518. Dulces Disculpas

127 14 13
                                    


Akeyla, la hermana menor de la Heda de los Catorce Clanes sentía que aquella había sido una noche diferente como poco. No solo por el hecho de estar celebrando una victoria de la que apenas habían tenido tiempo de ser participes sino por el regreso de su padre.

Su hermana, la implacable Comandante de la Sangre al parecer se había compadecido de ella y de su hermano pequeño perdonando la vida del hombre que tanto daño le había hecho junto a su madre sin merecerlo.

Tener familia colocaba a Lexa en una vulnerable posición a ojos de sus más acérrimos enemigos pero a la Natblida no había parecido importarle en absoluto. La había reconocido a ella, a Jarek y a Dayon como parte de su línea de sangre ante los ojos de todos y eso ya era irremediable.

La relación con su padre también se había vuelto algo distinta. Le seguía queriendo muchísimo por supuesto, siempre había sido así, pero dudaba ahora de conocerle tanto como creía hacerlo conociendo ahora todo cuanto él y su anterior mujer habían hecho a Lexa.

Eso no podía comprenderlo, perdonárselo.

Se sentía aliviada por el hecho de que ya no fuese a morir pero también sentía un gran pesar ahora que había vuelto a integrarse con ellos porque no tenía ni idea de como encajarlo.

¿Qué debía pensar sobre él? ¿cómo debía comportarse ahora en su presencia? ¿qué más cosas suyas desconocería?

La verdad es que Akeyla estaba asustada. Asustada de lo que el destino pudiese depararle a todos ellos, especialmente a los más pequeños.

Ella no era como los demás, no era como el resto y eso hacía que el sentimiento de pertenencia a su clan fuese escasamente existente.

Tras acostar al pequeño Dayon y arroparle en la cuna, no quiso darle demasiadas vueltas. Realmente necesitaba descansar la mente, eliminar cada una de sus preocupaciones y dedicarse a ser feliz con lo que le diesen.

El sonido de unos nudillos llamando a su puerta hizo que Akeyla girase la cabeza. Comprobó que el bebé siguiese durmiendo y se acerco a esta abriéndola sigilosamente.

Esperaba encontrar a su hermano pequeño, tal vez a su padre o a Luna pero no era ninguno de ellos. Bellamy estaba de pie frente a su puerta con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta y expresión sombría en el rostro.

Apenas habían cruzado palabra en la fiesta y antes de ello, ella había intentado consolarle por lo de Octavia sin conseguirlo. De algún modo el skykru y ella habían tomado distancia y ninguno había decidido hacer nada al respecto, hasta ahora.

—Luna me dijo que te encontraría aquí —murmuró Bellamy no sabiendo bien ni como comenzar a hablarle.

—Dayon se quedo dormido fuera y le traje aquí para que descansase. Iba a acostarme justo cuando has llamado a la puerta.

—Oh, vaya no... no quería molestarte, podemos hablar en otro momento si lo prefieres —se disculpo él haciendo por darse la vuelta para marcharse.

—Bellamy —le llamo ella cruzando con un paso el umbral de la puerta—. ¿De qué querías hablarme?

Bellamy que se detuvo al oírla se volvió para verla y se acerco escuchando el eco de la música colándose por los pasillos desde fuera.

—Yo... que... quería... —acertó a decir él bastante avergonzado—. La verdad es que quería disculparme contigo, Keily.

Akeyla le miro sin entender el motivo de tal disculpa.

—He estado algo distante con vosotros, contigo y a decir verdad me arrepiento de ello —prosiguió Bellamy algo apenado—. Quiero que sepas que no has tenido nada que ver, es solo que lo que ha pasado con Octavia me ha hecho pensar y...

—Estás afectado por eso, lo entiendo.

—No, hay algo más —dijo Bellamy viéndola a los ojos mientras los suyos se llenaban torpemente de lagrimas—. Todo cuanto toco lo estropeo, Keily. No quiero que os pase eso a ti, a Dayon o a Jarek. Me importas, me importas mucho de veras y creo que enamorarme de ti ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado pero no puedo malograros a vosotros también, ¿entiendes?

Akeyla que se acercó tomándole del rostro con preocupación al verle así sintió las lagrimas de Bellamy caer una por una.

—Bellamy, no digas eso. Tú eres un buen hombre.

—No lo soy, si lo fuese nada de esto estaría pasando. Tú te mereces a alguien que te haga feliz, que cuide de vosotros y no que os de problemas u os arrastre a los suyos propios.

—Bellamy, los buenos hombres también se equivocan —le dijo dulcemente Akeyla acunando su mejilla mientras retiraba sus lagrimas con su otra mano tiernamente—. Octavia entenderá que alejaste a Lincoln de ella para protegerla. Tú no querías que muriese y con el tiempo ella logrará entenderlo, créeme.

Bellamy que aparto su rostro afectado entre lagrimas fue incapaz de continuar mirándola.

—No lo se.

—Mírame Bellamy, mírame —le pidió Akeyla tomándole dulcemente del rostro doliéndole el verle así—. Superaremos esto. Juntos lo superaremos, ¿vale? —asintió la floukru queriendo convencerle—. Yo estaré contigo, no me iré a ningún lado.

—¿Me lo prometes?

—Te lo prometo —juro la joven floukru besándole muy dulce y tiernamente en una promesa infinita de amor y justicia.

Bellamy que se la quedo viendo entre lagrimas acarició su rostro suavemente y no creyó merecer la suerte que tenía. Akeyla era tan dulce, tan inmensamente bondadosa y buena. ¿Qué diablos había visto en él para quererle de esa manera?

—¿Quieres... quieres quedarte aquí está noche? —se atrevió a preguntarle ella al verle así de mal.

Bellamy que se la quedo viendo se aparto las lagrimas con la mano y tras pensarlo un instante, acabo asintiendo.

Akeyla que le miro muy dulcemente tomo su mano y retrocedió con él entrando en la habitación sin querer hacer demasiado ruido por Dayon.

Todo se arreglaría, ella le ayudaría.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 4... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora