Ni siquiera parecía ser consciente de las horas de la madrugada que eran, lo único seguro que sabía era que no podía continuar en sus estancias privadas. Permanecer en la cama solo hacía que tuviese extenuantes y dolorosas pesadillas que la llevaban una y otra vez a revivir momentos pasados, la muerte de su amado Treior, la muerte de Keryon, la de su rey, la muerte de tantos y tantos guerreros alrededor suya.
Su última pesadilla había sido devastadora y había hecho que se despertará empapada en sudor y con el cuerpo entero temblando de miedo.
Había vomitado.
No, no era su embarazo.
Aranae sabía que aquello solo era producto de la resaca de la cruenta batalla que había librado al lado de los suyos, y el resultado de las vidas sesgadas lo que la mantenía así.
El rostro de Treior al ser atravesado por aquella espada, el dolor reflejado en su hermoso rostro, la desolación en aquellos ojos que tanto amaba...
La Natblida cerro sus ojos con firmeza queriendo alejar aquellas dolorosas imagenes que la atormentaban en una de las terrazas a las que había salido a tomar un poco de aire fresco que aliviase aquel quejumbroso pesar.
Sentía aún las mejillas húmedas y pegajosas pero curiosamente, no estaba llorando.
Su mano se mantenía cerrada con tanta fuerza en torno al estrecho muro de piedra desquebrajada que hacía a su vez de barandilla, que ni siquiera se había percatado de la blancura que atenazaba a sus nudillos.
Durante estos días había recibido numerosas condolencias por lo ocurrido, en su mayoría alabando el valor que Treior había depositado en la batalla y su determinación en su arriesgada actuación.
Su lucha había terminado y con ella, su vida.
El principio de una vida que una vez se prometieron juntos.
No, no podía pensar en eso.
No ahora, o se derrumbaría completamente y eso era lo último que se podía permitir.
El sonido de pasos aproximandose hizo que Aranae volviese la cabeza rápida e inesperadamente tensa.
Rashesh que presionaba la venda que cubría el gran corte de su mano con el que había surtido la copa de Halena poco antes se había visto conducido de algún extraño modo hasta allí.
Nada más verla, supo porque. Todo aquel dolor, todo aquel pesar fluía a través de la Natblida como agua que brota de un manantial, y como Nohara aquello llegaba a él de forma clara.
La líder del Clan Trishana Kru parecía algo abotargada al verle allí, ya que no esperaba encontrar a nadie despierto a aquellas horas. Mucho menos al Nohara, al que hacía días que apenas veía allí.
—Rashesh...
—Perdona, no pretendía importunarte —se disculpó él adentrandose unos pasos en la terraza—. Solo buscaba un lugar donde poder...
—Respirar —finalizó la frase ella entendiendo bien aquella sensación suya.
Rashesh que asintió imperceptiblemente supo que ella solo ansiaba lo mismo y se aproximo a su lado. Ambos se quedaron unos minutos en silencio contemplando en la lejanía como la enorme Polis tan agitada por el día sucumbía a la calma en la más profunda noche.
—Tú tampoco puedes dormir, ¿verdad? —preguntó el Nohara sin dejar de contemplar la inmensidad de la ciudad.
Aranae guardo silencio bajando ligeramente la mirada.
—Aún tardará algún tiempo en dejar de doler, sé que ahora crees que ese dolor no se irá nunca pero creeme, lo hará.
—¿Y si no lo hace? —se atrevió a preguntar ella sin mirarle.
—Esa niña que llevas en tu interior colmará tus días de amor, de vitalidad y de fortaleza, tanta que no quedará hueco para ese dolor.
Aranae que cerro sus ojos al escucharle tembló ligeramente llevando instintivamente la mano a su vientre bajo el largo camison negro.
Una niña...
Sería una niña, Treior nunca lo llegaría a saber pero era una niña.
Sus ojos se llenaron de lágrimas lentamente, y Rashesh colocó la mano sobre su espalda en señal de apoyo. Entendía cuanto necesitaba ella ahora mismo y cuanto era el dolor con el que tenía que lidiar sola.
—Lo superareis juntas. Ella será tu máximo consuelo, tu mayor orgullo y fortaleza. Brindale todo ese amor del que yo sé que eres capaz, y Treior lo celebrará con regocijo desde la otra orilla.
Aranae que sintió el sabor salado de las lágrimas en sus labios, asintió lentamente queriendo creer en su palabra y sintiendo una sensación de extraño confort y plenitud manar por su cuerpo desde donde la mano de Rashesh se mantenía posada.
Poco a poco, aquel intenso dolor que sentía se iba aliviando sin entender cómo, porqué pero de algún modo Rashesh parecía estar haciendo algo con ella que lo aletargase.
El Nohara apartó lentamente la mano de ella llevandose consigo parte de ese dolor, y la respiración se le entrecorto ligeramente necesitando de unos minutos para recuperarse.
Aranae que se volvió a mirarle le vio apoyarse del muro al tiempo que un imperceptible gesto de dolor le cruzaba el rostro y dio un paso hacia él.
—¿Qué has hecho? ¿Cómo... cómo has...?
Rashesh que se apartó ligeramente de ella necesitando unos segundos para recobrarse trató de poner buena cara sin llegar a conseguirlo del todo.
Toda su energía, la cual había puesto para curar a Halena y ahora a Aranae, se debilitaba a medida que pasaba el tiempo.
Necesitaba algo de tiempo para recuperarse.
—Deberías... debería intentar descansar algo —insistió él quedamente.
Aranae que estaba tremendamente revitalizada por lo que sentía y que aún era incapaz de entender, se fijo ahora en su mano.
—¿Qué te ha pasado ahí? —preguntó con preocupación ella al tiempo que cogía su mano vendada.
Rashesh la apartó con disimulo no queriendo dar lugar a más preocupaciones que pudiesen turbar la calma de la Natblida.
—Nada importante. Ahora deberías descansar.
Aranae que asintió al escucharle con aquella sensación de calma y de paz corriendo por sus venas se apartó un poco de él.
—Si, creo que... que debería descansar, será lo mejor —se dijo en voz baja mirando después a Rashesh.
—¿Tú estarás bien?
—Lo estaré —prometió Rashesh calmadamente devolviendole una expresión de calma y gratitud por su preocupación.
Aranae le devolvió la mirada con apreció y serenidad y se apartó de allí, echando a andar hacia el interior de las estancias.
Cuando desapareció, Rashesh dejó aflorar una mueca de autentico dolor en su rostro. Quizás se estaba forzando demasiado pero no podía permitir que ellas sufriesen si en su mano estaba evitarlo.
Su energía no era ilimitada, su poder tampoco y aquella sensación tardaría algún tiempo en desaparecer de él pero si existía alguien que puediese lidiar con ello, era él mismo.
Le habían dado una oportunidad al otorgarle un lugar junto a la heredera de Heda, no podía defraudarla ni desperdiciar esa confianza depositada en él. Los suyos no solían tener esa clase de oportunidades y era la suya para demostrar que no todos eran malos, algunos valían la pena como él.
Continuara...
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Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 4... (#TheWrites)
Fanfiction#1º Premio The 100 Awards 2016. #Premio Prime 2017 Distinción Fluidez En La Trama. #1º Premio Fanfic PremiosParati17. #Nominación Triologías Premios Pluma 2017. #3º Premio Fanfic Saturno Awards 2019. Una guerra se avecina, la diosa Ina Anak no se de...