6.- Cena en familia... ¿Qué puede salir mal?

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Lindsay

—¿Estás nerviosa? —me preguntó Mason mientras subíamos en el ascensor—. Es tu familia, cariño, ¿qué puede salir mal?

No le respondí. ¿Qué podía salir mal? Todo. Kevin diría algo inapropiado, seguro. Y mi abuela se pondría de su parte, porque sabía que le adoraba. No había dejado de hablarme de él en todo el año y, cuando le había dicho que me había puesto los cuernos con su mejor amiga, se había reído en mi cara. Al parecer, ella había estado en contacto con Kevin ese tiempo. Y, quizá, a ella sí que se había molestado en darle una explicación que yo aún esperaba...

Volví a coger aire cuando se abrió la puerta del ascensor, y me aferré a la mano de Mason como si estuviéramos caminando hacia la horca. ¿Aún estábamos a tiempo de huir? Yo nunca había sido especialmente cobarde, pero en ese momento, me hubiese gustado salir corriendo.

Mis padres estaban poniendo la mesa cuando entramos en casa. Mi abuela se asomó de la cocina cuando nos acercamos, y yo me abracé a ella con fuerza como saludo. Esperaba que recordase lo que me quería antes de ponerse de parte de Kevin de nuevo.

—Abuela, este es Mason —presenté—. Mason, mi abuela Tricia.

—Encantado, señora Anderson. —Mason le tendió una mano muy formal, que mi abuela aceptó enseguida.

—Igualmente, señor Coleman. —Pese a ello, le habló con algo de frialdad, que no acostumbraba a oír en mi abuela—. ¿Vas a quitarte ese vestido tan horrible antes de cenar?

—Pues...

Lo miré con mala cara. Era un vestido feísimo de verdad, pero era lo único apropiado que tenía para salir con la familia de Mason. No quería llevar minifaldas a misa, porque no era lo más adecuado. Y estaba deseando quitarme aquel horror de vestido, pero no quería dejar a Mason solo con ellos.

—Te he traído un vestido, está en tu habitación.

—¿De verdad? —pregunté con los ojos muy abiertos.

Mi abuela diseñaba ropa y era la mejor del mundo. Sus vestidos eran geniales y yo no podía resistirme a ellos. Necesitaba verlo. Y, sobre todo, necesitaba salir del saco horrible que llevaba puesto para entrar en un precioso vestido hecho a medida.

—Tardo un minuto —le dije a Mason, antes de girarme para subir a mi habitación.

Estuve a punto de arrollar a Kevin al caminar rápido hacia el piso de arriba. Él me sujetó de la cintura para evitar el choque, pero ni eso consiguió cabrearme. Yo quería dar palmas. ¡Un vestido nuevo!

—¿Es navidad, Linda? —se rio.

Yo solo asentí y me solté de él para correr hasta mi habitación. Había una bolsa colgada del armario vestidor, que estaba abierto, aunque yo lo había cerrado. Y a los pies de este había unos zapatos preciosos de color negro con un tacón enorme.

Abrí la cremallera de la bolsa con cuidado para ver el vestido, y me quedé boquiabierta. Era de color azul muy oscuro, con pequeños brillos más claros, como diamantes engarzados, como si fuera un cielo lleno de estrellas. Y no pude evitar pensar en Kevin, con la cabeza gacha. Porque sabía que era un mensaje de mi abuela, yo le había hablado de Kevin y las estrellas mil veces. ¿Por qué tenía que hacerme aquello? ¿Acaso todo el mundo tenía derecho a elegir lo que era mejor para mí? Y parecía que yo era la única que no podía opinar...

Iba a pasar del vestido, pero decidí no darle esa satisfacción. Me lo pondría y bajaría con la cabeza muy alta. Que entendiese que no había captado su mensaje o que lo había hecho y me daba igual.

Tu nombre en las estrellas - Bilogía Estrellas 2 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora