29.- Castigo

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Lindsay

—¡Serás idiota! —regañé a Kevin cuando Abram nos dejó entrar a verlo a la habitación donde lo tenía, en su clínica.

—Pero no me grites, que casi me muero —se quejó él, aunque sujetó mi mano cuando me acerqué y la apretó con fuerza.

Tenía un brazo y una pierna por fuerza de la sábana de la camilla, y estaba cubierto de vendajes. Me pareció que debía dolerle mucho, pero me dirigió una sonrisa tranquila. Luego vi la vía en el brazo sano, y supuse que estaba drogado.

—¿Qué le va a pasar? —preguntó Lucía a Abram.

Yo me giré sin soltarle la mano para enterarme también. Abram no parecía preocupado, así que me relajé un poco. Si él estaba tranquilo, debía ser que iba a sobrevivir.

—Tiene un par de heridas más profundas, pero el resto son rasponazos. Le he puesto drogas de las buenas y antibióticos. Lo suyo es que haga reposo unas semanas, pero supongo que no me va a hacer ni puto caso.

—Vicky... —empezó Kevin, pero su madre le interrumpió.

—¡Pero mira que sois idiotas!

Charly entró en ese momento, y me pareció que al oír el grito de Lucía, estuvo a punto de darse la vuelta. Pero ella le pilló antes y no le quedó más remedio que entrar en la sala de recuperación.

—¿Estás bien, Kevin? —preguntó Charly con precaución, sin desviar la vista de su mujer más que un segundo.

—¡No, no está bien, idiota! —le gritó Lucía—. ¡Podíais haberos matado! Peor, os podrían haber detenido.

—A ver, Lu, yo creo que lo de matarnos es peor... —lo intentó Charly con suavidad.

—¡Vete a la mierda, Charly! —Lucía salió de allí, dando un portazo.

—No ha sido para tanto —murmuró Charly, mirando a Abram.

Sin embargo, no me pareció que Lucía hubiera acabado de gritarle, porque volvió a entrar, con la cara roja de furia. Kevin tiró un poco de mi mano, para que me pusiera entre él y su madre. Hombres...

—Victoria está en la cárcel y tu hijo en el hospital, espero que estés contento. ¿Es lo que pretendías?

—No, Lu, ¿cómo iba a pretender eso? —suspiró Charly, con algo de desesperante paciencia—. Además, Vicky no está en la cárcel, y esto es una clinicucha, tampoco es un hospital.

—¡Oye! —se quejó Abram—. Que esta clinicucha os ha salvado la vida a todos...

—Victoria se merece estar dónde está —nos dijo Lucía, pasando la vista de uno en uno—. Se ha metido en tres carreras ilegales. La pillamos, le dijimos que no lo hiciera y, aun así, ha vuelto a arriesgar su vida como una idiota. ¡Y vosotros en lugar de dejar que aprenda, os jugáis la vida y la libertad por salvarla! Estoy muy decepcionada. De los tres. —Me señaló junto con su marido y su hijo—. Y de Stesha también.

—No puedes creer de verdad que se merece ese castigo... —se negó Charly, cruzándose de brazos.

—No, se merece que la lleves a las carreras otra vez... —dijo sarcástica—. Eres un padre muy guay, Charly, pero no son tus colegas, no es Abram con sus porros. Son tus hijos. Y no puedes meterlos en problemas para sacarlos de otros problemas...

—Llevas razón, lo siento. Es que sabes que solo sé hacer las cosas de una forma...

—Pues no las hagas con mis hijos. La próxima vez, estréllate solo de nuevo. —Lucía volvió a darse la vuelta para salir, pero vi que tenía los ojos llenos de lágrimas.

Tu nombre en las estrellas - Bilogía Estrellas 2 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora