pinchos que rodean nuestra casa y un terreno para nuestros animales. Ahora podemos estar seguros de que nada va a poder entrar.
–Es genial... ¡Y la puerta grande! –digo dirigiéndome a la gran puerta de madera para los dinosaurios. –En serio, es genial todo esto.
–Me alegro de que te guste –el sonríe con orgullo, y no es para menos. –¡No, no! No te gires –me dice apresuradamente al ver que me voy a dar la vuelta hacia la casa. –Cierra los ojos.
–Pero, me voy a caer.
–Que no, mujer de poca fe, yo te sujeto y te guío.
–Está bien, pero como me caiga te pego.
Ambos reímos cómodamente. Me rodea un brazo por la cintura y con la mano que le sobra me sujeta una mano. Empezamos a caminar. Voy un poco con miedo, no veo nada y parezco estúpida andando. Levanto las piernas los suficiente como para no tropezarme con una piedra, aún así, él me va avisando de cuando hay algo con lo que tener cuidado en el camino.
–Vale, estamos en la puerta de casa, así que ten cuidado con los escalones de la entrada. Eso es, uno y dos. Perfecto –me va guiando. –Vale pues creo q a partir de aquí ya puedes abrir los ojos y subir las escaleras tú sola.
Le miro con una sonrisa de oreja a oreja. No puedo controlar la emoción y empiezo a subir con cuidado de no caerme. Una vez arriba, el techo es un poco bajo, pero solo durante un momento, luego se alza.
–Woow... Esto es...
No tengo palabras. No es que sea la gran cosa, pero es un perfecto detalle. Una terraza en la que poder relajarse, con barandillas para no caernos, sillas y una mesa para poder comer. ¡Incluso un techo para que no nos dé el sol!
–¿Qué te parece? ¿Te gusta?
–¿Que si me gusta? ¡Es genial! –digo enérgicamente y muy contenta. –Ya estoy deseando venir aquí arriba y descansar con la brisa.
Me acerco a él y lo abrazo. Él me devuelve el abrazo con cuidado y nos quedamos ahí un rato.
***
–¿Estás segura?
–Sí.
–¿Y sabrías llegar?
–99%
–Wow, es un porcentaje muy alto, hehehe.
Después de un rato hablando relajadamente de temas sin importancia, hemos continuado con nuestra conversación de buscar las notas. Y hemos llegado a la conclusión de que sería muy práctico domesticar otro Argentavis para él. Voy a ir al sitio al cual me llevó Haru y recogeré una nota en unas ruinas que vi, despues de eso, iremos a buscar otro Argentavis y seguiremos buscando. Es algo tedioso y aburrido, pero nos estan abriendo los ojos de lo que supone nuestra situación.
–Me voy ya, nos vemos en un rato –nos despedimos.
Me monto en Haru y con Hopi en el hombro, y partimos hacia el Arca Verde. Tengo que ir con mucho cuidado y estar bien alerta. El sol va a molestar bastante estando tanto rato a su alcance, así que tendré que ser rápida para no achicharrarme.
El paisaje es igual de aburrido y caluroso que siempre, no hay mucha agua en el mapa y eso no es de gran ayuda. Y hablando de agua, solo me quedan unas gotas en mi odre...
Al llegar al Arca Verde, inspecciono cuidadosamente con la mirada que no haya nada debajo del agua ni fuera que pueda ser un problema. Aterrizo y me arrodillo sin pensarlo a la orilla del lago. Bebo agua hasta estar satisfecha y lleno mi odre. Hace muchísimo calor y milagrosamente el agua no está caliente. Junto las manos y creo un cuenco para recoger agua. Muevo la cabeza hacia un lado intentando apartarme el pelo y me tiro el agua a la cara. Repito el proceso y esta vez la tiro por mi cabeza. Para finalizar, aprovecho que tengo las manos húmedas y me las dejo unos segundos en la nuca. Dentro de zerocoma volverá a ser vapor y yo volveré a morir de calor. Hopi también se ha refrescado un poco con sus adorables patitas y Haru Ha metido la cabeza y el pecho y ahora me está salpicando mientras se quita el exceso de agua.
Todas fresquitas, nos ponemos en marcha otra vez. Al poco rato llegamos a la zona, que estaba al lado, y observamos desde la distancia. Los árboles están secos, sacados de una historia de terror. Sus ramas se retuercen dolorosamente intentando atrapar a cualquiera que pase cerca. Huesos gigantes yacen en la arena y entre todo ese terrorífico caos, dos columnas de piedra formando un arco me llaman. Ahí está, nuestro destino.
Me bajo de Haru y me acerco con cautela y ansia. Veo la cajita de madera. Sonrío al cogerla y sin poder contenerme saco la nota y la leo:
Theo y Sonia han sido de mucha ayuda. Me han curado y han cuidado de mí. También me informan de todo lo que pasa en el exterior y del daño que les está haciendo Liam a mis amigos y aliados. No sé lo perdonaré.
Un intenso dolor, tanto físico como mental, me sacude violentamente. Ese nombre, Liam, resuena en mi cabeza con dolor y agonía. Me siento un momento en las rocas de las ruinas y respiro tranquilamente. No pasa mucho hasta que un lobo se acerca corriendo hacia mi posición irrumpiendo así mi momento de tranquilidad.
Me monto corriendo en Haru y volvemos a casa.
Al llegar, veo a mi compañero estrenando una de las nuevas sillas de la terraza. Me saluda y espera pacientemente a que llegue arriba.
–¿La tienes? –me pregunta, y yo le extiendo la mano con la nota en ella.
Después de leerla, veo que empieza a hacer gestos de incomodidad y enfado.
–¿Todo bien?
–Ese nombre... tengo ganas de hacerle pagar por lo que hizo...
Me quedo pensativa un momento. ¿Él también conoce ese nombre? Esto hace desencajar todas las piezas del puzzle que hasta ahora teníamos bien encajadas. ¿Significa que no tiene importancia la caja en la que provenga la nota? ¿O es una mera casualidad que ambos tengamos sentimientos con ese nombre? Sea lo que sea, escapa de mis pensamientos ahora mismo.
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ARK: Tierra Ardiente
Fiksi PenggemarUna vez más, Diana se ve envuelta en un extraño suceso que la lleva a Scorched Earth, otro mapa de ARK. Un viaje salvaje y peligroso la espera, y más todavía estando en un gigantesco desierto.