15.- El concierto

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Kevin

Lindsay me había ofrecido darme su entrada para el concierto de mis primas como diez veces a lo largo de la semana. Y yo me había negado todas, asegurándole que no podría librarse de aquello. En realidad, era yo él que quería ir con ella, pero tampoco iba a decírselo.

Aquello formaba parte de mi nuevo plan. Mi padre había cumplido al mandarme un «abrazo», tal y como había prometido. Y, pese a que mis primas querían irse a dormir a la furgoneta con el resto de su grupo, me había parecido una oportunidad perfecta: cuanto más llena estuviera la casa, más cerca estaríamos Lindsay y yo.

Por supuesto, no había contado con qué volviera enferma, y mucho menos con qué su novio fuese a largarse corriendo al primer síntoma. Iba a dejarla descansar esa noche, pero cuando la oí vomitar, me sentí fatal por ella.

Y, cuando vino conmigo después, y se abrazó a mí, sentí que me aprovechaba un poco de ella, pero eso no había restado lo bien que me sentía.

Después de eso, había pasado un par de días con fiebre, vómitos y todos los síntomas de una gripe. Y su novio estuvo menos de diez minutos por el piso. Yo me encargué de hacerle sopas, conseguirle pastillas y asegurarme de que no se ponía demasiado mal.

Así que, pese a que me quiso dar su entrada, yo me había negado, por mí, y porque se merecía salir de fiesta para despejarse un poco después de estar tan enferma. Ya llevaba un día y medio entero sin vomitar, definitivamente, se merecía celebrarlo.

—Si vomito en medio del concierto, será cosa tuya —me dijo cuando insistí.

—Quizá motives a la gente —bromeé.

Lindsay se pasó más de dos horas arreglándose. Yo me limité a ducharme y ponerme unos vaqueros y mi chaqueta de cuero. Y luego, a esperar sentado en el sofá, que se había convertido en mi cama la última semana. Empezaba a dolerme el cuello y la espalda, por suerte mis primas se iban el domingo.

Paré de hacer zapping cuando oí el taconeó y la puerta de la habitación de Lindsay. Alcé la vista para verla, y me quedé boquiabierto. Llevaba una falda de cuero muy corta, que le llegaba hasta por encima de la cintura, con una cremallera lateral, y una camiseta negra transparente, que dejaba a la vista su sujetador del mismo color. Además de unas medias oscuras con una línea delante y otra detrás de cuero, que se perdían debajo de sus botas de tacón.

Guau. Estás... Guau —la admiré sinceramente. Estaba increíble.

—¿Crees que es demasiado? —Dio una vuelta sobre sí misma, y yo casi tuve que secarme la baba.

—Estás buenísima, Linda —aseguré, levantándome.

Y tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para no arrastrarla de vuelta a su habitación. Me moría de ganas de besarla y abrazarla y quererla para siempre.

—Me siento un poco tonta —reconoció, pero sujetó mi mano cuando la extendí hacia ella.

Recogió su bolso de la mesa, uno de mano con tachonados metálicos. Sonreí un poco, entrelazando mis dedos con los suyos.

—Menuda roquera estás hecha, y yo sin saberlo... —bromeé.

—Tú tampoco estás mal, el pelo te pega por fin —se metió conmigo.

—Y yo diciéndote cosas bonitas, si es que no aprenderé.

Salimos juntos de allí y Lindsay insistió en dejar que su chofer nos llevase. Y, como yo quería estar con ella, tampoco me puse a discutir en ese momento.

Habíamos tenido toda la semana puestos los discos de mis primas, hasta que hasta ellas se habían cansado de escucharse a sí mismas para estar preparados para el concierto. Me di cuenta mientras subíamos al coche, de que Lindsay estaba de verdad emocionada con aquella salida. Sonreía constantemente y a mí me contagiaba su gesto.

Tu nombre en las estrellas - Bilogía Estrellas 2 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora