28.- La carrera

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Kevin

—¿Es este el tío? —preguntó Carlos, dejando un par de fotos delante de Lindsay, que estaba en el sofá a mi lado.

—Sí, se encarga de las apuestas y de controlar las carreras, creo —explicó ella.

—Solo tiene una multa por conducir borracho. No creo que al juez le sirva —suspiró él—. Vicky necesita algo más sólido.

—Genial, pues vamos a esa carrera y le pillamos con las manos en la masa... ¿Llevas tú otra moto? —me pidió mi padre.

—Claro.

—Eso es una locura, Charly —aseguró Carlos.

—No lo es, mi contacto me ha dicho dónde será la siguiente carrera, y con una cámara en la moto o el casco, los grabaremos cogiendo el dinero. Quieren a alguien a cambio de Victoria, y se lo daremos. Pero tenemos media hora para llegar.

—Yo también voy —se unió Lindsay.

—No, tú tienes que ir a vigilar a la familia del tío ese —me negué—. Si salen del hotel o se ponen en contacto con el del reformatorio, estamos jodidos.

—¿Y por qué crees que yo voy a vigilar a esa gente mejor que el tío al que paga mi padre desde hace veinte años? —preguntó, alzando una ceja.

—Quiere mantenerte a salvo, y yo estoy de acuerdo —explicó mi padre, con menos tacto que yo—. No voy a arriesgar a más gente, Lindsay. Si no quieres ir a vigilar, quédate con Carlos que te enseñe fotos a ver si reconoces a más moteros de los que había allí.

—¿Eso va a servir de algo? —dudó ella, cediendo un poco.

—De más que meternos los tres en una carrera —aseguré—. Volveremos pronto. Cuídala —pedí a Carlos, que asintió un poco.

-o-o-o-

Lindsay

—¿No te fastidia un poco que ellos estén por ahí arriesgándose, mientras tú haces de niñera? —traté de picar a Carlos, a ver si decidía que fuéramos con Kevin y su padre, pero él se limitó a reírse.

—No te haces una idea de lo muchísimo que te pareces a tu madre cuando tenía tu edad —me dijo.

—¿De verdad?

Nunca me lo había planteado, la verdad. Mi abuela paterna decía que era igual de tonta que mi padre, cuando se cabreaba conmigo. Sobre todo, cuando no quería reconocer que me gustaba Kevin. Mi abuela materna era más de elogiarme sin más. Era de las que pasaban la pasta por debajo de la mesa, como quién trafica con droga. La familia de mi madre no tenía mucho dinero, pero siempre me daban cuanto podían, aunque no fuera mucho.

Y durante mucho tiempo, me cabreó que me diese «tan poco dinero». Quizá no fue hasta que Kevin me enseñó lo difícil que era ganarlo de verdad, que no entendí cuanto se sacrificaba mi familia materna por darme cosas. Pero claro, ¿que eran unas chuches o unos euros, cuando mi abuela paterna me daba vestidos de varios miles de dólares...?

—Creo que Saray se valoraba poco —siguió hablando Carlos, y yo presté atención. Quería conocer mejor a mi madre—. Andrea era amiga de Charly, Raúl y mía desde primaria. En el instituto se hizo amiga de tu madre, cuando la cambiaron a nuestra clase, y ella la metió en el grupo. Creo que durante mucho tiempo pensó que éramos amigos suyos solo porque ella era amiga de Andrea.

—¿Y era así?

—Creo que tú piensas algo parecido, Lindsay, sobre ti misma. Crees que nos quedamos contigo, por hacerle un favor a tu madre.

Tu nombre en las estrellas - Bilogía Estrellas 2 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora