Grandes abalorios ornamentales y listones de colores engalanaban en gran salón de banquetes de la Torre de Polis, capital de la Coalición y hogar de la Heda de los Catorce Clanes y sus futuros herederos muestra exquisita de cada uno de los clanes los cuales formando el ejercito Wonkru han logrado repeler al enemigo de tierras trigedas o al menos, eso es en apariencia lo ocurrido.
Deliciosa carne asada especiada de grandes piezas cazadas en los bosques de la Comandante de la Sangre ocupaban un lugar especial. También había peces dorados al lento fuego y bandejas con sabrosos frutos recién recogidos y traídos hasta allí para celebrar el fin de la guerra y la prospera paz.
La inoportuna hostilidad de Gaia, Seda y sacerdotisa de la Sagrada Orden de la Llama había interrumpido la reunión pero había reforzado lealtades y vínculos hasta ahora poco cuestionados por Heda o su primogénita.
La celebración había reunido a un gran numero de embajadores, paladines, guerreros y líderes, todos ellos dignos representantes de sus clanes. Todos festejando como un solo pueblo, como lo que eran.
Cada delegación se sentía afortunada por poder estar presentes allí celebrando ese gran día. Muchos anhelaban la vuelta de Heda por supuesto pero muchos otros estaban encantados con la idea de que Halena kom Kongeda tomase su lugar temporalmente.
Querían comprobar de que pasta estaba hecha la futura líder de la Coalición para así saber a que atenerse en un futuro dada su condición.
Halena aunque había presidido el banquete se había retirado en cuanto las emociones, los sentimientos, las sensaciones de todos los congregados allí habían comenzado a hacer mella en ella como Anorah.
Su cometido era paliar la ausencia de Lexa, su madre y lo había conseguido lo mejor posible mientras lidiaba con lo que estaba sucediendo con ella.
Le costaba dominarse tal como estaba ahora. Tras lo ocurrido con Ina Anak.
Todos querían saber como había conseguido vencerla, como había conseguido destruir a la diosa y a su cruel pueblo ella sola y en el momento en que habían comenzado a asediarla con preguntas, ella había decidido por consejo de Rashesh retirarse.
Había hecho bien.
Porque para cuando había alcanzado sus estancias privadas respiraba aceleradamente y temblaba de una forma que no podía contener. Esa clase de malestar, la mantenía en guardia, alerta, consciente de sus emociones y de las de otros las cuales llegaban a ella sin control perturbando su paz.
Necesitando tomarse un momento, Halena se llevo la mano al pecho cerrando sus ojos mientras el sonido de su corazón bombeando rápida y fuertemente en su pecho dolía.
Necesitaba calmarse, serenarse un poco y lidiar con ello sola.
Podía sentir fluir en su interior toda clase de cosas, de deseos, de anhelos oscuros y electrizantes que la hacían estremecer de solo pensarlo. Los recuerdos de Ina Anak, su tenebrosa presencia vibrando en su interior lista para dominarla y salir.
No, no.
Tenía que calmarse.
Halena se dirigió a la amplia cama casi a trompicones por la alfombra de piel y en cuanto la alcanzo se subió a duras penas logrando dejarse caer en ella mientras todo comenzaba a vibrar y a moverse a su alrededor haciendo que la cabeza se le fuese.
La primera gota de sangre que cayo sobre las sabanas llamo su atención. Otra cayó junto a esta y otra más sobre las dos.
Desconcertada, Halena levanto temblorosamente la mano y se la llevo a la nariz mirando después sus dedos manchados con su propia sangre.
¿Qué estaba pasando? ¿qué estaba ocurriendo? ¿acaso Ina Anak la estaba destruyendo por dentro? ¿acaso se estaba apoderando de ella? ¿aquella oscuridad la estaba consumiendo?
Emitiendo un pequeño gemido de dolor la primogénita de Heda cerro sus ojos apoyando la mano de las sabanas hundiendo sus dedos en ella queriendo detener aquel malestar, todo ese ardor.
La respiración se le entrecortó, el cuerpo entero le tembló y el latido de su corazón se hizo presente en sus oídos causándole dolor.
Una imagen llego a ella, nítida, fugaz, clara.
La imagen de Octavia sacando una afilada hoja subida a caballo frente a ella y lanzándola a su cabeza con fuerza rodeada de los Natblidas, Roan, Ontari y Derrick y cientos de guerreros más en la nieve.
El intenso dolor sesgo a Halena que cayo bruscamente hacia atrás y la imagen se desvaneció aunque el dolor fue real para ella.
Nuevas imágenes, nuevos haces de luces la golpearon y se encontraba de nuevo en el templo de Ina Anak rodeada de guardias vestidos de negro, viéndose a si misma desde los escalones en los que estaba tendida luchar contra ellos ferozmente como el animal despiadado que era, el cual caza sin compasión alguna a sus presas a través de los ojos de Ina Anak.
Ofrendas, mucha sangre, cuerpos inclinándose ante ella frente al templo.
Algunas batallas, algunas guerras libradas contra otros pueblos.
Halena se llevo la mano al vientre doblándose de dolor al sentir como todos aquellos recuerdos la herían y retorcían luchando por salir a la luz a través de ella.
Decenas, cientos de años en apenas minutos. Lo peor de Ina Anak, el legado perdido de su pueblo.
Halena trató de levantarse, trató de alcanzar la puerta. Necesitaba la ayuda de Rashesh, él sabría como detener aquello.
Mas sangre en la alfombra.
Más heridas abiertas.
Más recuerdos filtrándose por las grietas.
Tanta presión, tanto dolor...
Halena dio sendos pasos alargando la mano hacia la puerta y justo cuando iba a cruzar por encima de la alfombra, un nuevo recuerdo la golpeo haciéndola caer desvanecida en el suelo.
La sangre comenzó a manar de su nariz, de sus labios manchando la piel blanca del oso sobre la que había quedado tendida y la oscuridad se trago su consciencia.
Continuara...
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Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 4... (#TheWrites)
Fanfiction#1º Premio The 100 Awards 2016. #Premio Prime 2017 Distinción Fluidez En La Trama. #1º Premio Fanfic PremiosParati17. #Nominación Triologías Premios Pluma 2017. #3º Premio Fanfic Saturno Awards 2019. Una guerra se avecina, la diosa Ina Anak no se de...