535. La Celebración del Ocaso

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El momento al fín había llegado.

La lúgubre noche había llegado a su fin dando paso al luctuoso y aciago día, a medida que la sala del trono de la Torre de Polis se preparaba para recibir a paladines, embajadores y guerreros pertenecientes a las delegaciones de los Catorce Clanes, el ambiente se tornaba solemne y sobrio.

Los Natblidas habían sido los primeros convocados a la Celebración del Ocaso así como el resto de líderes de los clanes.

Ya no quedaban demasiados de ellos.

Luna kom Floukru no pudo evitar pensar en aquello al tiempo que entraba en la sala viendo allí los tres altares, dos de ellos dedicados a los Natblidas caídos. Derrick que se fijó en su rostro, colocó la mano sobre su hombro en señal de apoyo y en silencio se dirigieron al lugar que les correspondía cerca del trono.

No había más miembros del Clan Floudon Kru así que la presencia de ambos fue discreta. Ontari llego seguidamente junto a un pequeño sequito de la Nación del Hielo, Echo a la cabeza y varios de sus hombres que enseguida se disiparon por la sala.

Los ojos de Ontari no pudieron evitar posarse sobre el altar que ocupaba la posición central. Allí descansaba ahora el que había sido el gran y único amor de su vida, la única persona que la había hecho ser algo más que una asesina y por unos instantes, quedo paralizada.

Echo que se fijo en ello se acerco susurrandole algo al oído que hizo que Ontari pareciese despertar y reaccionar ocupando la posición que le correspondía al otro lado de la sala frente a Luna.

Aranae llego acompañada de la delegación Trishana Kru la cual encabezaba, el largo cabello oscuro recogido en una larga trenza y el largo y vaporoso vestido verde oscuro señal de luto de Yuljeda Kru, el Clan de su amado Treior enmarcando su redondeado vientre bajo su tela. La Natblida tragó al ver los tres altares dispuestos uno junto al otro, con los cuerpos cubiertos por la negra tela de Treior y Keryon y la tela blanca cubriendo al consorte de Heda, y sus ojos se humedecieron ligeramente pero sorprendentemente, sintió la fuerza necesaria para llegar al otro lado de la sala y ocupar su lugar junto a Luna y Derrick.

Aden llegó poco después que ellas. Su rostro denotaba serenidad, cansancio y cierto hastio pero fue directo al lado de Ontari, los pocos de la delegación de Ouskejon Kru que le acompañaban ocuparon la posición discreta que se esperaba de ellos tras él.

Luna dirigió la mirada hacia las pesadas puertas esperando ver aparecer a Indra como maestra de los Natblidas, y seguidamente a la Guardiana de la Sagrada Llama pero se produjo cierta contradicción en su cara cuando solo vio aparecer a esta última a pesar de su reticencia inicial y el abierto rechazo a las deferencias de la actual Comandante de la Sangre en su mandato.

Gaia entró orgullosa y regia, dirigiendose hacia el trono y se coloco junto a los altares en silencio, cosa que no paso tampoco desapercibida para Ontari y Aranae que se miraron entre si.

El resto de las delegaciones comenzaron a llegar poco después y la sala se fue llenando con su presencia. Clarke, Octavia y Murphy entre ellos. La delegación Skykru ocupo el lado contiguo a Aden y Ontari, quedando frente a Aranae, Luna y Derrick.

Cuando todo estuvo dispuesto, el himno funebre trigeda comenzo a entonarse desde lo más alto y la imponente Heda de los Catorce Clanes apareció más hermosa, esbelta y voluptuosa que nunca envuelta en un vaporoso y largo vestido de color negro que remarcaba ya inevitablemente su estado de buena esperanza.

Llevaba el largo cabello oscuro suelto y lleno de flores blancas y azules, al igual que la pintura que cubría su rostro en señal de luto por la pérdida de su consorte, su unión de sangre el rey Roan kom Azgeda.

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 4... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora