𝐋𝐮𝐫𝐤 ━ Tommy Lee

11. Primer movimiento.

Capítulo 11.

"Estoy en llamas sobre ti y no puedo dejarte ir... Tengo mi ojo en el premio, tengo al amor en mi punto de mira
y no puedo dejarte ir"

Abril, 1987.
Sunset Boulevard, Los Ángeles.

Vince no dejaba de contarle todas las idioteces que había llegado a hacer estando en la secundaria a Aubrey, ella carcajeaba.
Mick llegó hacia donde estaban ellos y miró de reojo a Vince.

—¿Qué le estás contando, estúpido?

—Le contaba aquella vez que invité a salir a una chica y la invité a tomar un batido de chocolate, pero después dije una estupidez, la hice reír y todo el batido salió por su nariz —dijo Vince riendo. Aubrey empezó a reír con más fuerza.

—Oh —rió aún más—; no puedo, parar —explotó la pelinegra a carcajadas.
Su risa era contagiosa y en ese entonces había hecho que Mick se riera al escuchar a su pequeña reír de esa forma.

—Sigo vigilándote, Vincent —lo miró Mick de mala forma y después le sonrió a Aubrey.

—¿Aubrey? —la llamó Nikki apareciendo de la nada. Ella lo miró y detuvo sus risas—. ¿Podría hablar contigo por un momento?

—¡Maldita sea! —exclamó Mick molesto—. ¿A ti también te tengo que vigilar?

—Papá, no pasa nada —le sonrió acercándose a él para besar su mejilla—; ya, tranquilízate. Confía en mí, ¿está bien?

—Confió en ti, no confío en ese —le reprochó Mick de mala forma.
En ese momento iba apareciendo Tommy a la sala en la que estaban.
—Tampoco confío en piernas de pollo —miró a Tommy cuando él se sentó en el sofá.

—¿Piernas de pollo? —enarcó una ceja—. Tú también las tienes.

—Cállate y jódete maldito adolescente —le ordenó con un tono grotesco. Tommy rodó los ojos y se encogió de hombros para después recostarse en el sofá.

—¿Podemos? —cuestionó Nikki volviendo a llamar su atención.

—Sí, claro.

Nikki la tomó del brazo y la guió hacia la cocina. Aubrey miró que había un paquete de galletas y aprovechó para abrirlo y sacar una de las galletas para comérsela.

—¿Quieres? —le ofreció con gentileza.

—Sí, ¿por qué no? —Nikki estiró su brazo y tomó una de las galletas del paquete.

—¿Qué sucede?

—Lo lamento —la miró fijamente. Ella frunció el ceño.

—¿Por qué?

—Por haberte llamado "inútil", además me he comportado como un imbécil —se disculpó—. Y lo que escribiste, definitivamente irá en nuestra canción —le sonrió con gentileza.

»¡Qué bonita sonrisa!« pensó al ver la sonrisa sincera de Nikki.

—No fue nada, ya no importa.

—Sí importa, porque estuviste llorando.

—¿Quién te ... —paró en seco—. ¿Fue el bocón de Tommy, cierto? —preguntó y rodó los ojos. Nikki carcajeó cuando ella había llamado a su mejor amigo "bocón".
—Recordé algo, pero no es importante.

—Si pudiera ayudarte, dímelo —dijo metiendo sus manos dentro de sus bolsillos.

—No, no creo —arrugó la nariz—; pero, gracias.