Te buscó ✓

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[MAGNUS]

Luego de unas horas llegamos a una casa, de dos plantas, pintada por fuera de color celeste. Luego estacionar correctamente, bajamos del auto y sinceramente estaba muy cansado. Izzy abrió la puerta con su propia llave.

–fue un día largo– camino al rededor estirándose– me tomo del brazo, caminamos hacía el segundo piso, allí me indicó mi habitación, luego de eso me dejo allí. La habitación era regular con espacio suficiente para una cama, un ropero, algunas maletas, un escritorio y un librero pequeño. La cama pareció llamarme, sin más volví a dormir.

Desperté al día siguiente, mí cuerpo exigía comida, no escuché ruido proveniente de las habitaciones continuas, así que todos deben estar en la primera planta. Al llegar a la cocina, casi me da un infarto al encontrar a un chico desconocido en medio de ella. Mis habilidades de supervivencia se activaron.

—¿Quién demonios eres tú?—tome un cuchillo que estaba cerca de mí, mi posición amenazaba con arrojarselo.

—suelta eso, te vas a lastimar—me respondió, su rostro me parecía conocido– te lastimaras

—te voy a lastimar a tí— respondí lanzando el cuchillo, ensartandolo justo al lado de su cabeza–aún podía defenderme–pense tomando otro cuchillo.

—¡demonios!—grito y luego trató de calmarme el chico.–calmate Bane.

—¿Cómo sabes mi nombre?— tenía que conocerlo de algún lugar, pero donde.

¿en serio ya te olvidaste de mi Bane?... –juraria que sonrió maliciosamente– como esta Ragnor.—¡Por Lilith! como no lo reconocí, tengo que aceptar que a crecido mucho. Ya no queda mucho de aquel joven que conocí aquí en Perú hace muchos años. Era un hombre, uno muy apuesto y de aspecto serio. Él es...

—Raphael– prácticamente susurré.

—al fin me recuerdas– continúo lo que estaba haciendo antes de que yo llegará, una taza de chocolate– baja el maldito cuchillo.

–¿Qué carajos tienen con el chocolate?– dije como un pequeño niño mimado. Raphael me miró como si estuviera demente_ ¡¿Qué?! No me mires así, Ragnor tiene una maldita adicción al chocolate.

–Rag...–al parecer su cerebro solo captó el nombre de mí amigo.

–si, ese mismo... Además– recordé las veces que vi a mi amigo en estado deplorable– ¿Dónde estuviste todo este tiempo? 

–no actúes como si me hubiesen buscado– dijo amargamente– eso es parte del pasado.

–Ragnor te busco, hizo lo que pudo, ningún investigador pudo encontrarte y cuando se lo decían, él... –no termine de hablar pues Raphael me dejó solo.

En la soledad y el silencio de la cocina,  mí interior se debatía sobre contarle a mí amigo o dejar esto en el pasado.

mirada que mataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora