26. Nidos

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Al abrir los ojos, la cabeza empieza a darme vueltas. Me levanto con cuidado apoyándome en las paredes y empiezo a caminar hacia la puerta mientras Hopi escala hasta mi hombro. Acaricio su suave pelaje con un dedo y le doy los buenos días achuchando mi mejilla a la suya. Al abrir la puerta, el sol me ciega y me pongo la mano en la frente para cubrirme. Empiezo caminar medio dormida hacia el pozo para beber agua y lavarme la cara. Por suerte o por desgracia, es una de las pocas cosas fresquitas de las que podemos disfrutar. Me acerco a la hoguera y cojo un trozo de carne cocinada que voy a acompañar con algunas bayas dulces y subo a la terraza. Ahí está él.

–Hola –lo saludo.

Él se gira e intenta decir algo pero, acaba sonriendo sin ganas y vuelve a girarse para seguir comiendo. Me siento enfrente suyo y empiezo a comer. Mis ojos no pueden evitar fijarse en él unas cuantas veces, hasta que al fin me armo de valor para hablar.

–Lo que dije anoche...

–Olvídalo. No tiene importancia –se levanta y camina hasta colocarse detrás mío.

Me rodea con sus brazos y apoya su barbilla en mi hombro.

–Yo solo quiero hacerte feliz y hemos vivido muy bien aquí. Tengo miedo de que si salimos... todo esto se acabará –me besa la mejilla y se va.

¿Así que por eso está tan raro? Tiene miedo de perderme, de que dejemos de hablar. Pero sigo confundida por las notas. Oculta algo... ¿Tan embarazoso será lo que ha leído? ¿Habrá recordado algo de lo que no está orgulloso? Aún así, necesito saberlo, sea lo que sea.

–Oye... –le digo mientras bajo las escaleras. –¿Podrías ir a buscar más metal? Casi se ha acabado y me gustaría crear algo –espero que se crea la mentira.

–Claro. Ahora mismo voy.

Ha picado... Estoy bastante nerviosa por lo que estoy a punto de hacer pero, lo necesito. Rellena el odre con agua del pozo y se monta en Silver. Me despido de él y lo veo alejarse hacia la montaña. Es mi oportunidad, tengo que hacerlo rápido, ya que, no tendré mucho tiempo.

Cierro la puerta de casa y empiezo a rebuscar los armarios. Nada. Nada. Nada. Absolutamente nada. ¿Dónde las tendrá? Rebusco entre las cenizas de las forjas, entre las rocas, dentro de la herrería. Nada. Voy todo lo rápido que puedo. Me acerco a su cama y rebusco entre las sábanas y dentro de la almohada. Era mi última esperanza pero, tampoco encuentro nada. ¿Las llevará encima?

Oigo a Silver aterrizar y apresuradamente me pongo de pie y me arreglo un poco el pelo. Abro la puerta de casa y lo veo desmontar del Argentavis.

–¿Te ayudo?

–Nah tranquila, yo puedo.

–Muchas gracias.

Encendemos los hornos y dejamos que se funda el metal. Dándole vueltas a lo de las notas no voy a lograr nada. Si las lleva encima, tendría que esperar a la noche, mientras duerme. Así que, decido ir a inspeccionar un poco más la grieta de los Wyverns.

–Me voy –digo abriendo la puerta de casa.

–¿Dónde vas?

–A dar una vuelta –le he vuelto a mentir.

–¿Te acompaño?

–Prefiero ir sola... Quiero pensar.

–Vale... Ten mucho cuidado –me sonríe un poco preocupado y triste, pero puedo ver cómo se esfuerza por no volver a agobiarme y dejarme un poco más a mi aire.

 Ten mucho cuidado –me sonríe un poco preocupado y triste, pero puedo ver cómo se esfuerza por no volver a agobiarme y dejarme un poco más a mi aire

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Me monto en Haru y pongo rumbo al Arca Azul. Me impresiona la velocidad que ha ganado, me atrevería a decir que ningún Wyvern nos ganaría en una carrera. Vamos tan rápido que el calor ni se nota. Una suave brisa nos acaricia hasta llegar a nuestro destino. Rodeamos las montañas en dirección al desierto y empezamos a ir recto hasta encontrar la grieta. Para mi suerte, no tengo que esperar mucho para verla. Volamos a una distancia bastante alta y prudente y recorremos toda la grieta, de principio a fin. ¡Es gigante!

