Capítulo 17.2

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El centro comercial al que llegaron era uno que pocas veces habían visitado juntos porque siempre había mucha gente. Apenas llegaron, Arthit sin dudarlo le tomó de la mano a su novio y así subieron hacia el segundo piso, en dirección hacia aquellas grandes bodegas con muebles.

—He de decir que estoy muy emocionado por esto... —susurró el mayor.

—¿Por dónde quieres empezar? —preguntó un entusiasmado Kongpob a su lado.

—No tengo ni idea... —suspiró, viendo a su alrededor—. Por ahora creo que lo más importante son la recámara y la cocina...

—¿Te parece si dejamos lo más divertido para el final? —sugirió su novio y llevó a Arthit consigo hacia la sección donde había varias cocinas en exhibición.

Arthit no podía dejar de ver hacia todos lados. En aquel lugar había muchas tiendas con demasiados muebles y diferentes estilos. Eso iba a ser más complicado de lo que pensaba.

—¿Podemos tener una gran cama? —preguntó el mayor cuando estuvieron en la sección de las recámaras.

Su menor se acercó a un modelo de recámara bastante elegante, la cual tenía una cama tan grande que podrían dar varias vueltas y aun así no caerse. Él estaba seguro de que aún cuando tuvieran una gran cama, Arthit y él seguirían durmiendo abrazados el uno al otro, pero tampoco iba a negar que era una muy buena idea.

—Una gran cama para grandes e importantes necesidades...

—Me gusta esta, su cabecera es bonita... —dijo Arthit, pasando sus dedos por la cabecera.

—Entonces esa será —aceptó Kongpob después de ir con él para apreciar lo que veía—. Y me gusta eso de allá.

Hacía referencia a unos muebles bastante simples en color blanco. Tenían justamente la apariencia que había imaginado y combinaban perfecto con otras cosas que habían estado viendo. Después de un rato de estar eligiendo muebles, Kongpob fue atraído como polilla a las lámparas de piso, pues definitivamente quería un par en la habitación. Se veía tan concentrado que Arthit en un impulso le robó un beso en la mejilla, provocándole una sonrisa.

Kongpob atrajo a su novio más hacia sí mismo al rodearle la cintura con un brazo para después seguir viendo, esta vez era el turno del vestidor. En su nueva casa, éste era un espacio tan amplio que dudaba que la ropa que tenían entre los dos cubriera apenas una tercera parte.

—Deberíamos ir de compras en una ocasión...

—Deberíamos —estuvo de acuerdo el mayor—. Ya sólo tengo ropa para el trabajo y para dormir...

—Sería muy divertido tener más variedad de ropa para quitarte... —reflexionó su novio, ganándose un empujón al ser escuchado por Arthit.

Paseaban entre diferentes modelos de estantes y repisas, realmente no había mucho que considerar pues los armarios ya venían con la casa. Tal vez podrían añadir un sillón o un banco.

—Mira, este sillón es casi igual a la cabecera de la cama.

Aquel sillón sí era bastante similar a la cabecera que habían escogido para la cama, así que le indicó a su novio que podían llevarlo si así lo quería.

—¿Qué nos falta...?

—Muchas cosas... —suspiró Arthit, mirándole de reojo—. ¿Qué tal si vemos cosas del baño y luego vamos a escoger los colores para pintar?

—Uhhhh, está bien. Pero también quiero tomar un descanso —miró su reloj. Ya habían pasado varias horas desde que llegaron al lugar y por la emoción no se había dado cuenta. También empezaba a darle un poco de hambre.

I. SintoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora