25.- Eres mía, morena

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Victoria

Mientras tragaba a toda prisa mi cena para que no me la quitasen, me pregunté si sobreviviría una noche más. Ya había pasado cuatro allí dentro. Apenas dormía, y la anterior, me había encontrado a Happy en mi cama al despertar en mitad de la noche. Después de eso, no conseguí relajarme.

Sabía que no podía darle más largas, estaba afilando su destornillador seguro. Pero tampoco podía seguir el consejo de Stesha. ¿Cómo iba a...? Solo de pensarlo se me revolvía el estómago.

Y como si esa loca pudiera saber lo que pasaba por mi cabeza exactamente, me acorralo contra el mueble dónde se dejaban las bandejas y me dio un beso metiéndome la lengua hasta la garganta. Yo tuve que contenerme a duras penas para no vomitarle la mierda de pasta que nos daban para cenar.

—Se te ha acabado el tiempo, guapa —me dijo—. He sido amable, te he dado cuatro días para acostumbrarte, pero ya está.

—Espera a ver a la nueva, Happy —le dijo otra de las chicas—. Quizá te guste más.

—No creo, no me voy a quedar con las ganas de probar a esta —aseguró.

—¿Qué nueva? —traté de cambiar de tema.

—Iba a llegar una chica nueva. —Se encogió de hombros y me cogió de la mano para llevarme a la habitación—. ¿Estás celosa?

—¿Yo? Quédate con ella, a mí no me interesas.

Me solté de su mano cuando cruzamos la puerta de rejas y ella volvió a empujarme contra la pared. Me pareció cabrearse de verdad por primera vez desde que estaba allí. Sujetó mi mandíbula con fuerza y me impidió moverme.

—Deja el jueguecito, Vick, o te romperé la mandíbula para que dejes de decir gilipolleces —me amenazó—. Me hacía gracia que te negases, pero ya me he hartado.

—Suéltala.

La presión en mi mandíbula desapareció de golpe y tuve que parpadear para poder creerme la escena. Stesha estaba detrás de ella, y la había sujetado de la mano para hacer que me soltase. Debía haber apretado su tendón, porque dudaba que Happy fuera a obedecerla sin más.

—¿Qué haces aquí? —pregunté, pero Stesha me ignoró, acorralando a Happy contra la pared, a mi lado.

—Si vuelves a tocarla, o mirarla si quiera, te mataré.

Hasta a mí me acojonó un poco el tono de la rubia, que tras amenazarla la soltó y me hizo un gesto para que me moviese, sin quitarle la vista de encima a la otra.

—¿Quién eres tú? —preguntó otra.

—La que va a romper la cara a cualquier zorra que se acerque a mí, así que no me toquéis el coño.

Me empujó hasta una litera alejada, que supuse que era la suya, porque tenía una manta doblada encima.

—Sube, morena —ordenó.

—¡Esa es la mía! —me dijo una de las chicas con mucho acento que no reconocí.

Stesha le dijo algo en ruso entonces y la otra respondió con cierta vacilación, mirando alrededor. Sty, sin embargo, parecía muy segura de sí misma. Dijo algo más y subió sobre la litera para quitar la manta y subir la suya que estaba abajo doblada.

—Está bien —respondió, la que debía ser rusa también.

—Gracias. —Stesha le dio su manta y me hizo un gesto para que subiera.

Yo obedecí, sin entender nada aún. ¿Por qué llevaba un traje gris como nosotras? ¿Por qué estaba allí? Había pensado que iba a sacarme, pero estaba claro que estaba tan encerrada como yo. Me tumbé pegándome a la pared para dejarle hueco y extendí la manta. Sin embargo, Sty se subió por el lado contrario y apoyó la espalda junto a mis pies, aunque se arropó también.

Tu nombre en las estrellas - Bilogía Estrellas 2 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora