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Varias horas más tarde, lo único que podía escuchar eran los suaves ronquidos de mi chico, descansando como un bebé entre mis brazos.

Aunque se suponía que yo era el más cansado, él también parecía estarlo. Al mirarlo con más detalle, aprecié las ojeras que parecía tener, sus ojos hinchados debido al llanto y su cuerpo un poco más delgado de lo normal.

Me sentí mal de saber que era por mi causa que él realmente lo estaba pasando mal. Más bien, no era directamente por mi causa, sino por su propio trastorno sumado a mi ausencia.

Sabía que no era la primera vez que se desvelaba por mí. Su madre ya me había hecho saber que en más de una ocasión tuvo que recurrir a las pastillas para poder dormir, también sus estados de ánimo eran muy inestables, y en su mayoría, se la pasaba triste. Lo cual derivaba en muchas cosas que afectaban negativamente a su salud, como la falta de apetito, el insomnio, el llanto desmedido y sobretodo el aislamiento.

Él no podía evitar sentirse así, no era como si todo cambiaría si se lo pidiera, y eso era lo que más me ponía triste, aunque siendo sinceros, a esas alturas ya no sabía quién dependía más de quien.

— ¿Qué ocurre? —preguntó con su voz ronca y sus ojitos a medio cerrar— ¿Te sientes mal? —sonreí y negué levemente con la cabeza— entonces... ¿Tengo mal aspecto?

Solté una risita por su tonto pensamiento.

— ¿Cómo puede ser posible? —pregunté fingiendo sorpresa— ¿Acaso un chico tan perfecto como tú puede verse mal? —él sonrió dulcemente y luego se acurrucó contra mi pecho, entonces decidí preguntar acerca de lo que me estaba martillando la mente— Hyungwon... —él se removió y abrió sus ojitos para mirarme en respuesta a mi llamado— ¿Por qué estabas tan triste?

Lo miré fijamente deseando una respuesta sincera. Sabía que él me extrañaba y yo también a él, pero por algún motivo sabía que detrás de tanta tristeza había más de lo que se aparentaba.

Él suspiró fuertemente. Eso me hizo entender que él sabía que yo ya sabía que había algo que todavía no me había dicho.

— Estamos creciendo. —susurró mirándome fijamente— Ya no soy el niño que te besó, ni tú eres el niño que fue besado. Ahora eres un adulto, tienes un apartamento, un auto y estás a punto de graduarte de la universidad... —acarició mi rostro con una sonrisa triste— incluso tu futuro puesto de trabajo ya está decidido para después de que te gradues... Yo sólo... —bajó la mirada— Estoy feliz de que estés cumpliendo con todas las metas que me dijiste un día, pero...

Suspiré con fuerza y lo abracé más fuerte.

— No sigas, ya entendí... —dejé un par de besos en su cabello— Eres un tonto. —solté una risita— Realmente eres tonto si has llegado a pensar en que sólo porque ya no seamos esos niños, haya dejado de quererte en mi vida. —lo separé para que me mirara— Te amo, Hyungwon. Te amo mucho. Te amo, te amo, te amo. ¿Cuántas veces son suficientes para hacerte entender eso? Porque puedo quedarme aquí todo el día y repetirlo en bucle hasta que me pidas que me calle.

Él se giró para no verme y se cubrió con la sábana.

— No hablo de eso. —respondió fingiendo no darle importancia al tema— Sólo pienso que...

— Que en el camino de mi vida encontraré a muchas personas, y quizá encuentre a alguien con quien sea más fácil estar, menos restricciones, etcétera... Y que al final acabaré casándome con esa persona, porque al final lo que tengo contigo no es algo más que curiosidad de adolescentes que llegó a su final. —respondí como si se tratara de relatar un resumen de alguna absurda historia de desamor— Lo sé. Créeme, tus inseguridades se notan en tu cara, al menos yo si las noto.

Él se volvió para mirarme, pero esta vez con los ojos irritados nuevamente.

— Estoy cansado de muchas cosas. —se sinceró finalmente— No sólo se trata de mis inseguridades, Wonho. —una traviesa lágrima se escapó y rodó por su mejilla— No se trata de que haga drama pensando en que encontrarás una persona mejor que yo, porque seguramente las hay. —me habló con firmeza— Se trata de lo cansado que estoy de estar lejos de ti todo el tiempo. Odio eso, en serio lo odio.

Suspiré de nuevo y limpié su mejilla.

— Lo siento. —susurré— Realmente no ha sido mi intención alejarme tanto, intentaré hacer lo que...

— No me estás entendiendo. —regañó acunando mi rostro— Es precisamente tu sobreesfuerzo lo que odio. —me miró fijamente y me acarició— Quiero estar contigo y cuidarte, y amarte lo necesario y, si tienes que desvelarte entonces estar contigo ahí, aunque sea en silencio, aunque no sea útil, pero me aseguraría de que pudieras obtener una cena caliente, y si necesitas algo más, también estar aquí. —sollozó— Si necesitas una risa, entonces ser un payaso, si quieres descansar entonces venir a mis brazos también. Wonho, sé que me amas y yo también lo hago, pero estar lejos de ti se ha vuelto una tortura. —sin darme cuenta, mis mejillas ya se estaban empapando también— Quiero dormir con tus camisas y levantarme viendl tu rostro como lo hice en aquella época cuando tenía 17 años. —sonrió entre las lágrimas— Quiero muchas cosas, pero me siento tan impotente que a veces siento que soy más una carga que una ayuda para ti.

Negué efusivamente.

— No lo eres. —volví a negar— Definitivamente no lo eres, yo no sé que haría si no te tuviera em mi vida, Hyungwon. —besé sus húmedas mejilmas una y otra vez— Eres lo mejor que me ha pasado. Te lo juro. —confesé con mi corazón conmovido a más no poder— Y si no te he pedido estar aquí conmigo es porque no quiero crear más problemas con tu familia. En aquel tiempo tu padre y yo hicimos un acuerdo que he respetado fielmente porque no quiero que me alejen de ti.

Él suspiró.

— Ideas tradicionales estúpidas. —gruñó con demasiada sinceridad.

Yo sonreí levemente.

— No lo veas de esa forma. —le regañé— Tu padre te ama y te protege. Está claro que no quería que un chico inmaduro se robara a su amado hijo único, jugara con él y luego lo desechara. —expliqué— Además, cometí muchos errores y demostré ser alguien que planeaba salirse con la suya. Es normal que sus restricciones impidieran muchas cosas. Quiero hacer las cosas bien, lo entiendes, ¿verdad?

Él bajó su mirada.

— Entonces, casémonos. —me pidió en un susurro que si no hubieramos estado apenas a unos centímetros de distancia, no habría escuchado— Así podríamos cumplir nuestro deseo, y sin romper las reglas.

Mi chico parecía estar totalmente apacible después de decir esas palabras, pero solo el cielo sabía el desastre que causó en mi mente y en mi corazón con esas cortas frases que mencionó.

¿Acaso mi chico me acababa
de pedir matrimonio?

¿Por qué demonios me sentía tan feliz?

Mil Besos Sin Un PorquéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora