Aunque toda nuestra historia apuntaba a un final feliz donde nos iríamos juntos a vivir como si nada hubiera pasado, lastimosamente no fue así. Ambos recibimos un castigo por haber actuado incorrectamente, pero también recibimos como recompensa la aceptación de ambas familias. Eso sí, bajo sus condiciones.
Tuve que abandonar la idea de tener a Hyungwon solo para mi todo el tiempo porque el volvió a vivir con sus padres, sin embargo no se me restringía ningún tipo de visita e incluso de vez en cuando me quedaba a dormir, sobretodo cuando él tenía días difíciles y perdía su estabilidad emocional. Su psicólogo consideró que separarlo de mí solo supondría un enorme retroceso en su increíble avance debido a la avanzada dependencia emocional que él tenía sobre mí, por lo tanto el uso de las pastillas se redujo considerablemente y en vez drogarlo para calmarlo, una llamada para mi, cualquier hora del día, era mejor solución.
No había nada que un par de besos y caricias comprensivas de mi parte no pudieran solucionar en él, así que fue más libre incluso en otros ámbitos. Por ejemplo el hecho de que podíamos salir al cine, como lo haría una pareja de jóvenes normales. O como lo haría un joven de 17 años normalmente, no como se le había restringido hasta esos momentos.
— ¡Fue increíble! —gritó mientras cruzábamos el estacionamiento del cine, daba saltitos en vez de caminar y aunque eso le hacía tener más velocidad, no me soltó la mano en ningún momento— Wahh los efectos especiales, el sonido... Necesitamos volver y verla de nuevo. —sugirió.
Sonreí por su comentario mientras abría la puerta del auto por el lado del pasajero.
— ¿La misma? —pregunté en tono divertido mientras lo invitaba a ingresar al auto.
Él obedeció, y en cuanto ingresé al auto de mi madre por el lado del conductor, no dudó en seguir la charla.
— ¡Si, si, si! —gritó con su desbordante emoción de siempre pese a ser más de las diez de la noche— Bueno, no... —se corrigió a sí mismo— ¡Pero otra sí!
Asentí encendiendo el auto, sintiendo como su delgado brazo envolvía el mío en busca de un poco de contacto, ya que no podíamos tomarnos directamente de la mano mientras manejaba.
— Claro, veremos otra. Pero no hoy. —informé mirando por el retrovisor mientras retrocedía para finalmente salir del parqueo.
Pensé que la charla respecto a las películas seguiría, pues para él, callarse respecto a algo que le gustaba era casi imposible. Tenía que tener mucha voluntad propia para lograrlo, o tal vez lo hacía hasta que sentía que podía ser incómodo para mí, pero yo nunca lo callaba. Sin embargo me sorprendió que cambiara de tema una vez que estuvimos en la carretera.
— ¿A donde vamos? —preguntó en tono casi nervioso, lo cual se me hizo extraño— ¿Vamos a casa ya? —lancé una mirada rápida hacia él y asentí esperando que me dijera si tenía algún problema con ello— No quiero ir a casa.
No pude evitarlo y solté una risita. Cada vez que salíamos mencionaba esa frase, era como una tradición.
— ¿Alguna vez has querido estar ahí? —solté una nueva risita mirando el camino, aunque también pude escuchar una leve risa de su parte.
— No... —admitió— pero esta vez tampoco quiero ir.
Solté la palanca de cambios un momento y enlacé nuestras manos para finalmente darle un beso en la suya y agarrar el vaso de mi refresco que estaba en el portavasos.
— Dame tus motivos Chae Hyungwon, más vale que sean válidos. —bromeé manejando con una mano y bebiendo con la otra.
— Quiero ir a un hotel. —confesó sin titubeos a lo que solo pude responder con frenar abruptamente y atorarme con la bebida— ¿estás bien? —preguntó preocupado limpiando un poco de la bebida que había salido disparada incluso por mi nariz— ¿Que pasó?
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