Nos acercamos un poco más. No veo ningún Wyvern. Más cerca. Nada. Todavía más... ésto es muy peligroso. Estamos a pocos metros de entrar y no hay ni rastro de los Wyverns. No puedo evitarlo, entramos. El ambiente se vuelve asfixiante y sinceramente, es horrible saber que tengo lava debajo... ¡Qué miedo! Pero no puedo echarme atrás, no ahora, mi curiosidad necesita ser saciada.

Las paredes son esas enormes columnas bien talladas y negras. Va saliendo algún cristal hacia fuera y hay muchos bichos que están atrapados en las profundidades de la grieta. Volamos cerca de la salida de la grieta por si hay que huir urgentemente y vamos despacio para no saltarnos nada. Estoy sudando muchísimo. Miro en todas direcciones para no ser sorprendidas hasta que algo llama mi atención. Nos acercamos a un agujero perfectamente tallado a un lado de la pared. No parece haber nada...

Seguimos volando con cuidado y empiezo a ver más de esos agujeros, algunos vacíos y otros con

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Seguimos volando con cuidado y empiezo a ver más de esos agujeros, algunos vacíos y otros con... ¿nidos? Me acerco a uno de ellos pero, parece estar vacío. Para mi sorpresa, el agujero de al lado sí que tiene algo distinto. ¿Eso es un huevo? Nos acercamos con cuidado y veo de lejos un gran huevo rojizo, cubierto como de lava solidificada y con pequeños caminos de lava entre las grietas.

No puedo apartar la mirada de ese gigantesco huevo hasta que siento aún más calor a mis espaldas. Me giro y...

–¡¡¡Oh, mierda!!!

Escapamos por poco de las llamas. Haru vuela con todas sus fuerzas hacia delante y nos topamos con todos los Wyverns que no habíamos visto hasta ahora. Ahora me arrepiento de haber dicho que les ganábamos en una carrera. ¿Cómo pueden ser tan rápidos? Intentamos perderlos entre las montañas pero, nos siguen bien de cerca. Por suerte, Haru al ser más pequeña, se mueve con más agilidad y podemos esquivar lo que nos lanzan, que no es solo fuego. Tengo una idea. Podemos bajar a ras de suelo y usar de cebo a cualquier dino que nos crucemos, tal vez así los podamos perder un poco.

Descendemos tan brutalmente que tengo que agarrarme bien fuerte a Haru para no salir volando. Me giro y veo unos tres Wyverns persiguiéndonos todavía. Haru esquiva con facilidad todos los peligrosos dinosaurios que nos encontramos y yo me aferro a ella muy asustada. Creo que sería hasta mejor y todo no mirar. Un par de Wyverns se han distraído con otros dinos, pero la que intuyo que es la madre de aquel huevo, aún nos sigue furiosa. Haru no va a poder aguantar mucho más sin parar a descansar y ya no sé qué más hacer para poder deshacernos de ella.

Batiendo las alas tan rápido como puede, al fin veo una posible salvación. Nos metemos en un estrecho camino apretado por dos altas paredes de montaña hasta llegar a un arco. Lo pasamos por debajo y a unos metros a la derecha veo otro. Volvemos a pasar por debajo y seguimos volando bajo, incluso despertando algunos Golems de piedra. Al girarme, ya no la veo. Después de pasar por debajo de tantos arcos y girar tantas esquinas, creo que por fin podemos respirar tranquilamente. Seguimos volando un rato más hasta llegar a una zona claramente despejada y segura, lejos de las montañas. Paramos para descansar y me bajo para estirarme un poco.

–Será mejor que volvamos ya. Te mereces un buen descanso, campeona –le digo a Haru mientras le acaricio con energía.

De vuelta a casa el camino es tranquilo. Dejamos atrás una peligrosa aventura que me ha dado ideas nuevas y nada de ésto se lo podré contar a él. Tiene que seguir siendo un secreto. Se volvería loco y tal vez no me deja salir sola nunca más. Por otro lado, esta noche tengo que intentar rebuscar en él a ver si encuentro las dichosas notas.

ARK: Tierra ArdienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora