40. Mantícora

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Al abrir los ojos aparecemos en una plataforma similar en la que estábamos. Doy una lenta y curiosa vuelta sobre mí misma fijándome en cada detalle del sitio en el que nos encontramos. El paisaje es en su mayoría rocoso y hay un par de columnas de piedra que se elevan unos cuantos metros del suelo. El cielo está cubierto por nubes polvorientas, dándole al ambiente un tono oscuro y anaranjado, como si hubiera habido un incendio muy seco. Hay algunos huesos enormes en el suelo, como los de las cuevas, y algunas construcciones en los muros, como puertas y arcos.

Hecho de menos el azul del cielo...

Hecho de menos el azul del cielo

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De repente aparece. Una sombra empieza a dar vueltas a nuestro alrededor. Clavo mis ojos en los suyos, con la boca abierta y el corazón latiendo muy deprisa. Sus ojos, amarillos, brillan y se ven desde la distancia. Posa sus enormes y pesadas patas con garras afiladas en lo alto de una de las columnas. Nos mira. Abre las alas proclamando que es el Rey del lugar y hace un rugido que retumba por las paredes.

Esa es la señal. Empieza la batalla.

Trago saliva, asustada y miro a Connor. Parece más asustado que yo y se aferra al cuello de Silver con fuerza.

–¡Todo saldrá bien! –grito para que me oiga. –¡En unos minutos estaremos en casa! –él asiente con nerviosismo.

La Manticora baja de lo alto de la columna rocosa y dispara unos orbes de un color muy venenoso. No nos da de milagro y emprendemos el vuelo para poder esquivar más cosas. Le silbo a Haru para que nos siga y empezamos a dar vueltas por el lugar, pero más pronto que tarde, empiezo a tener problemas con Arándano. El sitio es realmente pequeño y la cúpula que nos tiene prisioneros empieza a ser agobiante con el Wyvern. Decido dejar que Haru y Silver den las vueltas por el aire y nosotros nos enfrentaremos a la Mantícora en el suelo.

Empiezo a descender cuando oigo el grito ahogado de Connor.

–¡CUIDADO!

Unas espinas puntiagudas se aproximan a nosotros. Por suerte, Arándano consigue cubrirse en una de las columnas rocosas. Respiro muy aceleradamente y escondida detrás de la gran columna, aprovecho para analizar los ataques de la Mantícora durante un instante. Haciendo el recuento, parece que escupe bolas que parecen tóxicas y dejan un humo la mar de siniestro al explotar contra algo, lanza unas espinas desde su cola, como los Diablo Espinosos, zarpazos, mordiscos y crea odiosas nubes de polvo al agitar sus alas estando cerca del suelo.

Silver y Haru siguen atacando con fuerza. Salgo de detrás de la columna con Arándano y sorprendemos a la Mantícora con unos furiosos rayos. Sus ojos amarillos brillantes se clavan en mí y empieza a pegar a Arándano. Con tanto movimiento Hopi casi sale disparada y la sujeto bien fuerte con una mano mientras con la otra intento no caerme sujetándome a Arándano. Me fijo en su cabeza de león, sus ojos que brillan y sus dientes afilados. Me fijo en los cuernos que le salen de la cabeza y en la punta de su venenosa cola de escorpión. Es una bestia poderosa y peligrosa, ligeramente más grande que Arándano. Me da miedo... Me asusta tener algo tan colosal y salvaje tan cerca de mí, sin ningún tipo de protección.

ARK: Tierra ArdienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora