Volver del colegio, pasar por la cafetería y no ver a Hyungwon con su brillante sonrisa me hizo pensar en el color gris. Me sentía precisamente así cuando él no estaba; apagado y sin brillo.
Suspiré profundamente y me encontré con la mirada sorprendida de su madre al darse cuenta que era tarde y yo estaba en su casa. Incluso aún portaba mi uniforme.
— Wonho, hijo... ¿Qué haces aquí a estas horas? —cuestionó haciéndose a un lado para dejarme pasar.
Ingresé a la vivienda percibiendo instantáneamente el fresco olor a frutas tropicales que emanaba de ella.
— Lamento venir a estas horas... —susurré apenado— quise venir antes pero tuve que quedarme en el colegio cumpliendo con un par de cosas que me estaban exigiendo y... —hice una pausa esperando que me comprendiera— si iba a casa ahora, mi madre no me dejaría salir más así que quise pasar a saludar a Hyungwon antes.
Ella me sonrió comprensiva y dejó una amable caricia en mi cabello.
— Oh Wonho, eres un ángel... —su sonrisa se desvaneció paulatinamente— pero me temo que es hora de ir a casa, no podrás ver a Hyungwon.
Fruncí el ceño ante su comentario, sinceramente esperando una muy mala noticia.
— ¿Por qué? —miré a mi alrededor buscando una señal del delgado pero ni había ninguna— ¿donde está? —pregunté con preocupación.
Ella me sonrió de manera comprensiva y suspiró.
— En su habitación... —comenzó a caminar lentamente hacia una puerta y luego giró el pomo— no sé qué tanto le agrade saber que lo viste de esta manera, pero si te da tranquilidad, supongo que es todo lo que puedo hacer...
Entonces abrió la puerta y dejó ante mis ojos la figura de Hyungwon acostado en su cama, siendo iluminado por una tenue luz amarilla que emitía la lámpara de su mesita de noche.
Ella me invitó a ingresar y cuando lo hice, la puerta se cerró detrás de mi, dándome la privacidad que creía necesaria. Una vez dentro avancé hacia él con mucho cuidado de no hacer ruido y me senté a un lado de la cama.
Sus pequeños ojitos hinchados se abrieron con dificultad y cuando divisaron mi presencia, una tenue sonrisa se dibujó en su rostro.
— Hola bello durmiente... —susurré con una sonrisa— estaba preocupado por ti, no me eches de tu habitación...
Su sonrisa se ensanchó un poco más.
— Lo siento... —susurró alcanzando mi mano derecha.
Correspondí su agarre y suspiré de ver como sus movimientos e incluso su respiración era errática, dándome a entender que estaba luchando por mantenerse despierto, porque seguramente estaba drogado.
— ¿Qué te hicieron? —pregunté con tristeza— no es común verte tan perezoso...
Sonrió con los ojos cerrados y negó muy suavemente.
— Solo me controlaron... —soltó un largo suspiro— no es la primera vez que tomo antidepresivos o pastillas para dormir, no te preocupes demasiado... —asentí con tristeza aunque no pudiera verme— ve a casa...
Solté un largo suspiro sintiendo un fuerte dolor en mi corazón al recordar que toda esa situación no había sido su culpa y que quizá si hubiera intervenido, nada de eso hubiera ocurrido.
— Está bien... —susurré poniéndome de pie y soltando su mano lentamente— me iré ahora...
— Wonho... —susurró y lo miré. Entonces él llevó su mano izquierda a sus labios que ya estaban lentamente fruncidos, simulando lanzarme un beso que provocó un terrible calor en mi pecho, obligándome a sonreír.
Entonces me acerqué a él con mucho cuidado y posé mis labios sobre los suyos que por culpa de la medicación estaban un poco secos, entonces no corté el beso, sino que continue besándolo hasta que sentí que sus labios se habían humedecido un poco. Entonces me separe y noté la sonrisa de sus labios.
— Hasta mañana... —dije sonrojado por lo que acababa de hacer.
Él no dijo nada, simplemente asintió y se quedó en su sitio hasta que me fui.
Durante el camino a casa no podía parar de respirar con dificultad, sintiendo como mi corazón latía con demasiada fuerza por lo que había hecho.
Esa fue la primera vez que le di un
beso real a Chae Hyungwon y
a día de hoy, tampoco me arrepiento
de haberlo hecho.
