34.

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Gruñí al escuchar un sonido proviniendo de la puerta principal del lugar. Tenía sueño y sinceramente los planes que tenía en la cabeza eran simplemente reponer la energía que había perdido en la madrugada y quedarme ahí abrazando a Hyungwon hasta que volviera a oscurecer, o al menos hasta que mi estómago me obligara a buscar algo de comer.

— ¿Estás despierto? —preguntó una tierna voz a mi lado para finalmente sonreír al verme abrir los ojos con pereza— lo siento, he pedido el desayuno de la cafetería pero olvidé que era muy temprano y que hoy no irías a la universidad. Debí haber esperado a que te levantaras y así no te hubiera despertado porque en realidad no quería hacerlo por eso lo sien...

— Tranquilo —le interrumpí acariciando su cuerpo que aún estaba apresado entre mis brazos y él me observo en silencio por varios segundos más, hasta que sin explicación, dio un beso en mi frente.

Con cuidado apartó mis manos de su cuerpo y se levantó la cama cubriéndose con mi bata de baño.

Lucía sensual así, intentaba ponerse la prenda correctamente y eso me dejaba ver sus piernas sus piernas largas al descubierto pero también noté que había dejado marcas en su cuello hombros y pecho. Debía admitir que aquello me enorgullecía y me hizo recordar con claridad lo que habíamos vivido, aunque tuve que controlarme para no acabar de nuevo  autoconsolandome en el baño y sintiéndome un tonto.

Me había perdido tanto en como se veía así, que no me fijé en la expresión que tenía cuando abrió la puerta, al menos no lo hice hasta que escuche aquella voz que me puso la piel de gallina.

— ¡¿Hy-hyungwon?! —preguntó mi madre, totalmente consternada al ver al menor frente a ella, pensando en que quizá se trataba de un espejismo o de una broma de muy mal gusto.

Al escuchar eso me levanté de la cama como un loco y él apenas pudo retroceder un paso antes que ella lo agarrara del brazo imposibilitando cualquier movimiento que su frágil cuerpo quisiera hacer.

— ¡Suéltalo! —le pedi cuando llegué a su lado, sin embargo fui recibido por el impacto de su mano abierta contra mi mejilla, provocandome un terrible escozor al que decidí no darle importancia— Suéltalo... —volví a pedir, pero de nuevo sentí una o más bien varias cachetadas de su parte, seguidas del llanto asustado de Hyungwon. Mis ojos soltaban lágrimas involuntariamente, mi mejilla ardía y aunque entendía perfectamente como se sentía, no podía cambiar mi posición a esas alturas— puedes golpearme todo lo que quieras, pero sueltalo. Vamos a resolver esto en otro lado. —sugerí.

Levanté mi mirada del suelo, limpié las lágrimas que me recorrían las mejillas y noté que ella también estaba llorando.

— ¿Resolver, Hoseok? —preguntó con una sonrisa de sarcasmo— secuestras a una persona, finges inocencia frente a una madre que se desgarra por saber donde está su pequeño, que tú sabías perfectamente que es tan vulnerable como un bebé y hablas de arreglar las cosas... ¡como si se tratara de una palabra mal escrita! —de nuevo su mano fue a parar a mi mejilla aunque esta vez quizá con más fuerza que antes, pues incluso volteé sin querer— ¡te desconozco! —gritó decepcionada.

La entendía perfectamente, mi yo del pasado tampoco me reconocería pero necesitaba que me entendiera, aunque en aquel momento no pudiera hablar a causa de mi dolor y si a eso le sumaba el hecho de escuchar a Hyungwon llorando desconsoladamente y seguramente culpandose de lo que ocurría, mi voz simplemente no salía.

Volví a limpiar las lágrimas y dirigí mi mirada hacia ella de nuevo.

— Le harán daño si dices algo. —repuse— ya te dije que no importa lo que hagas conmigo, es a él a quien quiero proteger.

Mil Besos Sin Un PorquéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora