22. Grieta

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Me río enérgicamente viéndolo disfrutar tantísimo. Con los brazos extendidos hacia los lados y gritando a pleno pulmón. Se siente libre al sentir el aire fresco en su cara. No puedo ocultar mi felicidad al verle así de contento.

Juntos, sobrevolamos toda la zona en busca de más notas. Ascendemos, bajamos, damos piruetas... Nos dirigimos al Arca azul ya que es la única a la cual todavía no nos hemos acercado. Lo veo descender y lo sigo. No lo había visto, por suerte él sí. una pequeña cúpula sujeta de cuatro columnas y otras rotas alrededor guarda una caja de metal.

–Ábrela tú –le digo sin bajarme del Argentavis

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–Ábrela tú –le digo sin bajarme del Argentavis. –Yo me adelanto a ver si encuentro más notas y las leemos en casa.

–Me parece bien –dice mientras se baja de su Argentavis. –Igualmente ve hacía el Arca azul. El primero que llegue espera al otro.

Asiento y vuelvo a ponerme en marcha. Tengo los ojos bien abiertos en busca de alguna nota más y por el camino me paro en algunas vetas de agua o lagos pequeños a refrescarme y rellenar el odre. La verdad es que está todo muy tranquilo, aquí arriba no hay ningún peligro y puedes cerrar los ojos aunque sea un segundo para disfrutar del momento.

Por el camino me encuentro una nota más, de una caja de metal, y nada más interesante. Me acerco al Arca Azul y decido esperarme en lo alto de una solitaria montaña, pero sin bajar de Haru. Por suerte no me hace falta esperar demasiado. Lo veo volando dirigiéndose hacia el Arca y le grito mientras muevo el brazo para llamar su atención. Al verme, cambia el rumbo y se acerca a mi posición.

–Casi ni te veo.

–Perdona, es que he visto que era perfecto por la tranquilidad que hay. Si hubiera ido abajo, tal vez me hubiera encontrado con depredadores.

–Lógico. ¿Has encontrado algo? –me pregunta con una amable sonrisa.

–Una. Caja de metal –respondo. –¿Y tú?

–Dos. La que has visto estando conmigo de la caja de metal y una en una de madera.

–Uuuh. Tengo ganas de llegar a casa para leerlas –ambos soltamos unas risas y nos ponemos otra vez en marcha.

Nos acercamos un poco más al Arca e inspeccionamos un poco la zona. Desde lo alto empezamos a identificar dinosaurios que antes no conocíamos, distinguimos los Golems transformados en rocas y aprendemos más cosas del entorno que nos rodea.

El desierto se extiende delante de nuestros ojos y volamos recto hacia el infinito. Pero yo sé que no es infinito. A los pocos metros aterrizamos en medio del desierto. Algunos animales quedan a nuestras espaldas y con cuidado nos bajamos.

–Si no lo veo no lo creo –dice posando la mano sobre la barrera.

–Impresiona, ¿verdad?

–Mucho...

Volvemos a montar encima de nuestros Argentavis y sobrevolamos un poco más la zona. Todo es arena ardiente y montañas que obstaculizan nuestra visión.

ARK: Tierra ArdienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora