35.

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Me lo arrancaron de los brazos sin que pudiera hacer nada, pero no quería discutir. Quería demostrar que era un ser más maduro y que mi madre me había educado bien para amar, respetar y cuidar como se debía a quien ya consideraba mi pareja. Quiza era muy pronto y nuestra corta edad solo delataba un fracaso seguro en el mañana pero no quería pensar de esa manera, solo quería decir que él estaba bien conmigo, aunque eso no fuera aceptable por sus padres.

— Él puede estar sin fármacos, se lo aseguro. —afirmé por milésima vez en aquella noche aunque sabía que mi voz seguía siendo ignorada en medio de la reunión de adultos mayores que hablaban de lo basura que era yo incluso aunque yo estuviera presente.

Podía ver la furia en los ojos de su padre quien por primera vez en horas se dignó a dirigirme la palabra, quizá sólo para recordarme lo que ya me había dicho.

— Tú no trabajas, no puedes darle nada... —gruñó— eres un puto mantenido de mierda.

Sus palabras no me dolieron en lo absoluto aunque a juzgar por la expresión supe que a mi madre si, pero no dijo nada. Simplemente se quedó en el lugar que estaba, en el maldito sillón junto a la puerta de salida esperando a que yo dejara de discutir con todo y todos para sacárme de ahí y dejar en paz a esa familia de una buena vez por todas.

Lastimosamente le tocó tener un hijo que solo pensaba renunciar a Hyungwon el día en que lloviera para arriba.

— Tengo trabajos de medio tiempo, y puedo seguirlos teniendo hasta terminar la universidad. —respondí con firmeza— incluso puedo dejar de estudiar y dedicarme a trabajar en lo que sea a tiempo completo, no me importa.

Dije que iba a todo por él y lo estaba haciendo.

— ¡Hoseok! —me amonestó mi madre, como si quisiera pedirme en una palabra que me callara y dejara de tirar mi futuro por la borda.

— Lo siento madre pero es mi desicion. —le recalqué.

— Así que tu propuesta... —susurró la única persona del lugar que se había mantenido en silencio desde que mi madre me obligó a entregar a Hyungwon en esa casa— es que Hyungwon... —todos miramos hacia ella, sobre todo yo que deseaba fervientemente que comprendiera— ¿Quieres que se quede totalmente solo y sin fármacos en ese lugar mientras tú trabajas y estudias todo el día? —su pregunta no me desilusionó del todo, pues el simple hecho de saber que estaba pensando en el futuro de ambos ya me daba esperanzas— eso es de locos, ¿no? aquí el tiene todo lo que necesita, somos su familia... Y tú...

— ¿Propuesta? —la interrumpió el molesto hombre mientras la miraba fijamente— no sé tú, pero... ¡yo no estoy aquí negociando a mi hijo! —le regañó para finalmente mirarme de nuevo y señalarme con el dedo— Y tú, ladronzuelo. Si no te vas ahora de mi casa, irás a la cárcel por haber puesto tus sucias manos sobre mi hijo.

De nuevo la jodida explicación que me arrancaba el último poco de paciencia que tenía. En momentos como ese me preguntaba si hubiese sido mejor que Hyungwon y yo cruzaramos la línea.

— No es lo que ud cree... —gruñí.

— ¿Ah no? —preguntó con sarcasmo— Entonces... ¿esas marcas aparecieron por arte de magia?

En el momento que él mencionó aquello, ambas madres me miraron con una mezcla de enojo, sorpresa y seguramente decepción.

— Hoseok... —llamó mi madre como si quisiera corroborar la información— Tu...

— Por si lo que se preguntan es si tuvimos sexo... —la interrumpí alzando la voz con impaciencia— lamento decepcionarlos, no pasamos más allá de los besos y las lágrimas porque él no recibió una educación sexual apropiada y creía que tener un sueño húmedo era algo de extraterrestres. —con toda la furia que tenía contenida miré hacia el hombre— Yo no tuve a mi padre, señor, pero siento que Hyungwon tampoco lo ha tenido aunque usted esté presente.

Mil Besos Sin Un PorquéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora