Lightwoods✓

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[MAGNUS]

Pase cerca de 10 meses en entrenamiento, uno muy riguroso debo decir. Valentine me ofreció protección a cambio de mi lealtad y mis servicios.

Ser ágil me ayuda a tener ventaja en la lucha cuerpo a cuerpo, mi precisión con las dagas a mejorado notablemente desde que comencé.
Ahora estoy en la sala de entrenamiento, practicando lanzar algunas dagas a una diana suspendida a unos metros del suelo. Escucho unos pasos, mis sentidos alerta, apunto y la dejo ir. La afilada daga impacta en el marco de la puerta, justo al lado de la cabeza de Valentine.

—¿Acaso tratas de matarme, niño?—cuestionó el hombre, aún que había diversión en su voz.

—creí que eras otra persona— en realidad sólo quería demostrarle que era peligroso sorprenderme— no vuelvas a entrar de ese modo.

—es mi casa, entró como se me de la gana, niño.— en eso tenía razón pero jamás daría mi brazo a torcer.
— no respondas, vine por que tengo algo importante para ti.

—¿De que se trata?— nunca me daba trabajo, esperaba que eso fuese, ya me estaba aburriendo.

—necesito que desaparezcas a Maryce y Robert Lightwood— dijo sin más, dejando un sobre en el suelo— que parezca un accidente. — dijo antes de irse.

El sobre contenía, horarios de salida, entrada y actividades frecuentes; Direcciones de sus oficinas, la escuela de sus hijos, lugares favoritos; fotos, en ellas aparecian los blancos subiendo a sus lujosos autos, en cenas elegantes, en reuniones, pero algo no encajaba. Era el pequeño niño de ojos azules, introvertido, distante... invisible. No parecía el típico niño mimado de padres poderosos que le agrada ser el centro de atención— tal y como había sido Magnus— era un chico solitario, pero siempre mirando con devoción a sus padres y con amor a sus hermanos.

Intercepte sus líneas telefónicas, supe que ellos viajarían al extranjero por negocios. Maryce intuyó su fin, pues dejó todo su dinero asegurado para Alexander. Confiaba en que el pequeño con solo 9 años, sacaría adelante a sus hermanos. Al informarle a Valentine, este me dijo que tome ese dinero, como mi pago.

Era hora... Lo había planeado durante un buen tiempo, tenía todo preparado.

Todo fue rápido, el auto frenando, la orden de Robert, el último deseo de Maryce. Por que los Lightwood murieron con honor, al verse atrapados, prefirieron caer por el barranco que ser torturados. Entonces el sonido de vidrios rotos, metal torciendose, líquido derramandose y finalmente una explosión.

volví a la residencia Lightwood, tome el documento donde se le daba pocesión a Alexander Gideon Lightwood Trueblood sobre todos los bienes de la familia, lo cambiaría, ya vería la forma. En ese momento recibí una llamada, sabía quien era.

—esta hecho— dije sin rodeos.

—quiero a TODOS los Lightwood muertos— enfatizó el "todos". Mi cerebro se acciono, él quería muerto a  los niños.
— son sólo niños, la más pequeña apenas tiene 6 años— era verdad pero más que todo, no tenia el valor de matar al niño de ojos azules.

—hazlo— dijo demandante.

— lo siento, no mató niños— y corté.

mirada que mataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora