Yin-Feng ✔

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[ALEXANDER]

Siguió bailando moviendo sus caderas al compás de la música, mi apartamento estaba tan cerca que podía escucharla como si esta fuese dentro de mi loft. Caminó contoneándose hasta un pequeño bar en la sala, pareció pensarlo un minuto luego se sirvió un trago, sin dejar de bailar sensualmente.

Seguía bebiendo, examinando la decoración, como si no fuese su casa. De algún lugar tomó una llave, se sentó en la plaza vacía del gran sofá rojo que ocupaba gran espacio en la sala, cruzando las piernas haciendo que estas lucieran más estilizadas y sexys. Mierda, a este paso terminaré teniendo un orgasmo sólo mirándolo. Él observaba su trago, como esperando encontrar algo o que este le hablase, finalmente se empino lo que quedaba y se levantó cual resorte. Fue hacia su habitación hasta un armario comen donde uso llave y sacó una caja, la cual acunó entre sus brazos. La dejó en el suelo, mientras caminaba de vuelta al bar me Di cuenta que ya se balanceaba al caminar, creí que se serviría otro trago pero el tomó la botella de whisky completa. Ya debía de estar muy ebrio más de lo que estaba cuando llegó.

Se sentó en el suelo, tomó un gran trago antes de abrir la caja, metió sus manos moviendo lo que estaba dentro de ella; de allí sacó lo que parecía una fotografía, la acarició como si se fuera a deshacer sólo con su toque, un trago más, las lágrimas se escaparon de sus ojos. Él dejó la foto sobre sus piernas cruzadas y tomó otro trago. De un momento a otro el hermoso chico que estaba disfrutando la sensualidad de aquella melodía, pasó a ser un chico destrozado.

Lanzó la copa que aún estaba junto a él, la cual se hizo trizas al tocar la pared que separaba la habitación de la sala.

Siguió llorando tan desconsoladamente que deseaba poder ir a abrazarlo y besarlo hasta que el dolor cesará, protegerlo de todo. Cada lágrima iba acompañada de un gran trago de whisky.

¿Pero por qué deseaba proteger a aquél chico de hermosos ojos?

él no era nada mío, nisiquiera sabía el motivo de sus lágrimas, pronto yo sería quien se encargará de darle un fin a sus lágrimas y así vida.

Pero en este momento se ve tan roto, tan indefenso, tan sólo. En aquel chico que está en el suelo llorando no queda  rastro del chico sexy y llamativo que vi en Pandemonium. Tuve unas ganas inmensas de matar a quien estuviese provocando su dolor, eso es algo hipócrita, cuando yo quiero matarlo.

No, no quiero. Debo matarlo.

Siguió llorando unos cuantos minutos más, su cuerpo se sacudia por el llanto, su respiración era irregular. Pero luego de un trago se levantó, fue hasta la mesa de noche, a un lado de su cama, de el cajón sacó un pequeño frasco con lo que parecía polvo plateado. Ese polvo lo reconocería aquí y en la China, era muy bonito y llamativo por fuera, casi parecía brillar pero era lo peor que te podrías cruzar. Era Yin-Feng, este es sumamente adictivo. Además te va matando te debilita cada vez más, te consume, quema todo tu interior. Pero...
Acaso...

¿Magnus era adicto al Yin-Feng?

Mi mente criminal trabajo un rápido plan, si tenía acceso a su departamento tendría oportunidad de disolver Yin-Feng en diversas cosas líquidas, morirá de sobredosis. Jamás pensarían que fue un asesinato. Pero a mi mente vinieron las horribles imágenes de años atrás.

Cierta vez Valentine me envió por un hombre que me debía mucho dinero. La orden era llevarlo ante él, así lo hice.

—Val, amigo. Dame tiempo—pedía aquel hombre, ocultando falsamente su temor— juró que te pagaré.

—bueno, ya que somos amigos—respondió Valentine— dime, ¿En que gastaste mi dinero?

—yo... estuve un poco enfermo— trató de escuzarse. Se removia incómodo en el asiento frente al escritorio de Valentine.

—no me mientas...— advirtió el mayor.
—no lo haría— por su frente empezaba a acumularse el sudor.

—bien— Valentine sacó algo de su cajón— ¿conoces esto?—le preguntó al hombre frente a él.

—s-si— su nerviosismo aumentó. Mientras veía a Valentine mezclar todo el frasco en medio vaso de agua.

—Alec— esa era mi señal para sujetar al hombre, así lo hice. A la fuerza bebió aquel líquido, de inmediato lo solté.—puedes irte, Alec, llevalo afuera.

El sujeto sudaba demasiado, se levantó y apenas pudo dar dos pasos. Soltó un desgarrador grito y calló al suelo retorciendose de dolor.

—tú, bastardo— dijo Valentine caminado con calma, hasta estar delante de su escritorio, apoyándose en este— te gastaste mi dinero, en prostitutas y Yin-Feng. Ahora estas experimentando una sobredosis del mismo. Sabes por qué es terrible, por que quema tus órganos... a menos que se suministre un medicamento que contrarestre su efecto. Estas sintiendo que inhalas fuego, que tus ojos arden, que tus órganos son carbonizados, tu piel parece desprederse sola. Es horrible verdad... es como el infierno... y yo soy Satanás.

Contemple todo sin reacción alguna, yo sólo era un mueble más, después que dejó de gritar me deshacise de su cuerpo. Ese mismo día Valentine me enseño el medicamento, mejor dicho la mezcla de medicamentos que contrarrestar tal efecto.

Ya que aparte de una droga comercial, es utilizada para torturar y asesinar, él no estaba dispuesto a perderme. Por seguridad siempre tenía conmigo un botiquín con diversos medicamentos, antídotos para diversos venenos, entre ellos el Yin-Feng.

Volví al presente Magnus continuaba con aquel frasco en las manos. Lo vi ir por una nueva copa, pensé que seguiría tomando. Sirvió whisky luego vertió el contenido del frasco, y lo revolvió.

—No, no, no, no...— tome mis llaves y el botiquín, corrí hacia el edificio del frente. En tiempo récord llegue asu piso, utilicé la llave maestra que siempre traía conmigo, corrí hacia su habitación.

Ahora que lo pienso, jamás me detuve a pensar en que pasaría si aún no tomaba el líquido y me veía aparecer en su loft, en porque lo salvaba, en nada sólo quería ayudarlo. Lo encontré sobre el sofá con la copa a su lado, vacía. ¡Mierda!

mirada que mataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora