529. Retratos De Lo Que Somos

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La gran llegada de la Heda de los Catorce Clanes a Polis, capital de la Coalición y hogar de la Comandante de la Sangre y sus herederos había causado un gran revuelo no solo por toda la ciudad sino también en la Torre.

Todos celebraban su regreso y todos en buena medida querían transmitirle sus condolencias por aquellos a los que había perdido como su consorte, los dos Natblidas caídos y parte del ejercito Wonkru que había ido a la batalla en su nombre.

En los proximos días sus muertes serían lloradas y con el tiempo pasarían a ser los heroes de la historia que nadie querría recordar. Ese episodio oscuro de la historia trigeda sería omitido en la medida de lo posible a las generaciones futuras, y nadie lo mencionaría de nuevo.

Todos tendrían demasiado temor de hacerlo, especialmente si la primogenita de Heda iba a regir los proximos años, ya que cómo había alcanzado la paz seguía siendo un oscuro misterio para muchos y una intrinseca intriga para otros.

Tiempos oscuros, dolorosos y sordidos para muchos de ellos, sobretodo para aquellos que habían perdido a alguien y ahora se quedaban aquí.

Algunos nunca lo superarían, tal vez algunos nunca se repondrían, tal vez jamas les olvidaría pero por mucho que eso doliese, todos harían su mayor esfuerzo por seguir adelante por su propio bien y por el bien de aquellos a los que tenían a su cargo.

Octavia era una de ellos, la joven Canciller había perdido al amor de su vida, y consigo las ganas de seguir adelante.

Había encontrado una manera de lidiar con esa clase de dolor, una perturbadora y horrenda la cual había comenzado a conducirla por una senda hasta ahora desconocida para ella de odio, oscuridad, destrucción y venganza. Y al parecer, no había en ella intención alguna de volver atrás.

Había destrozado a Neil Macallan y no sentía el más minimo remordimiento de haberlo hecho.

Había acabado con la vida de Marcus Kane, antiguo Canciller, antiguo aliado y amigo frente a una de las mujeres más respetada de su asentamiento, la cual siempre se había preocupado por ella y sorprendentemente no sentía arrepentimiento alguno por ello.

Había amenazado a su hermano, e incluso se había sentido dispuesta a arrrebatarle la vida por haberla privado de Lincoln durante todo aquel tiempo en el que el trikru estuvo alejado de ella, y había renegado de él, y no, tampoco se arrepentía ni de sus palabras ni de sus hechos, tales como golpearle o alejarle de ella.

¿Por qué no se arrepentía? ¿por qué no lo sentía?

¿Por qué ya no sentía nada de nada?

No es que se lo hubiese preguntado mucho ultimamente a decir verdad.

Quizás despues de la dura contienda que ella misma desencadeno al matar a la reina de los trakaras, cuando todo estuvo algo más tranquilo y ella estuvo sola, puede que se le pasase por la cabeza al menos por algunos segundos, pero deshecho esos pensamientos tan pronto como le fue posible.

No quería pensar en ello.

No, realmente no quería pensar en ello. No estaba dispuesta a correr ese riesgo.

Incluso ahora estando a solas en uno de los salones esa clase de pensamiento trataba de rondar por su mente, y ella se esforzaba por empujarlo hacia lo más profundo de su ser para no dejarlo salir, y tener que enfrentarse a él.

Octavia permanecía de pie contemplando los antiguos retratos de los Comandantes que precedieron a Lexa mientras sostenía en su mano una botella de elixir trigeda a medio beber.

Todos parecían tan fuertes, tan petreos y fríos, tan imponentes...

Esa clase de status, de poder, no era algo que ansiase aunque lo tuviese entre los suyos, no era algo que envidiase especialmente de ellos, no.

Asumamoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 4... (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora