¡Niyol Niquauipila Neua!

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México aterrizó bajo la atenta mirada de todos.
Dejo a Sinaloa a cuidado de Canadá y miró a Rusia con una sonrisa cálida.

Se levantó lentamente y sacudió sus majestuosas alas.
Pense que solo era un mito...— dijo Vaticano.—Pero es real, México posee las alas de guerra...— continúo.—El último país con estos atributos.— después de aquello, la llovizna que antes caía comenzó a hacerse más fuerte.

Las nubes se volvieron negras y el viento soplaba con intensidad, los rayos caían y se estampaban en el suelo.

Y Vaticano sintió por primera vez, terror, la mirada del mexicano había cambiado de ser blanca sin ninguna chispa de maldad, a ser completamente negros con diseños rojos en él.

Era hermoso y terrorífico a la vez.

Extendió sus alas y corrió hacia el Vaticano, este no supo cómo reaccionar ante tal acción, pues él sabía que México era todo menos agresivo.

Oh qué equivocado estaba.

El mexicano lo tomo del cuello y alzó sus alas para después alzarse en el aire.
Lo elevó tanto que el aire le faltaba a ambos y después...

Le dejó caer.

Vaticano gritó hasta que no pudo más, se acabó el poco aire que tenía y ahora se estaba asfixiando.

México le tomo del brazo y se alzó de nuevo, en la misma azotea lo dejo caer con brusquedad.
Respiro de nuevo y comenzó a toser.

Alejate de mi familia pendejo.— escupió el mexicano y lo dejo ahí tirado en el piso, se encaminó hasta donde su hijo estaba y se hincó.

¿Cómo está?— pregunto.

Esta bien, la navaja no llego a tocar ninguno de sus órganos vitales, solo tenemos que llevarlo a un hospital lo más pronto posible, puede desangrarse.— le contesto Canadá, aún asombrado por las inmensas alas que el latino poseía.

México iba a responder, sin embargo, un disparo se escuchó y una de sus alas sufrió el impacto.
¡México!— gritó Rusia, de verdad quería ayudarlo, pero tenía a Yucatán en sus brazos, lo pondría en peligro y antes muerto que darselo a otro país.

El Vaticano lo miró con el niño en brazos y sonrió.
Rusia apego a Yucatán a su pecho, pues este seguía dormido y se puso a la defensiva.

Vaticano río por sus adentros y corrió hacía el eslavo, no quería atacarlo a él, quería a Yucatán.

Obviamente, Rusia se lo impedía con agilidad, no podía atacarlo, pero si evitarlo, sentía los golpes en sus brazos, piernas, costillas y hombros, pero no iba a dejar por nada del mundo que tocara al estado.

Alejate de mi hijo...— pronunció con odio el ruso, sorprendiendo a los demás países presentes.

Estaban asustados, si atacaban, probablemente terminarían hiriendo a alguien más.

Oh querido, estás donde quería.— dicho esto, le dio una patada y Rusia se trastabilló, pero ya no había suelo.

—¡¡Rusia, Yucatán!!— escuchó a México gritar.

Trato de volar hacia ellos, pero la herida de bala le dolía de sobremanera.
Y, por primera vez, llego a su límite.

¡¡Niyol Niquauipila Neua!!— gritó.
[¡¡Soy un noble guerrero águila!!]

Su cuerpo se vistió de un auténtico guerrero azteca, y con una lanza en mano, la lanzó hacia el Vaticano, dando en su corazón.







Cuando pensó que había perdido oportunidad, un gran águila apareció y en sus garras traía agarrado la sudadera de Rusia, el cual abrazaba a Yucatán.

Imperio Azteca.

Dejo a ambos individuos en el suelo para después desaparecer en un leve tono de luz.

México sonrió, para después caer al suelo, hubiera caído al vacío de no ser por una fuerte ventisca que lo hizo caer en la azotea.

Azteca.

México había colapsado.

"FELIZ" RusMexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora