512. Desacuerdos

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El nocturno y estrellado cielo de Polis, capital de la Coalición y hogar de la Heda de los Catorce Clanes se extendía más allá de donde alcanzaba la vista desde la imponente Torre.

Cuando las pesadas puertas de la sala del trono se abrieron, y de alguna parte la bella voz de una mujer comenzó a cantar el himno trigedasleng, orgullo e historia de todo el Pueblo Trigeda, todas las miradas se alzaron a tiempo de ver como Halena kom Kongeda, heredera de la Coalición y primogénita de Heda, ataviada con un largo y majestuoso vestido negro que la hacía lucir más regia y hermosa de lo que ya era las atravesaba con paso firme y solemne dirigiéndose al trono de su madre, el cual en su ausencia ocupaba.

Los paladines de los clanes, los embajadores y guerreros de mayor rango mantuvieron su mirada en ella que no tardo en subir los escalones y volverse hacia ellos quedando en pie frente al trono.

Las pintura negra cubriendo buena parte de su rostro formando una mascara de fiereza e indulgencia, labios del mismo color, algunos cortes y heridas al descubierto marcando su tersa piel prendas de la batalla librada la cual todos temían y admiraban por igual.

Tras ella en la posición de honor reservada al Fleimkepa. Rashesh, se mantenía de pie unos pocos pasos por detrás del trono.

Muchas eran las miradas desaprobatorias que había recibido cuando Halena aún no estaba en el salón.

La presencia del Nohara allí a pesar de que ahora los Desterrados, los Wasterlanders formasen un Clan no era del todo bienvenida.

Tras la muerte de la reina Emori en este había quedado un vacío de poder y aunque habían sido muchos los que habían acudido a la batalla la tolerancia hacia ellos seguía siendo reticente y escasa.

No terminaban de fiarse de ellos.

Sin ir más lejos muchos pensaban que el Nohara había corrompido el alma de la heredera de Lexa conduciéndola por un camino poco apropiado al parecer.

Daba igual que por su culpa la guerra se hubiese detenido, los métodos utilizados como Anorah, como Wadesha eran métodos sucios, truculentos y poco honestos o así se consideraban aunque nadie, ninguno de los presentes en la Torre, en Azgeda, en Polis o en cualquier otro rincón cuestionaría.

Al menos no en voz alta frente a ella.

Poco a poco los embajadores y paladines de los clanes fueron hincando la rodilla en el suelo y bajando la cabeza en señal de reverencia y sumisión no solo hacia la primogénita de Heda sino a la Coalición incluidos los Natblidas supervivientes y los lideres de los clanes restantes.

Octavia no, la Canciller quedo en pie al fondo del extenso salón y fue Derrick el que levantando su mano la agarro toscamente del brazo obligándola a hacer el gesto.

A regañadientes lo hizo quedando junto al resto postrados frente a la líder heredera del Pueblo Trigeda.

Halena recorriendo con la mirada la sala y dando un paso al frente elevó su rostro con serenidad y orgullo asintiendo suavemente, haciendo que todos se pusiesen en pie.

—Saludos leales guerreros de los catorce clanes.

—Saludos Jusheda —repitieron todos casi al unisono devolviéndole el saludo con respeto.

—Nuestro enemigo ha caído. El Pueblo Trakara ya no es una amenaza para nosotros. Terra Ianka ha quedado desierta al otro lado del mar de Azgeda e Ina Anak ha sido aniquilada.

Hubo algunas miradas que se extendieron por la sala que Halena tuvo a bien ignorar, algunos se preguntaban como había sido posible eso y como ella sin moverse de tierras trigedas lo sabía con tanta certeza.

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 4... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora