Prólogo

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Advertencia: Segunda parte de El nombre de las estrellas. ¡Es necesario leer el primero antes de leer este!

*****

Kevin

Golpeé la puerta de mis padres con los nudillos un par de veces, aunque no me molesté en esperar a que respondiesen. Entré a la habitación y subí la persiana de un tirón para que entrase el sol mañanero de finales de agosto.

—¿Qué haces? —preguntó mi padre, mirándome un segundo antes de esconder la cabeza debajo de la almohada.

—Me voy a Nueva York —les dije, abriendo la puerta que comunicaba con el balconcito lleno de flores de mi madre.

—Buen viaje —resopló de nuevo, sin salir de su «escondite».

Mi madre, sin embargo, se sentó en la cama y me miró medio sorprendida, aún con los ojos entrecerrados.

—¿Estás borracho?

—Sí.

Guardaron silencio como si no se esperasen mi respuesta. Luego mi madre volvió al tema.

—¿Por qué te vas a Nueva York?

—Pues detrás de Lindsay, está claro. —Mi padre rodeó a mi madre con un brazo y la hizo tumbarse de nuevo—. ¿Por qué tuvimos hijos, Lu?

—Porque tú tenías envidia de Carlos —se rio mi madre—. ¿Vas a buscar a Lindsay, Kevin?

—Claro que no. —Fue mi turno de resoplar—. Hace un año que se largó, y no ha hecho intento de hablar conmigo. Ya me he olvidado de ella —mentí, sin arrepentirme ni un poco.

Sin embargo, la borrachera que había tenido que coger para atreverme a ir a Nueva York, seguro que me delataba un poco. Las cosas entre nosotros no habían acabado bien para nada y no habíamos vuelto a hablar desde entonces. ¿Qué más daba que se me hubiese metido debajo de la piel y aún estuviera loco por ella? ¿Qué importaba que se hubiera largado sin mirar atrás y no quisiera saber nada de mí?

—Entonces, ¿por qué vas a Nueva York? —Esta vez mi padre sí se sentó en la cama y me miró curioso.

—Scott me ofreció pagarme la carrera allí, pensé que después de lo que había pasado, retiraría la oferta —reconocí, rascándome el pelo—. Pero le vi hace un par de días y me dio el billete de avión.

—Scott no tiene que pagarte la carrera —aseguró mi padre, que tenía una especie de orgullo muy raro con el dinero: no le gustaba aceptar de los demás, pero no le importaba dar el suyo a todos sus amigos...

—No, no tiene que hacerlo —me reí un poco—. Y no quiero que lo haga, pero la oferta de estudio va acompañada de una oferta de trabajo y casa. Y sabéis que el inglés es lo que peor llevo. Me vendrá bien. Es lo mejor para mi futuro.

—Así que has tomado una decisión completamente racional —me preguntó sin preguntar mi madre con ese tono de saberlo todo de psicóloga.

—Sí.

—¿Y por qué te has emborrachado?

—Porque me estaba despidiendo de mis amigos —mentí—. Y porque no estaba seguro de qué debía hacer.

—¿Sigues enamorado de Lindsay? —me preguntó mi padre.

Yo me encogí de hombros, ¿qué iba a decirles? Jamás me había sentido por nadie como por ella y un año alejados no había sido suficiente para olvidarla. No había día que no recordase su risa, sus gestos o sus estúpidos tacones y cada noche soñaba con ella. Me había centrado en estudiar y había sacado las mejores notas de mi vida, pero eso no me había hecho olvidarme de mi viborilla.

Y sí, en parte quería irme a Nueva York porque no soportaba estar lejos de Lindsay. Pero sabía que lo mejor para mi futuro era aceptar la oferta de Scott.

¡Tal como prometí aquí tenéis el segundo libro! Espero que os guste y lo disfruteis tanto como el primero

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Tu nombre en las estrellas - Bilogía Estrellas 2 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora