el fin? ✔

396 52 5
                                    

[MAGNUS]

Llegué al bar Pandemonium con el plan de pasar el rato y olvidar los problemas. Iba listo para impresionar y seducir, llevaba un pantalón de cuero muy ajustado, que marcaba muy bien mi trasero y piernas, acompañado de una camisa morada con lentejuelas, con los primeros botones abiertos. Todo decorado con anillos llamativos collares que cubrían mi pecho y un buen maquillaje, como ya es costumbre delinee mis ojos de negro haciendo resaltar mi mirada.

Pensaba bailar un rato, tal vez encontrar a alguien y llevarlo a la cama. O en caso de que nadie me pareciera atractivo bebería hasta perder la conciencia, últimamente hacia eso muy seguido. Todos tenemos malos momentos, sólo que los míos son muy seguido.

La noche parecía prometedora, estaba intentado bailar, de pronto sentí una mirada sobre mí, en realidad, sentí muchas pero una más intensa que otras. El plan comenzaba, empecé a bailar más sensual, moviendome para provocar. Perdí la sensación de aquella mirada, tal vez no soy su tipo. Continúe mi camino unos minutos después cuando ya tenía un objetivo y me disponía a seducirlo con mis movimientos, volví a sentir la imponente mirada, esta vez no escaparia. La busque por todos lados, has que hallé un chico camino a la salida, de espaldas sólo pude notar su cabello negro, al igual que su ropa y su gran tamaño.

Dicen que la curiosidad mató al gato, pues, este gato al parecer no aprendió su lección. Fui tras él, tenía algo que me insitaba a saber quién era, aquel joven.

Al salir del club, no había rastro de él, así que decidido a volver a gozar de la noche, di media vuelta hacia el interior del bar. En medio del callejón algo llamó mi atención, algo brillaba en el suelo, me acerqué y sentí como mi cuerpo se tensó, a mi mente vinieron cientos de recuerdos reviviendo en mi pecho el dolor.

Era una flecha y no cualquier flecha; reconocería esa flecha donde sea.

La tomé del suelo, mis manos temblaban. Todo el espíritu de fiesta se esfumó, tome un taxi.

—buenas noches— saludó el amable chófer— ¿A donde desear ir?

—Puede dar algunas vueltas, por favor— lo mire suplicante— necesito pensar.—el hombre cabeceó y emprendió la marcha.

Mire la hora eran las 10:14 p.m. me perdí en mis pensamientos. Volví a la realidad cuando la voz del chófer me atravesó la bruma de mi cabeza.— ¿Joven?

—¿Si?— respondí distraído. Volví a fijarme en la hora, eran las 11:27 p.m. había pasado más de una hora.

—¿Qué si tiene hambre?— repitió— hay un puesto de comida rápida cerca de aquí.

—oh, si esta bien— en realidad no tenía hambre, pero no quería ir a encerrarme en mi loft por ahora— lleveme.

Unos minutos después estaban entregandonos nuestras órdenes, yo me ofrecí a pagar el de ambos.
—lleveme a esta dirección— le mostre la dirección de mi edificio. El trayecto fue lento, tal vez el se había dado cuenta de mi reticencia a ir allí.

—muchas gracias— dije al bajarme, luego pagarle muy bien.

—sea feliz— dijo aquel hombre antes de irse.

Fui hasta mi apartamento. Dejé la flecha en la entrada, traté de tranquilizarme y tomar un trago. Me balanceaba un poco al caminar por que me dolía un poco la cabeza. Puse algo de música, en un fallido intento de relajar mi cuerpo bailando, de la nada sentí una intensa mirada sobre mí, la cual seguía todos mis movimientos. Era la oportunidad de distraerme un rato y olvidar esa maldita flecha, empecé a desnudarme, sentía aquella mirada recorriendome. Quité una a una mis prendas mientras bailaba sensualmente, hasta que sólo quedó unos muy apretados boxer en mi cuerpo.

Caminé hasta la sala, revisando la decoración, mientras meneaba mi cuerpo y sin darme cuenta tomé la llave que guardaba en un cenicero, seguí bebiendo, me perdí en mis pensamientos mientra miraba la copa sentado sobre mi sofá. Me empine el whisky para tomar valor, con aquella llave pude acceder a "la caja",al tomarla la acuné en mis brazos, la deje en el suelo de mi habitación. Fui por la botella de whisky, necesitaba valor para abrir aquella caja, la caja que contenía mi pasado y las heridas más dolorosas de mi vida. Al volver me senté en el suelo, cruzando las piernas, la abrí y ahí estaba todo mi pasado lleno de dolor, estaba lleno de cosas que hoy solo duelen, de cosas que un día me hicieron feliz y que ahora afligen mi corazón. Justo del fondo tomé una vieja fotografía en la cual aparecen mis padres. Yo tan sólo era un niño cuando la tomaron; estoy en el regazo de mi madre mientras que mi padre posa su brazo al rededor de su cuello como un intento de abrazo. Ella sale muy sonriente feliz de tener a su familia quien diría que tiempo después esa familia ya no existiría.

No aguantaba el dolor en mi pecho, las lágrimas me traicionaron entonces descargué mi ira y mi aflicción con la Copa que tenía cerca arrojándola a la pared más cercana, asiendose trizas al instante. Continúe llorando mientras bebía el líquido caliente.

Necesito olvidar, necesito dormir.—repetía mi mente. Poco a poco el llanto cesó, recordé las palabras de mi mejor amiga Catarina — eso sólo calma tu dolor momentaneamente luego vuelves a la realidad, Magnus. Te estas matando. Debes aceptar que ella ya no está.— sí me está matando pero valdría la pena.

Para poder calmar mi dolor, para poder ver el rostro de mi madre una vez más. Para eso, consumía Yin-Feng. En uno de los cajones de la mesa de noche, tenía suficiente Yin-Feng para tener una sobredosis y en realidad ya no aguanto más, tal vez sea hora de poner punto final a todo esto.

Si bien consumir Yin-Feng no era la mejor sensación del mundo valía la pena. Fui por una nueva copa, verti whisky y disolví todo el frasco empecé a revolverlo con uno de mis dedos. la intensa mirada se fue, hasta había olvidado que estaba allí, no importa, me lo bebí. Ese sería mi fin, sentí mi cuerpo relajarse, así comenzaba. Me recosté en el sofa antes de que mis piernas fallen, la temperatura de mi cuerpo empezó a subir parecía que estaba en el mismo infierno. Todo eso era normal, siempre que consumía Yin-Feng sentía mi cuerpo arder hasta perder la conciencia. Pero ahora todo mi ser ardía y empezaba a sentir un dolor intenso por todo el cuerpo, tan intenso que me hizo retorcerme en mi lugar. Sentí que me combinaban por dentro, a la vez, cientos de recuerdos llegaron como una ola ahogandome, reviviendo el dolor, reabriendo las heridas. Ya no sólo dolía física, sino también emocionalmente. Escuché lo que pareció la puerta de mi apartamento y algunos pasos apresurados. Tal vez lo estaba imaginando, tal vez en el fondo quería que alguien me salvara. Sentí el movimiento, la suavidad de mi cama, más movimiento, un pinchazo y el dolor cesó, para dejar paso a la oscuridad.

mirada que mataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora