510. ¿Benevolencia?

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En Arkadia el sol había ido descendiendo en el cielo a lo largo del día mientras la celebración continuaba y todos disfrutaban de la deliciosa comida, las amenas charlas y la música.

Tras una larga conversación con Luna kom Floukru, lider del Clan Floudon Kru a solas, Lexa como Heda de los Catorce Clanes había decidido levantarse.

Con ayuda de Clarke y el beneplácito de Jackson había abandonado con cuidado la enfermería. Seguía delicada y débil pero había decidido hacerlo de igual manera así que que mejor que hacerlo bajo su supervisión y su vigilancia.

El ultimo sitio al que Clarke creyó que tendría que acompañarla fue al primer lugar al que Lexa decidio ir.

Vestida con un viejo camisón medico del Monte Weather, Lexa se detuvo al final de uno de los pasillos interiores de la nave y le pidió a Clarke que la esperase allí.

Sujetándose de la pared con la mano sobre su hombro herido y con cierta dificultad al andar camino poco a poco llegando a una de las celdas de retención.

Los dos jóvenes guardias skykrus que charlaban aburridamente entre ellos allí mientras custodiaban al prisionero se envararon nada mas verla reconciéndola.

—Le vigilábamos —se apresuro a defenderse uno de ellos.

—Lo prometemos —dijo el otro algo más angustiado.

Lexa que poso sus ojos sobre las blindadas puertas de cristal apenas les presto atención a ellos.

—Marchaos —ordenó viendo a los chicos moverse nerviosamente y asentir mirándose entre ellos mientras abandonaban la estancia por el pasillo.

Lexa se encamino a la pared y pulsando el rojo botón hizo que con un característico sonido se abriesen las puertas.

Zaffron kom Floukru ahora que estaba sentado en el suelo de la celda junto a su colchón, levanto la mirada lentamente viéndola a ella allí.

Lexa que permaneció de pie frente a él observándole larga y serenamente en silencio le vio ponerse en pie de espaldas a la pared quedándose algo desconcertado por su presencia allí, pensando que había llegado su hora, tal vez algo peor.

Había oído a los guardias hablar durante aquellos días sobre lo ocurrido con Lexa, con Lincoln, con Octavia y con Azgeda, sin quererlo estaba al día de todo.

Zaffron fue incapaz de sostenerle la mirada y bajo sus ojos al suelo con cierta vergüenza.

—Me alegra ver que sigues de una pieza —se atrevió a decir el guerrero trigeda quedamente—. Había oído que estabas malherida.

—Me encuentro bien —le interrumpió Lexa secamente mirándole.

—¿Has venido a ordenar mi muerte o me mataras tú misma? —pregunto Zaffron levantando la mirada para enfrentar sus ojos.

Lexa que se le quedo viendo en silencio sacudió imperceptiblemente la cabeza.

—Ninguna de las dos. Quedas libre Zaffron del Pueblo Trigeda.

La Heda de los Catorce Clanes se dispuso a darse la vuelta para marcharse y tras la sorpresa inicial Zaffron dio un paso hacia delante reaccionando.

—¿Libre?

Lexa se llevo la mano al vientre manteniéndose lo más erguida posible y apoyo la mano de la pared volviendo la cabeza para verle de reojo.

—Agradéceselo a Akeyla. Ella es quien ha intercedido por ti.

Zaffron no supo ni que decir a ello desconcertado y temeroso de que cambiase de idea.

—¿Y le has hecho caso?

—Has sido un buen padre con ella y con Jarek o eso dicen. De ser por mi te pudrirías en esa celda el resto de tu vida pero he estado pensándolo mucho y ellos no merecen sufrir por lo que tú me hiciste a mi.

—Sé que nunca será suficiente y me disculpo por ello, Lexa.

—No pronuncies mi nombre —le interrumpió ella endureciendo su mirada al escucharle—. No lo hagas como un padre que se preocupa por mi. Nunca tuviste ese derecho.

Zaffron bajo la mirada al escucharla y quiso volver a disculparse, hablar con ella de ello.

—Y tienes toda la razón. Nunca será suficiente.

Lexa se volvió a mirarle llena de frialdad y rencor.

—El camino que tomamos es el camino que nos define y tú decidiste el tuyo hace ya mucho tiempo. Tú y Kalina hicisteis de mi cuanto soy hoy y eso no puedes cambiarlo con un lo siento. Hicisteis de mi vida un infierno. Me humillasteis y vapuleasteis. Yo solo era una niña sin ningún poder de defenderme y vosotros os aprovechasteis de ello. No merecíais una hija así, no merecíais nada —prosiguió Lexa con dureza apretando sus dientes obligándose a calmarse al sentirse demasiado alterada—. Ahora que soy madre soy aún más incapaz de comprenderlo. Sigo sin entender como pudisteis hacer eso.

—Eramos jóvenes, estúpidos y necios —trató de excusarse él dando un suplicante paso hacia ella con la pena y el dolor enterrados en lo mas profundo de su pecho—. Cuando miro atrás me avergüenzo.

—Tienes motivos para ello —sentenció Lexa fríamente sin moverse—. Podrás quedarte aquí con ellos, con los tuyos pero jamas, escúchame bien, jamás volverás a acercarte a mi. No te acercarás a mis hijos. Y si me entero de que alguna vez te comportas con ellos como lo hiciste conmigo, puedes darte por muerto.

—Eso no ocurrirá jamás, te lo prometo —le aseguro el guerrero con certeza.

—No mereces que crea en tu palabra y no voy a hacerlo —contestó Lexa dando por finalizada la conversación.

—Gracias por esto —se atrevió a decir Zaffron inseguro de seguir con ello.

—No hagas que me arrepienta de ello —sentenció la Comandante de la Sangre antes de apoyarse con la mano de la pared echando a andar para regresar con Clarke a la enfermería fuera.

Quería verle muerto. Por supuesto que dentro de si cada fibra de su ser gritaba que lo hiciera, pero el haberse visto al borde de la muerte y tener tiempo de descanso había hecho que algunas reflexiones llegasen a ella.

Akeyla, Jarek y Dayon eran una familia junto a ese despreciable ser y a ellos su muerte les destrozaría a pesar de lo mucho que lo mereciese.

Su gente acababa de perder a Lincoln, un pilar importante para los floukrus y perder a otro miembro más en tiempos de paz sería algo doloroso y poco prudente de su parte.

Ademas de eso, había estado dándole muchas vueltas al asunto. El perdón no llegaría nunca, no de su parte pero tal vez, Zaffron lo hiciese mejor con ellos. Había estado pensando mucho en Halena, en Dahara y Akshan sus nonatos hijos y se había puesto en la tesitura de como sería para ellos el perderla a ella. Sufrirían, lo pasarían mal durante mucho tiempo y quizás ese suceso marcaría sus existencias para siempre, no quería eso para sus hermanos pequeños.

No era benevolencia hacia él. No era generosidad o indulgencia. Era una realidad. Y la realidad era que sus hermanos ya habían sufrido bastante en esta vida como para ser ella la causa de más posibles sufrimientos.

Zaffron seguiría su camino, y ella seguiría el suyo sin cruzarse con el de él, hasta que la muerte reclamase la vida de alguno de los dos ineludiblemente y por toda la eternidad.

Un mundo en paz, no se conseguía sin sacrificio y ese era uno de los que iba a tener que hacer para proporcionarles a sus hermanos una placida vida llena de cariño, amor y bondad.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 4... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora