498. Aquí Termina Y Comienza

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El bronco sonido de las puertas del Templo de Ina Anak en Tierra Ianka, hogar de los Trakaras al cerrarse bruscamente hizo eco por todo el lugar haciendo que Halena kom Kongeda, heredera de la Coalición y primogénita de Heda abriese sus ojos inesperadamente en el impoluto suelo.

La respiración se le entrecorto mientras su grito y el de Yham reverberaba en sus oídos rasgando el aire e inmediatamente levantó su mano mirándosela.

Allí donde Rashesh había clavado la afilada hoja, la piel se mantenía impía, impoluta.

En su lugar, una oscura marca impregnaba su piel manteniéndola anclada a esta realidad y unida a Yham, la Natblida Caminante de Sueños que con su sangre la había traído hasta aquí.

El silencio en el interior del Templo era inquietante, tenso y enardecedor.

Sus ojos recorrieron la estancia encontrando a Yham sentada en el suelo con la mirada fija en algún punto de la lejana pared. Halena la siguió con la suya que al ascender se paralizo viendo la masa de cuerpos putrefactos de hombres, mujeres y niños ofrecidos a la diosa en sacrificio cubiertos de una especie de cera liquida entremezclados con cadenas, lanzas, mazas, escudos, flechas y cadenas que parecían atravesarles.

La Natblida, Caminante de Sueños lo contemplaba con la impresión y el temor reflejados en su hermosa cara.

Halena logro ponerse en pie y lentamente comenzó a atravesar la sala tolerando el nauseabundo olor que la mezcla de los putrefactos cuerpos, los elixires y la fresca fruta ofrecidas a la diosa en cada rincón emanaban.

Esculpidas en piedra y bronce, pesadas e imponentes figuras femeninas se elevaban del suelo unos seis o siete metros unidas entre si por gruesos eslabones de oro tan pesados que algunas de las figuras se habían desquebrajado bajo su peso deterioradas por el incesante paso del tiempo.

Halena se acerco a una de ellas y levantando su mano la poso sobre su superficie cerrando sus ojos pudiendo ver en una sucesión inalterable de imágenes todo lo acontecido allí dentro a lo largo de los años en que la diosa había gobernado aquellas vastas llanuras y tierras.

Yham logró ponerse en pie al escuchar los sordos pasos de Halena tras ella y se volvió angustiada.

—No sois bienvenidas aquí —pronunció una aterciopelada y etérea voz femenina llegada desde alguna parte resonando por la inconmensurable y desmedida estancia—. ¿Como habéis cruzado hasta el Otro Lado?

Halena abrió los ojos despacio y estos fueron a parar a la larga escalinata descendente a lo lejos en la cual una oscura presencia encapuchada aguardaba.

Yham volvió la cabeza y retrocedió unos pasos hasta quedar junto a Halena.

—¿Es ella? —murmuro en voz baja Yham visiblemente preocupada.

Halena asintió imperceptiblemente sin apartar sus ojos de la escalinata dando un paso por inercia hacia ella.

—Exijo saberlo —pronunció la diosa irritada y desconcertada bajo la ancha capucha negra y aterciopelada retirándosela dejando entrever una larga y negra melena recogida en una alta trenza rozando por debajo de sus posaderas.

La satinada capa se deslizo pesadamente escalón por escalón tras ella y al borde de la escalinata asomaron seis fieras figuras vestidas con oscuras ropas de curtido cuero.

La diosa se detuvo a media escalinata y Yham sintió como otras seis presencias más se erigían tras ellas ocupando las puertas.

Halena no se movió aunque Yham vio a dos más asomar a su derecha y otros dos asomar a su izquierda quedando bajo la sombra de las imponentes esculturas de la diosa y sus dorados y pesados eslabones.

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 4... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora