17 - ANANKÉ

92 17 12
                                    

Drogo

Me despierto en una extraña habitación que parece excavada en la roca. Miro a todos lados buscando a Cris, pero no la veo por ninguna parte. ¿Dónde está? ¿Y qué hago yo aquí? Lo último que recuerdo es que la ventana de la habitación se abrió por la ventisca. Debió ser alguna especie de portal, pero ¿por qué?

Me pongo de pie nervioso y me dirijo a la puerta. Debo encontrar a Cris cuanto antes. Me preocupa mucho que le pueda pasar alguna cosa y más en su estado.

Al coger el pomo, me quedo un momento observando el extraño símbolo que hay grabado en la puerta. Al verlo, enseguida sé dónde estoy, en el monte del destino. Recuerdo que mi padre me habló de él. Es una serpiente abrazando un huevo, mejor dicho, lo está eclosionando. Es el símbolo de Ananké, la diosa de la necesidad, la madre de las moiras y la más poderosa de todo el olimpo, la que creó el mundo y maneja los destinos incluso del resto de los dioses. Eso me preocupa y mucho. ¿Por qué me ha traído aquí? Y, lo que es más importante, ¿qué ha hecho con Cris?

Abro la puerta y avanzo decidido por los pasillos. En ese momento comienzo a escuchar una música. ¡Me resulta increíble! ¡Es Pet! Echo a correr hacia el lugar del que procede ese sonido y llego a una puerta. Al abrirla, me encuentro con Tiff, Peter, Sebastián, Sara, Ana y Justin. Les miro sorprendido. ¿Qué hacen ellos aquí?

—¿Se puede saber qué ocurre? —pregunto molesto.

—Ninguno lo sabemos —contesta Sebastián —, pero todos, de una u otra manera, hemos sido llamados aquí. Por cierto, ¿dónde está Cris?

—No lo sé —respondo negando con la cabeza preocupado —, pero espero que esté bien porque, de no ser así, me ocuparé personalmente de Ananké. No me da miedo.

—Pues debería dártelo.

Todos nos volvemos al escuchar esa voz. Tras nosotros acaba de hacer su aparición una hermosa mujer rubia. Su melena es larga y cae sobre sus hombros con delicadeza, como si fuera seda. Sus ojos son de un gris claro, tan claro que apenas se distingue el iris. Es realmente impresionante. Desprende tal magnetismo que hace imposible no temerla. pero eso a mí me da igual. Sólo quiero recuperar a Cris y salir de aquí.

—¿Y Cris? —pregunto en tono exigente —. ¿Dónde está? ¿Qué le has hecho?

Ella sonríe de manera maliciosa e, ignorándome, se dirige a sentarse en un trono que hay colocado en el centro de la estancia.

—Tomad asiento, por favor —nos indica señalando unos sofás enfrente de ella —. Tenemos muchas cosas de qué hablar.

—¿Dónde está Cris? —insisto ya enfadado.

—Lo sabrás en su momento —responde con tranquilidad —. Primero tenemos que hablar.

—No tengo nada que hablar contigo —contesto furioso dándome la vuelta —. Si no quieres decirme dónde está, yo mismo la buscaré.

Cuando estoy llegando a la puerta, ésta desaparece. Me vuelvo hacia la diosa molesto.

—Es una broma, ¿no? —pregunto ya harto.

—No es ninguna broma —contesta ella seria —. Si quieres ver a Cris, tendrás que escucharme. Favor por favor.

Levanta una ceja divertida mientras que yo, resignado, me dejo caer sobre uno de los sofás. Me molesta enormemente que intenten jugar conmigo de esa manera.

—¿Y Pet? —pregunta Peter en ese momento —. ¿También podré verle si te escucho?

La diosa asiente con una débil sonrisa y Peter se sienta tranquilo. Le miro intrigado. Es cierto que me he dejado llevar, pero es por lo preocupado que estoy por Cris. ¿Cómo puede estar Peter tan tranquilo? Hasta hace poco creía que su hijo estaba muerto. Yo, en su lugar, me hubiera vuelto loco con tal de verle.

DC VII: LAS MONTAÑAS DEL DESTINO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora