499. Guerra Inclemente

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Cuando la hoja de la espada ascendió atravesando lacerantemente su ropa y su carne, Octavia emitió un grito de dolor bajando la mirada a su pecho y elevó su espada blandiéndola con fuerza contra dos de los trakaras a los que se estaba enfrentando en mitad de la nieve rodeada de trigedas a pie y a caballo que luchaban ferozmente contra los salvajes trakaras.

Aden se agacho esquivando una espada y un certero puñetazo le lanzo al suelo no muy lejos de ella.

El caballo de Aranae yacía malherido sobre la nieve que se había ido volviendo roja por su sangre y ella golpeaba a una de las trakaras enterrando su espada en su pecho liberándole de ella de una patada.

Otra caída más, el sonido del acero chocando entre resonaba por todo el lugar elevándose en la noche de Azgeda, la Nación del Hielo era testigo de una contienda como nunca vista antes.

Un corte abierto y sangrante atravesaba el rostro de Keryon que luchaba con todo lo que tenía para derrotarles, pero los tres trakaras que le atacaban habían conseguido apartarle e iban venciendo por momentos.

Derrick bloqueaba cada ataque de espada que llegaba a él, y utilizaba la fuerza bruta para derribar en el suelo a cuantos podía en su avance hacia la Fortaleza del Hielo.

Ontari profería gritos de rabia y dolor deslizando diestramente la hoja de su espada sobre los trakaras sesgando vidas aquí y allá.

Roan por su parte peleaba a lo lejos de espaldas a Treior que trataba por todos los medios de no dejarse alcanzar por las hachas que blandía uno de los salvajes en lugar de espadas.

Había cuerpos agonizantes sobre la nieve, algunos se arrastraban, otros tomaban su ultimo aliento y se dejaban morir sobre la nieve.

La batalla estaba siendo dura, la contienda inclemente.

De una patada Keryon perdió su espada y la hoja de una daga se enterró con fuerza en su vientre frente a los ojos de Aranae y Derrick que no dejaban de pelear.

—¡Keryon! —gritó la Natblida viendo al salvaje trakara arrancar la daga de su estomago con fuerza y enviarlo al suelo de un certero golpe en la cabeza.

—¡Aranae! —le gritó Derrick viendo como uno de ellos llegaba a ella por la espalda, la Natblida se agacho cuanto pudo y Derrick tomo una de las dagas de su chaleco y la envió al salvaje con fuerza, esta se incrusto en su frente enviándole directamente hacia atrás a la nieve.

Y en cuanto Aranae se levantó movió la mano y enterró la hoja de su espada en otro de los trakaras que se disponía atacarles.

Eran fieros, muy fieros y parecían incansables.

Ontari cayó al suelo de espaldas con dureza y recibió la pesada patada de una bota en el vientre, Roan se giró alertado por el grito y corrió hacia ella sesgando la vida de la guerrera que la había derribado cortando su cabeza de un solo golpe de espada.

Roan vio a Ontari tratar de recuperar el aliento en el suelo y la protegió cuanto pudo de los innumerables envistes que algunos de los salvajes guerreros trataban de alcanzarles.

Octavia estaba completamente obcecada, cegada en su cometido y aplicada a la ardua tarea. Mataba todo cuanto se movía cerca de ella indiscriminadamente y algunos cortes y heridas rasgaban su piel haciéndola sangrar despiadadamente sin importarle que ocurriese o quien cayese frente a ella.

Treior por su parte lucía errático, fallaba algunos movimientos porque estaba demasiado pendiente de Aranae luchando a lo lejos, cuando escuchó gritar a Derrick llamándola, Treior se volvió y una de las trakaras aprovecho tras él hundiendo la espada por su espalda hasta sacarla por su pecho con fuerza.

Treior exhalo emitiendo un ultimo grito conmocionado por el suceso, y Aranae solo tuvo tiempo a verle caer mientras la sangre se amontonaba en el interior de su boca borbotando por la comisura de sus labios cayendo al suelo.

Por un segundo se quedo paralizada y Derrick corrió derribando a uno de los guerreros trakaras que se disponía a darle a ella el golpe de gracia cayendo con él fuertemente sobre la nieve.

—¡No te detengas! ¡Lucha! —le gritó Derrick agarrando la cabeza del guerrero con fuerza hundiéndosela contra la nieve tratando de asfixiarle—. ¡Defiéndete!

Pero ella ya no parecía escucharle, sus ojos eran incapaces de apartarse del cuerpo de Treior, tendido boca abajo en el suelo.

La guerra era inclemente, cruel, despiadada y al parecer, no concedía treguas.

Continuara...

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 4... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora